Bienaventuranzas, a pocos kilómetros de Cafarnaum. Y con
nosotros, Jesucristo, que nos concede una nueva entrevista para
Emisoras Latinas, entrevistas que surcan el ciberespacio a través
de nuestra página en Internet. ¿Cómo se siente usted aquí, donde
pronunció uno de sus discursos más inolvidables?
JESÚS Muy emocionado, la verdad.
RAQUEL Según investigué, en este monte usted habló de la ley y los
profetas, de ponernos en manos de la providencia, de la eficacia
de la oración, de la regla de oro...
JESÚS No sé si hablé de tantas cosas... Pero sí recuerdo que dije el
mensaje más importante del Reino de Dios.
RAQUEL Se referirá, sin duda, a las bienaventuranzas, porque este
monte, precisamente, se llama así, el Monte de las
Bienaventuranzas.
JESÚS Había llovido mucho la noche anterior, me acuerdo... Cayó
granizo. Los campesinos perdieron la cosecha, lo habían perdido
todo. Los terratenientes no querían abrir sus graneros, los
usureros ya afilaban los colmillos.
RAQUEL Y en esa difícil coyuntura, usted reunió a la gente y les habló.
JESÚS Sí, éramos muchísimos, el pueblo estaba desesperado, los niños
sin comer, las viudas pidiendo limosna...
RAQUEL Y fue entonces cuando usted les prometió el reino de los cielos.
JESÚS ¿Cómo que el reino de los cielos?
RAQUEL Es decir, usted les dijo que después de este valle de lágrimas
entrarían en el reino de los cielos, ¿no fue así?
JESÚS No, yo no dije eso.
RAQUEL Usted dijo: Bienaventurados los pobres de espíritu porque...
JESÚS No, no, no. Yo dije los pobres. A secas. Los pobres-pobres.
RAQUEL Pero... pero en uno de los evangelios, creo que es en el de
Mateo, usted se refiere a los pobres de espíritu...
JESÚS Pues me jugó una mala pasada mi amigo Mateo. Lo habrá hecho
con buena intención. Pero se lo interpretaron torcidamente.
RAQUEL ¿Usted no se refería a las personas que tienen un corazón
humilde?
JESÚS Yo me refería a los pobres. A los hambrientos. A las que lloran de
frío. A los sin techo, sin tierra, sin trabajo. A los que no teníamos
un pan que llevarnos a la boca.
RAQUEL ¿”No teníamos”?... ¿Usted también se incluía entre esos pobres?
JESÚS Sí, yo era uno de tantos. Yo también pasé hambre. Por eso me
decían “médico, cúrate a ti mismo”. Porque yo era un pobre diablo
sin un denario en la bolsa... ¡y hablaba de la liberación de los
pobres!
RAQUEL La liberación en el reino de los cielos, en el más allá.
JESÚS No, Raquel. La liberación en la tierra, en el más acá.
RAQUEL ¿Puede explicarse mejor?
JESÚS Yo hablé del Reino de Dios y, por lo que veo, algunos entendieron
Reino de los Cielos.
RAQUEL ¿Y cuál es la diferencia? No la agarro.
JESÚS Que los cielos están muy arriba y muy lejos. Que el Reino de los
Cielos es una promesa para muy tarde, un consuelo para después
de la muerte.
RAQUEL ¿Y no fue eso lo que usted tanto predicó?
JESÚS Todo lo contrario, Raquel. El Reino de Dios es para ahora. Para
hoy. No es para la otra vida, sino para esta vida.
RAQUEL ¿Qué más dijo Jesucristo en este monte? ¿Qué significa el Reino
de Dios? Una breve pausa comercial y continuamos en directo
desde el Monte de las Bienaventuranzas. Raquel Pérez. Emisoras
Latinas. ¡Adelante, estudios!
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
Ni listado moral ni consuelo para el futuro
El Monte de las Bienaventuranzas es una colina situada a unos kilómetros de
Cafarnaum. En su cima hay una iglesia de forma octogonal, en recuerdo de las
ocho bienaventuranzas mencionadas en el evangelio de Mateo, al recoger uno
de los mensajes más conocidos y famosos de Jesús de Nazaret, uno de los
que mejor condensa lo esencial de su teología.
A veces se interpretan las “bienaventuranzas” como una lista de normas de
conducta: “se debe” ser pobre, “se debe” ser misericordioso... Esta
interpretación moralista falsea el contenido de esta “buena noticia” destinada a
los pobres, a los perdedores, a los sin poder. Las bienaventuranzas no son
normas morales ni mucho menos una fórmula de consuelo para aquellos y
aquellas a quienes les va mal en este mundo para decirles que, a cambio, les
irá bien en el “más allá”.
Dios toma partido por los pobres
Felices los pobres es la bienaventuranza que las resume todas. Jesús llamó
felices a los pobres porque les anunciaba que Dios está de su parte y que, con
esa convicción de que Dios no es neutral ante sus miserias, se unirían a otros
pobres y dejarían de ser pobres. Jesús no llamó “felices” a los pobres porque
se portaran bien, o porque aguantaran sin chistar sus miserias, sino porque
eran pobres. La buena noticia que les anunció es que Dios los prefiere a ellos,
y no porque sean buenos, sino porque son pobres. Dios, como justo que es,
quiere que haya justicia y que los pobres dejen de serlo.
Pobres y pobres “de espíritu”
Se ha especulado y discutido mucho sobre quiénes son los pobres a los que se
refirió Jesús en las bienaventuranzas. El texto de Lucas (Lucas 6,20-26) habla
de “pobres” y el de Mateo (Mateo 5,1-12) de “pobres de espíritu”. La tradición
de Lucas es la más primitiva. Los pobres a los que se dirigió Jesús son los que
realmente no tienen nada, los que tienen hambre. El “espíritu” que más tarde
añadió Mateo recoge las fórmulas empleadas por los profetas del Antiguo
Testamento, que hablaron del espíritu humilde de los “anawim” (pobres).
La palabra hebrea “anawim” es sinónimo de desgraciados, indefensos,
desesperanzados, hombres y mujeres que saben que están en manos de Dios
porque son rechazados por los poderosos, gentes marginadas tanto por la
religión del Templo como por el sistema político del Imperio. Lucas acentúa el
aspecto de opresión exterior. Mateo, el aspecto de la necesidad interior de
quienes padecen esa opresión exterior. Pero ninguno de los dos habla de “ricos
que son pobres de espíritu”.
Mateo y Lucas escribieron para públicos distintos. Las comunidades para las
que escribió Lucas estaban compuestas mayoritariamente por hombres y
mujeres oprimidos dentro de la poderosa estructura del imperio romano:
esclavos, habitantes de ciudades en las que existían enormes diferencias
sociales, gente explotada por duras condiciones de vida. Mateo escribió para
comunidades judías que tenían aún la tentación del fariseísmo: considerar
buenos sólo a los decentes, a los que cumplen las leyes. Los “pobres de
espíritu” de Mateo son el equivalente de los inmorales, los pecadores, los de
mala fama.
A pesar de esta diferencia de matiz, ambos evangelistas quisieron dejar bien
claro el sentido profético de las palabras de Jesús: Dios regala su Reino a los
pobres del mundo. A los pobres-pobres. El mensaje de Jesús en las
bienaventuranzas resultó revolucionario en la historia de las religiones. Además
de expresar que la norma moral no contaba para nada como criterio de la
benevolencia de Dios, anunció de qué lado estaba Dios en el conflicto histórico:
del lado de los de abajo.
Uno de tantos pobres
Jesús fue pobre, tan pobre como sus vecinos a los que anunció las
bienaventuranzas. Jesús no fue un maestro religioso que se “hizo pobre”, que
se disfrazó de pobre, para que los pobres lo entendieran mejor, como un signo
de la condescendencia divina con los miserables. Esta idea falsea la esencia
misma del mensaje cristiano, que afirma que fue un campesino pobre de
Nazaret quien nos habló de Dios con la voz más lúcida y más alta, que
establece que sin hacer justicia a los pobres no se conoce a Dios, que nos
enseña que no es “fuera de la Iglesia” ni “fuera del mundo”, sino “fuera de los
pobres” donde “no hay salvación” (Ver el desarrollo de esta idea central en los
evangelios en el texto “Fuera de los pobres no hay salvación” del teólogo
salvadoreño Jon Sobrino en www.envio.org.ni)