Narrador Uno de esos días, Jesús invitó a Pedro, a Reina y a Juan para subir al volcán Santiaguito. Con mucho entusiasmo emprendieron la excursión y se fueron alejando del bullicio de la ciudad y de la gente. Ya iban bien arriba, cerca del lugar donde murió Edgar Valenzuela, cuando Pedro comentó:
Pedro Qué bonito se ve todo desde aquí. Pareciera que abajo todo está tranquilo y en paz.
Reina No se escuchan los conflictos, los reclamos de la gente, la bulla de los carros, las bombas de las guerras
Juan Como estamos más cerca del cielo, hasta me parece escuchar la voz de Dios y ver el resplandor de su gloria.
Pedro No es el resplandor de Dios, sino la erupción del volcán. Miren, está echando fuego.
Narrador Pero, al voltear a ver, se dieron cuenta de que, a la vista de ellos, el aspecto de Jesús cambió completamente. Incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús.
Pedro Miren, muchá. Ese es el Profeta Elías y hasta se parece al padre Elías, chiquito y con poco pelo.
Reina Y Moisés se parece al padre Mauro, barbudo y con rostro valiente.
Juan Cállense, muchá. Oigamos de qué están platicando.
Narrador Entonces empezaron a tener una visión maravillosa: veían la felicidad de Jesús con sus acompañantes, que se iban haciendo cada vez más numerosos. Veían niñas y niños jugando felices, ancianas y ancianos contando tranquilos sus historias, jóvenes desarrollando todas sus cualidades
Reina ¡Qué bonito! No hay sufrimiento ni personas necesitadas.
Juan Toda la gente está feliz. Esto debe de ser el cielo, el Reino de Dios hecho realidad.
Narrador Entonces Pedro le dijo a Jesús:
Pedro Maestro, ¡qué bueno que estamos aquí! Levantemos tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Narrador Y sin esperar más, sacó su tienda de campaña, que tenía desde los tiempos del desierto, la extendió en el suelo para armarla y de pronto
Pedro ¡El diablo, el diablo me quema mi carpa!
Juan No, Pedro; te la quemó el suelo, que está hirviendo por el calor de la lava.
Narrador En realidad los 3 estaban aterrados. El humo de la carpa quemada no fue nada, comparado con una nube que se formó y los cubrió con su sombra, y desde la nube llegaron estas palabras:
Padre Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo.
Narrador Y de pronto, mirando a su alrededor, no vieron ya a nadie; sólo Jesús estaba con ellos.
Pedro Jesús ¿qué pasó?
Jesús Nada. Sólo tuvieron una probadita del Reino de mi Padre.
Pedro Entonces ¿no nos podemos quedar aquí?
Jesús Tenemos mucho trabajo que hacer allá abajo.
Juan ¿Y para qué fue esta experiencia de la Transfiguración?
Jesús Ustedes están llamados a transfigurar el mundo.
Juan ¿Qué quieres decir?
Jesús Los Obispos les están invitando a realizar una gran Misión Continental.
Reina Sí, nos están mandando a predicar y a tocar de puerta en puerta.
Jesús A predicar, pero no con palabras, sino con su vida. Ustedes deben ser testimonios vivos de esta forma de vivir, como la que han visto hoy.
Juan Vivir en comunidad.
Jesús En la comunidad, mi Padre comparte su mesa con los pobres, los hambrientos, los pecadores, los impuros
Juan La fiesta de la solidaridad.
Jesús Cuando la gente vea la alegría con que ustedes viven, vendrá a preguntarles, y entonces hablarán. Su forma de vivir es la que atraerá a todos los pueblos.
Juan Por eso es que las iglesias ya no atraen, porque se ven tristes y aburridas.
Pedro Y algunas que parecen alegres, sólo son bulla, pero por dentro están vacías de la alegría que da la fraternidad.
Jesús Necesitamos también una Transfiguración de la Iglesia.
Pedro En la comunidad sí van cambiando las cosas: la gente es más alegre y se hace responsable de todo.
Reina Siempre llevamos los sufrimientos de la miseria y la exclusión, pero allí nos sentimos transformados, nos sentimos personas y personas importantes.
Juan Porque somos importantes. Todos y todas. Especialmente las personas que esta sociedad rechaza y margina.
Jesús Ya van entendiendo lo que les digo: Transfigurar la Iglesia, para que sea capaz de transfigurar la sociedad. Cuando vean que van cambiando los rostros de las personas, que va cambiando el rostro de la sociedad, sabrán que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Narrador Cuando bajaban del volcán, les ordenó que no dijeran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos ni siquiera se habían dado cuenta de que estaban en Cuaresma y que tenían que prepararse para padecer y morir como Jesús; que todavía tenían mucho que cambiar y mucho trabajo por hacer, para poder acompañarle en su resurrección. Pero guardaron el secreto, aunque se preguntaban unos a otros qué querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".