- No sé dónde anda tu padre. Llévale noticias de mí. Partió el hijo en busca del más intenso de los fuegos. No lo encontró en el mediodía, donde el sol bebe su vino y baila con sus mujeres al son de los atabales. Lo buscó en los horizontes y en la región de los muertos. En ninguna de sus cuatro casas estaba el sol de los pueblos tarascos.
El Lucero continúa persiguiendo a su padre por el cielo. Siempre llega demasiado temprano o demasiado tarde.