MINERÍA PARA SUPERAR LA POBREZA:
OTRA GRAN MENTIRA PARA JUSTIFICAR EL SAQUEO MINERO
Hemos escuchado hasta el cansancio a Rafael Correa y otros funcionarios del actual gobierno, repetir que “no podemos ser mendigos sentados en un saco de oro”, que con la minería se superará la pobreza. Pero qué se puede pensar de estas aseveraciones luego de que el igualmente cacareado “milagro ecuatoriano”, no resistió la más mínima desestabilización de los precios del petróleo y se desplomó, haciendo salir en picada a Correa en busca del auxilio de los chulqueros chinos.
La realidad que viven miles de comunidades afectadas por la industria minera en Latinoamérica y en todo el mundo, es la evidencia que devela esta gran mentira. Veamos un ejemplo: La canadiense GoldCorp, una de las mayores corporaciones de producción de oro del mundo, tiene un complejo minero en Mazapil, el tercer municipio con los más altos índices de extrema pobreza y marginación en México. En 2010, cuando la mina Peñasquito fue oficialmente entregada a GoldCorp por el propio Presidente de México Felipe Calderón, este “destacó que en medio del desierto se haya construido una de las minas más importantes del mundo, e insistió en que de ser una zona marginada se convertiría en la ciudad próspera que sus habitantes esperaban”. Es decir, Calderón, uno de los más recalcitrantes neoliberales, también prometió que la minería sacaría de la pobreza al pueblo de Mazapil. Pero, en un artículo publicado el 14 de enero de 2015 en el periódico la “La Jornada”, escribe Matilde Pérez: “En sólo cinco años de actividad, la minera Peñasquito, del grupo GoldCorp, prácticamente agotó los manantiales del ejido Cedros y Cerro Gordo, localizados en el municipio de Mazapil, Zacatecas. Debido a la contaminación, la población sufre enfermedades desconocidas y las actividades agropecuarias quedaron en el abandono, al igual que las tierras de riego.” Ojo, la mina Peñasquito de GoldCorp es considerada una de las más grandes, no sólo de América, sino del mundo, y sin embargo en Mazapil 72,7% de su población vive en la pobreza, y aunque usted no lo crea, el año pasado este municipio fue incorporado al programa Cruzada Nacional contra el hambre, que lleva adelante el actual gobierno de México.
¿Qué es lo que nos muestra este ejemplo?, cantidades exorbitantes de oro que salen de las entrañas de la Pachamama para llenar las arcas de las corporaciones mineras transnacionales, sus socios nacionales, así como para mantener a Estados y gobiernos cómplices de este saqueo, mientras que para las comunidades queda la contaminación social y ambiental, pobreza, enfermedades y un irrespeto total de sus derechos.
Pero esto no sucede únicamente en la tierra de los gobiernos declaradamente neoliberales. También aquí en nuestro país las corporaciones mineras ya están haciendo su agosto a pesar de no haber comenzado la explotación de los minerales. ¿Cómo?, a través de la compra y venta de los proyectos, y la especulación en las bolsas de valores de Canadá, en donde nuestros territorios han pasado de mano en mano, dejando enormes ganancias a las mineras, ya que recordemos que obtuvieron las concesiones a razón de 1 dólar por hectárea. Durante el actual gobierno, se han cerrado varias transacciones por las que los proyectos Fruta del Norte, Mirador, Pananza-San Carlos, Río Blanco y Loma Larga (anteriormente Quimsacocha), pasaron de unas corporaciones a otras. Es decir el negocio de la compra, venta, especulación en las bolsas, va viento en popa, y este gobierno que se llena la boca de “antimperialismo”, ni siquiera ha sido capaz de hacer efectivo el Mandato Minero por el cual todas las concesiones inconsultas de estas transnacionales debieron ser revertidas al Estado. Ahora para justificar dicen que en la última venta de Fruta del Norte, la nueva dueña del proyecto Lundin Gold Inc., deberá pagar al gobierno un miserable 1% de la transacción. Si esto no es venta descarada de la Patria a precio de gallina muerta ¿qué otro nombre se le puede dar? No olvidemos además que para congraciarse con sus nuevos amos, a finales de diciembre se aprobó la Ley Orgánica de Incentivo a la Producción, mediante la cual, entre otros “estímulos” a la inversión minera, se congelarán las tarifas tributarias a la fecha de firma de los contratos con el Estado, y, las nuevas inversiones no pagarán impuesto a la renta por 10 años.
El negocio global de los minerales no es para sacar de la miseria a los pueblos sino para favorecer la concentración y centralización de la riqueza en un minúsculo grupo de corporaciones que controlan el sector, hacer gotear a los gobierno y Estados cómplices por los servicios que prestan al capital transnacional como: adecuar la legislación al antojo de los invasores, encargarse de engañar a las comunidades con promesas de terminar la pobreza, criminalizar la protesta social, y lanzar a la fuerza pública en contra de los pueblos cuando estos reclaman por sus derechos.