Atender a la importancia y urgencia de trabajar en los dos ejes propuestos: la resistencia y la autonomía. Para crear autonomía necesitamos Tierra! Tener tierra y que sea colectiva. Producir nuestros alimentos, más todas las cuestiones ligadas a la subsistencia, a la vida y a la existencia. Es decir, darle importancia a nuestra relación con la tierra y la alimentación; crear y potenciar el vínculo cultural, subjetivo y espiritual (amoroso y no sólo orgánico) con ella. Para ello necesitamos la resistencia, defender como propios al agua, a la tierra, los territorios, los espacios… ¡son nuestros! Pero la resistencia sin un proyecto de autonomía no basta, necesitamos ir creando un arco de contención y cobijo para cuando ya no contemos con la estructura que nos encuadra hoy. Necesitamos construir un sostén propio, con total independencia del mercado y los Estados. Hay que pensar en proyectos locales de Autodefensa, educación, salud autónoma. Cada cual a su manera.
Es imperioso trabajar en redes de reciprocidad. Cada quien, cada colectivo, sabrá dónde puede aportar y contribuir, siendo y sintiéndose útil y necesari@ en esta construcción.
En cuanto a las luchas y los riesgos que estas implican, en algunas partes todavía podemos tomar como ventaja el hecho que no somos tan visibles. Mientras se pueda sostener una aparente desorganización podríamos aprovecharlo para ir construyendo la autonomía sin llamar la atención. También cuidarnos utilizando un lenguaje que el Capital no comprende, la poesía, el arte, los símbolos, por ejemplo.
Falta y seguimos.