Betsaida, una aldea pequeña en la ribera nororiental del lago de
Galilea. Aquí Jesucristo hizo uno de sus milagros más sonados, la
multiplicación de los panes y los peces. Y a nuestro lado el mismo
Jesucristo que nos contará qué ocurrió aquel día. Aunque ha
pasado mucho tiempo, usted se acordará bien.
JESÚS ¡Claro que me acuerdo!... Los del grupo cruzamos el lago y
llegamos a esta orilla para hablar con tranquilidad.
RAQUEL Pero había gente esperándolo aquí.
JESÚS Sí, un montón con ganas de preguntar, de hablar, de unir
esfuerzos. Tanta gente y tanto entusiasmo, que a mí se me fue la
lengua.
RAQUEL ¿Por qué dice eso?
JESÚS Porque me puse a hablar y a hablar y se hizo de noche. Y la
gente no había comido.
RAQUEL ¿No podían comprar algo en los alrededores?
JESÚS ¿Cómo? Andábamos al raso, al descampado. ¿Crees que por
aquellos parajes solitarios había ventas como las que veo ahora?
RAQUEL Y ahí fue cuando usted hizo el milagro.
JESÚS Bueno, en realidad, el milagro no lo hice yo.
RAQUEL ¿Y quién lo hizo?
JESÚS Tú sabes cómo somos los campesinos de desconfiados,
¿verdad? En mi tierra nadie sale de casa sin llevar alguna alforja
con comida para el camino. Pero si hay mucha gente alrededor,
nadie saca lo que tiene por temor a que no alcance.
RAQUEL ¿Y usted qué hizo?
JESÚS Yo dije: Hermanos, hermanas. Saquen lo que llevan bajo la
túnica, pónganlo al centro, no se preocupen. Un muchacho fue el
primero en romper la desconfianza. Se acercó con cinco panes de
cebada y un par de pescados.
RAQUEL ¿Y entonces?
JESÚS Una abuela sacó unos dátiles que llevaba guardaditos. El otro
puso queso y aceitunas. Y la otra, más panes... Hubo quien se
resistió, no creas... Pero al final, todo el mundo comió, alcanzó
para todos.
RAQUEL ¿Eso... eso fue todo? ¿No fue un milagro?
JESÚS ¡Claro que lo fue!... ¿Te parece poco milagro compartir lo que uno
tiene?... ¡Ése es el mayor de los milagros!
RAQUEL Me parece que lo que está escrito es una cosa bien distinta a la
que usted nos cuenta ahora. Los cuatro evangelios coinciden en
que usted dio de comer a cinco mil personas y con las sobras se
llenaron doce canastos.
JESÚS Bueno, allí nadie contó ni la gente ni los canastos, y ya te dije que
mis paisanos son bastante exagerados... Pero sí, todos pudimos
comer y nadie se quedó con hambre.
RAQUEL Entonces... ¿usted no multiplicó nada?
JESÚS No, aquel día sumamos. Entre todos, sumamos. ¿Qué te
imaginabas tú? ¿Un mago sacando panes y peces de un cesto?
Esos trucos los sabían hacer los samaritanos, que encantaban
serpientes y se tragaban agujas.
RAQUEL Pero el milagro...
JESÚS El milagro es compartir, Raquel. El verdadero milagro. El único
milagro.
RAQUEL ¿El único? ¿Cómo que el único? Usted hizo muchos más. Me
disculpa, Maestro, digo, Jesús, pero usted no está siendo claro
con nuestra audiencia porque...
JESÚS Lo que no está claro es cómo vamos a salir de aquí. Si no nos
apuramos, nos agarra la noche. Nos va a pasar como hace dos
mil años. Y esta vez, ni tú ni yo hemos traído panes ni peces.
RAQUEL En ese caso... ¡vámonos! Y ustedes, amigos radioescuchas, no
se vayan, acompáñennos, sigan con nosotros. Desde donde fue
Betsaida, en Galilea, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
El pan, sinónimo de comida
En tiempos de Jesús, el pan, casi siempre de cebada, era el alimento básico de
los pobres. Su comida diaria consistía en pan, agua y aceite de oliva.
Frecuentemente pan es sinónimo de “comida” en las páginas bíblicas, en
donde la relación pan-comida aparece en 293 lugares en la Biblia, 96 en el
Nuevo Testamento.
En el lago de Galilea viven 25 especies de peces, algunas autóctonas. Las
poblaciones de las orillas del lago estaban familiarizadas con el consumo de
pescado.
Un mundo aún hambriento
A pesar de que ya conocemos las técnicas agrícolas más avanzadas para
producir los alimentos que alcanzarían para satisfacer a toda la Humanidad,
una buena parte de los seres humanos padece hambre. Según el informe anual
de 2004 “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo” de la FAO
(Organización de Naciones Unidas para la Alimentación), 852 millones de
personas en todo el mundo padece hambre crónica. Esto significa
aproximadamente una de cada siete personas.
La FAO informa que 5 millones de niños y niñas mueren al año por hambre y
que cada año nacen más de 20 millones de niños y niñas con insuficiencia de
peso por razón del hambre de sus madres, lo que significa un riesgo para su
vida y compromete el desarrollo de su cerebro y de todo su cuerpo. La
tendencia al aumento de los hambrientos, pequeños y adultos, es creciente en
el mundo actual, por causa de la acelerada concentración de las riquezas y de
las oportunidades.
Entre los Objetivos del Milenio, acordados por todos los Jefes de Estado del
mundo, está la meta de reducir a la mitad el hambre en todos los países del
mundo en el año 2015.
Combatir el hambre: una exigencia evangélica
El hambre afecta principalmente a los más pobres. El teólogo brasileño Frei
Betto estuvo al frente del programa Hambre Cero al comienzo del primer
mandato del Presidente Lula. Al asumir esta responsabilidad, escribió: Si el
hambre es el principal factor de muerte precoz y vergüenza para la civilización
del siglo XXI, ¿por qué no provoca movilización? Por una razón cínica: al
contrario del terrorismo y de la guerra, del cáncer y de otras enfermedades, el
hambre sí hace distinción de clase. Sólo alcanza a los miserables. Y en
general, apoyamos campañas en beneficio propio. No siempre demostramos
sensibilidad cuando se trata de derechos ajenos... “Yo tuve hambre y me diste
de comer”, dijo Jesús, encarnado en la figura del pobre. Combatir el hambre es
una exigencia evangélica, un imperativo ético, un deber de ciudadanía y
solidaridad, para que podamos sacar a la humanidad de esta prehistoria en
que billones de personas aún no tienen asegurado el derecho animal más
elemental: comer.
Las razones del hambre en el mundo
La razón del hambre en el mundo es la mala distribución de los recursos, la
injusticia y la inequidad en su distribución. Sólo la solidaridad, el compartir, una
justa distribución “dará de comer” a toda la Humanidad. Lo dijo Jesús de
Nazaret con este “milagro” y lo dice, por ejemplo, la economista Mariana
Martínez, de la BBC:
Mientras la mitad del planeta consume diariamente más del doble de las
calorías necesarias para sobrevivir y vive preocupada por los “kilitos” de más,
la otra mitad no tiene nada para llevarse a la boca y se muere de hambre.
Mientras en Estados Unidos el que no habla o está haciendo una dieta “low-
carb” (baja en carbohidratos) está “out” (fuera de moda), en las favelas de
Brasil o en las tierras secas de África Subsahariana, tanto niños como adultos,
luchan desesperadamente por encontrar algo (no importa qué) para llenar el
estómago. El sueño de un mundo sin hambre se puede lograr.
El hambre en el mundo no existe porque la madre Naturaleza no es capaz de
brindar recursos para todos, o por falta de tierra para cultivar, o porque hoy
existan en el mundo muchas más personas que un siglo atrás. Por el contrario,
el hambre en el mundo existe por mala distribución. Una parte del planeta, y
justamente en la que viven las naciones más ricas, consume más del 80% de
los recursos naturales (alimentos y otros productos de consumo) a nivel
mundial, mientras que la otra mitad recibe apenas el 20%.
El milagro es compartir
El relato de la multiplicación de los panes y los peces (Marcos 6,30-44) no es la
historia de un mago haciendo un prodigio espectacular. Es un relato simbólico-
catequético que muestra a las comunidades cristianas el poder transformador
de una ética, de una actitud de vida: la de compartir. Donde los discípulos
proponen ir a “comprar con dinero”, Jesús les propone “dar lo que tienen”. Y es
ese “dar” lo que produce el “milagro” de que alcance para todos y que todos
queden saciados. En su clásica y divulgada obra, “Una lectura política del
Evangelio”, Fernando Belo comenta: En este relato hay una oposición entre
dos economías: la economía del valor de cambio (que hoy nos domina) y una
economía de distribución que yo llamaría economía del valor de uso y de la
satisfacción de las necesidades humanas.