ciudad natal de María Magdalena —de ahí el nombre de esta
famosa mujer— hoy no queda nada... Con nosotros, Jesucristo,
en su segunda venida a la tierra y en su primer recorrido por estos
lugares...
JESÚS Yo pasé por aquí cuando esta ciudad tenía mucha vida... Los de
Cafarnaum traían hasta aquí el pescado, aquí lo salaban y lo
vendían después por todo el país. Una ciudad de grandes ricos y,
por eso, de muchos pobres...
RAQUEL ¿Fue aquí donde conoció a María Magdalena?
JESÚS Sí, aquí la conocí. Ella era muy pobre.
RAQUEL ¿Podemos saber las circunstancias?
JESÚS Bueno, ella era una mujer sola. En mi tiempo las mujeres solas,
las que quedaban viudas, las repudiadas por sus maridos, tenían
una vida muy difícil.
RAQUEL ¿Y sobre su “trabajo”...? Según la tradición, ella era prostituta.
JESÚS Habladurías. Las mujeres solas soportaban el yugo de la mala
reputación. Me acuerdo aquel día... Después de caminar por las
orillas del lago, llegamos aquí a Magdala con Juan y Andrés.
Entonces, conocí a María. Ella abrió sus oídos para escuchar el
mensaje del Reino de Dios...
RAQUEL ¿Eso fue después que le sacó los demonios?
JESÚS ¡Qué demonios!... Malas lenguas. De ella decían que tenía no
uno, sino siete demonios en el cuerpo... Como María era fuerte y
no tenía pelos en la lengua, le inventaban historias.
RAQUEL Me imagino que debe saber todo lo que se ha escrito sobre la
relación entre María Magdalena y usted... ¿También son
inventos?
JESÚS Pues no sé qué habrán escrito, pero... ¿qué quieres que te diga?
Ella participó en nuestro movimiento, nos acompañó a todas
partes, se apasionó con el Reino de Dios. Encontrar a María fue
como encontrar una perla de gran valor... La lámpara de su
cuerpo eran sus ojos...Era muy alegre... Con ella, el Reino era un
banquete, una fiesta.
RAQUEL La recuerda con mucha emoción...
JESÚS Yo hablaba a gusto con ella... Le confié muchas cosas... Andrés,
Juan, Santiago, y sobre todo Pedro, se ponían celosos...
RAQUEL Mire, Jesucristo, voy a decirle algunas cosas que tal vez... Bueno,
¡se las digo!... Y éstas no las encontré en ninguna novela ni en el
Código da Vinci...
JESÚS ¿En el Código...?
RAQUEL Para esta entrevista, yo me leí uno de esos evangelios que están
por fuera de los que aparecen en la Biblia, los apócrifos. Y en uno
dice que María Magdalena fue su compañera, que usted la
besaba en la boca. También he leído que ese “discípulo amado”
que tanto aparece en el evangelio de Juan, era en realidad “la
discípula amada”, la que usted más quería...
JESÚS En verdad, todo eso se escribió en memoria de ella.
RAQUEL Pero usted... ¿usted la amaba?
JESÚS Sí, la quise mucho.
RAQUEL ¿La quiso... como mujer?
JESÚS ¿Qué quieres saber, Raquel? ¿Si me acostaba con ella?
RAQUEL Usted me disculpa la pregunta, comprendo que es un poco
indiscreta, pero es que en torno a sus relación con María
Magdalena hay mucho misterio...
JESÚS El amor siempre es misterio. Por eso Dios, el mayor Amor, es el
mayor de los misterios.
RAQUEL Entonces, ¿usted y ella...entre ustedes dos...?
JESÚS En mi tierra dicen, “entre tres no hay secreto”. No preguntes más,
Raquel, no hace falta.
RAQUEL Ejem... Desde las ruinas de la ciudad donde se encontraron por
primera vez Jesús de Nazaret y María de Magdala, Raquel Pérez,
Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
Santa María Magdalena
Mientras que el cristianismo oriental honra a María Magdalena por su cercanía
a Jesús, considerándola “igual a los apóstoles”, en Occidente se desarrolló la
idea de que, antes de conocer a Jesús, María Magdalena se había dedicado a
la prostitución, identificándola con otras mujeres “pecadoras” que aparecen en
los evangelios (Lucas 7,36-50).
La imagen de María Magdalena, arrepentida y penitente, ha dominado el arte y
la literatura occidental. En 1969, la iglesia católica, que reconoce a María
Magdalena como santa, retiró del calendario litúrgico el apelativo de “penitente”
que le había adjudicado tradicionalmente y dejó de usar en las misas ese texto
de Lucas. A pesar de estos cambios, la visión de la prostituta arrepentida es la
que continúa predominando.
Una mujer reivindicada
María, una mujer nacida en la ciudad de Magdala, en las orillas del Lago de
Galilea, es citada por su nombre cuatro veces en los evangelios sinópticos
(Marcos, Mateo y Lucas). La tradición la ha identificado con varias mujeres
anónimas que aparecen en los relatos evangélicos y con otras “Marías”.
Que María la de Magdala sea presentada como la primera testiga de la
resurrección de Jesús en el cuarto evangelio (Juan 20,1-18) indica la
importancia de esta mujer en el movimiento de Jesús y en la primera
comunidad de quienes integraron su movimiento. Hoy, diversas y serias
exégesis rechazan el identificar a María Magdalena con una prostituta y, al
reivindicar el excepcional protagonismo de esta mujer en la vida de Jesús,
plantean audaces hipótesis: que ella sea la “autora” del cuarto evangelio,
atribuido al apóstol Juan; que “el discípulo amado” del que habla el cuarto
evangelio sea en realidad “la discípula amada”; y que ella haya sido la
compañera de Jesús de Nazaret.
Autora del cuarto evangelio y “discípula amada”
Que María Magdalena sea la autora del cuarto Evangelio y que en ese texto el
varias veces citado “discípulo amado” no sea Juan, sino María, es la teoría que
desarrolla el sacerdote católico Ramón K. Jusino basándose en un libro del
teólogo católico y erudito bíblico Raymond E. Brown, quien plantea que este
evangelio recoge la tradición de una primera comunidad de seguidores de
Jesús dirigida por María Magdalena. Tanto Jusino como Brown alimentan sus
hipótesis en textos de los evangelios apócrifos.
Ver: http://ramon_k_jusino.tripod.com/magdalena.html
Ver: Raymond Brown “La comunidad del discípulo amado: estudio de la
eclesiología juánica” (Ediciones Sígueme, Salamanca, 2005).
María Magdalena en los evangelios apócrifos
Los cuatro evangelios integrados al Nuevo Testamento primero fueron relatos
transmitidos oralmente. Después, se pusieron por escrito. Otros “evangelios”
(recopilaciones del mensaje y de los hechos de Jesús de Nazaret) tuvieron esa
misma evolución. En 1945 se descubrió en Nag Hammadi (Egipto) una amplia
colección de códices del cristianismo primitivo, en su mayoría textos gnósticos
(“gnosis” significa conocimiento), entre ellos los llamados Evangelios Apócrifos
(“apócrifos”, es decir, no reconocidos por el canon oficial).
En estos textos, rechazados por los Padres de la Iglesia en los primeros siglos
cristianos, por no ser “ortodoxos” (es decir, auténticos, recomendables) María
Magdalena es más destacada que en los evangelios sinópticos. En el
“Evangelio de Felipe”, es mencionada como “compañera” de Jesús: Tres eran
las que caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana
de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. En otro
fragmento de ese mismo Evangelio se lee: Y la compañera del Salvador es
María Magdalena. Él la amaba más que a ninguno de sus seguidores y la
besaba en la boca. El resto de sus seguidores lo veían amando a María. Ellos
le dijeron: ¿Por qué la amas más que a ninguno de nosotros?
Entre los evangelios apócrifos se encuentra también el “Evangelio de María
Magdalena”, con fragmentos como éste, con el que concluye, y que expresan
el protagonismo de esta mujer y el rechazo que su cercanía a Jesús provocaba
entre los discípulos varones: Dicho que hubo esto, María calló, como si el
Salvador le hubiera hablado solamente hasta aquí. Entonces, dice Andrés:
Hermanos, ¿qué os parece de lo dicho? Porque yo, de mi parte, no creo que
haya hablado esto el Salvador. Pues parecía no estar de acuerdo con su
pensamiento. Pedro dice: Pero es que, preguntado el Señor por estas
cuestiones, ¿le iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que
todos la escucháramos? ¿Debemos escucharla a ella? ¿Acaso iba a querer
presentarla como más digna que nosotros?
Después, María lloró y le dijo a Pedro: Mi hermano Pedro, ¿qué piensas tú?
¿Acaso piensas que yo me inventé esto en mi propio corazón o que estoy
mintiendo sobre el Salvador? Leví dice a Pedro: Siempre tienes la cólera a tu
lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el
Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas
maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda más que a nosotros.
Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos
aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni
legislar, sino como dijo el Salvador. Terminado que hubo Leví estas palabras,
se marchó y se puso a predicar el evangelio según María.
Una hipótesis valiosa
Todas las hipótesis teológicas y literarias (“La última tentación” del griego Nikos
Kazantzakis, “El Código da Vinci”, del estadounidense Dan Brown, entre las
más conocidas) que dan tan hermoso y justo relieve al papel que en la vida de
Jesús tuvo María Magdalena, son de gran valor. Aunque nunca podremos
probar si María Magdalena fue la esposa de Jesús, mucho menos si de esa
unión hubo hijos o hijas, asumimos esta hipótesis y la tenemos en cuenta
porque nos coloca en una magnífica pista para cuestionar y rechazar la
tradicional misoginia de las iglesias cristianas, especialmente de la iglesia
católica. Igualmente, nos conduce a una reflexión indispensable: ¿Qué
cambiaría en el mensaje de Jesús, qué alteraría en la revolucionaria idea de
Dios que Jesús proclamó, si él hubiera sido pareja sexual de María, la de
Magdala?