Narrador Es el primer día de la semana. Domingo por la tarde. Los discípulos y discípulas están reunidos con las puertas cerradas y bien atrancadas, por miedo a los judíos.
Juan ¿Por qué estamos encerrados? ¿De qué tenemos miedo?
Pedro ¿Y quién no va a tener miedo? Mataron a Jesús. Nos quieren matar también a nosotros.
Juan Pero Dios lo resucitó.
Pedro Son imaginaciones tuyas, Juan
Juan Y tuyas también, Pedro, porque lo vimos juntos.
Magdalena Yo también lo vi. Fui la primera, pero ustedes no me creen. Todavía no nos toman en cuenta a las mujeres.
Pedro Sí, Magdalena, tú fuiste la que empezó con esas fantasías.
Magdalena No son fantasías, Pedro. Lo que pasa es que le tienes miedo a la verdad.
Juan Te quieres quedar acomodado en el pasado, encerrado por puro miedo.
Magdalena Le tienes miedo al Reino de Dios, a las nuevas ideas que nos dejó Jesús. Prefieres refugiarte en tus ideas y tus tradiciones.
Pedro Es lo que manda la Ley
Juan El legalismo es otra puerta que nos encierra.
Pedro Pero está en la Biblia.
Juan El fundamentalismo bíblico es la puerta que más atranca a los cristianos.
Pedro No me faltés el respeto, que soy más viejo que vos y, además, Jesús me dejó las llaves del Reino de los cielos
TODOS RÍEN CON BURLA
Juan Ay Pedro. Las llaves del Reino no son para que te hagás el mandamás de la comunidad.
Magdalena Jesús nos enseñó que la autoridad es servicio.
Juan Por eso no te querías dejar lavar los pies el Jueves Santo, porque sabías que tendrías que hacer lo mismo.
Narrador Pedro se sienta, escondiendo la cara entre sus manotas de rudo pescador, reconociendo su falta de fe, cuando repentinamente llega Jesús, se pone de pie en medio de ellos y les dice:
Jesús ¡La paz esté con ustedes! No estén peleando, sino que vivan en paz. Miren mis manos y mi costado. ¿No son estas llagas más importantes que sus discusiones?
Pedro Perdón, Jesús. Déjame ungir tus llagas con aceite perfumado.
Jesús Pero no las llagas de mis manos y mis pies, sino las llagas de mis hermanos y hermanas que siguen sufriendo. Las llagas de los pobres que son azotados cada día por esta sociedad injusta.
Narrador Se miran unos a otros, como reprochándose su comportamiento. Jesús continúa:
Jesús Vean sus propias llagas y únjanlas con amor. Sólo quien sabe curarse a sí mismo de sus errores será capaz de sanar a los demás. Quien sana su vida será capaz de entregarla para una nueva vida, para hacer realidad otro mundo posible.
Narrador Los discípulos y discípulas se alegran mucho al ver al Señor. Se acercan a Él para escucharle mejor. No se quieren perder una sola de sus palabras. Jesús les vuelve a decir:
Jesús ¡La paz esté con ustedes! Felices quienes acogen el Reino de Dios. No pierdan sus energías en pleitos y divisiones, mejor empléenlas para luchar por la justicia y la paz. Como el Padre me envió a mí, así les envío yo también. Vayan a construir el Reino a todas partes. El árbol del Reino ya está plantado. Aunque golpeen su tronco y sus ramas, ya echó raíces y ésas no podrán cortarlas.
Narrador Dicho esto, sopla sobre ellos y les dice:
Jesús Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.
Narrador Tomás, uno de los Doce, apodado el Cuache, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Cuando llegó, los otros discípulos le dijeron:
Pedro Hemos visto al Señor.
Tomás Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.
Pedro No seás tonto, Tomás. No son las llagas de Jesús, sino las de los pobres
Magdalena Y las pobres.
Juan Las llagas que estás viendo todos los días.
TODOS EMPIEZAN A EXPLICARLE A TOMÁS.
Narrador Ahora todos y todas se sienten maestros. Ya han entendido a Jesús y quieren compartir su sabiduría. Las puertas están todavía bien cerradas, cuando Jesús viene y se pone en medio de ellos.
Jesús La paz esté con ustedes. Ven, Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos
Narrador En las manos y los pies de Jesús se ven tantas personas que son sus manos y sus pies. Pies que visitan enfermos y manos que los cuidan; pies que emigran al Norte y manos que envían las remesas a sus familias, manos que trabajan en la milpa todo el día y pies que traen la cosecha a su rancho
Jesús Mira mis llagas
Narrador En sus llagas se mira gente moribunda, sufriendo por enfermedades que se pueden prevenir y curar, porque no pueden pagar las medicinas; se ven niñas y niños desnutridos, migrantes que vieron truncado su sueño, campesinos despojados de su tierra y del beneficio de su trabajo y tantas víctimas del egoísmo, de la violencia organizada, de la delincuencia
Jesús Extiende tu mano y métela en mi costado.
Narrador En el costado de Jesús, en su corazón traspasado del que brota amor, se ven las pequeñas comunidades que comparten lo que tienen para que nadie pase necesidad, comunidades golpeadas por quienes no las toleran o no las entienden, comunidades de las que han brotado innumerables mártires, testigos y testigas de que otro mundo es posible, comunidades que van plantando nuevos árboles del Reino en cada lugar a donde llegan.
Jesús Deja de negar y cree.
Tomás ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús Crees porque me has visto. Felices quienes van a creer cuando vean sus obras, cuando vean cómo se aman. Sólo así reconocerán que son mis discípulos y discípulas: si se aman unos a otros y hacen que todos se amen más.
Narrador Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos y discípulas, que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Hijo de Dios que nos enseña a vivir de una manera diferente, amándonos de verdad unos a otros. Muchas otras señales milagrosas están haciendo las comunidades en presencia de un mundo hostil. Tampoco están escritas, pero se están dando para que crean que otro mundo es posible y para que sigan la misión de Jesús: hacer presente el Reino de Dios en donde viven. Crean, hagan esto y tendrán vida por su Nombre. Felices quienes acogen el Reino de Dios y lo hacen realidad.