sinagoga de Cafarnaum. Y como en días anteriores, contamos
con la presencia de Jesucristo y...
JOVEN Con su permiso... ¿podría interrumpir?
RAQUEL En Emisoras Latinas nadie interrumpe y todos participan. ¡Ése es
nuestro lema!
JOVEN ¿Usted... usted no es la periodista de Emisoras Latinas?
RAQUEL La misma. ¿Y tú?
JOVEN Soy un fiel oyente de su programa y además...
RAQUEL ¿Además?
JOVEN ... pertenezco a la iglesia apostolar Jesucristo Viene.
RAQUEL ¿De veras?... ¡Pues tienes la oportunidad de hablar ahora con
Jesucristo que ya vino.
JOVEN Es que como usted está sacando unos reportajes con él...
¿Dónde está él?
JESÚS Aquí estoy, amigo... ¿No me ves?
JOVEN ¿Usted... es Jesucristo, el que está saliendo por radio estos días?
JESÚS Me llamo Jesús. Lo de Cristo me lo pusieron después.
JOVEN La verdad... me lo imaginaba de otra forma...
JESÚS Con una corona en la cabeza... Echando rayos por las manos...
¿algo así?
JOVEN Bueno, no... sí... No se me parece mucho, pero... ¡aleluya, gloria
a Dios! Yo no soy periodista, Maestro, pero quiero hacerle una
pregunta. Algo personal...
RAQUEL ¿No te importa que lo saquemos al aire?
JOVEN No, como quiera...
JESÚS ¿Y de qué se trata, amigo?
JOVEN El pastor de mi iglesia siempre repite y repite y repite que Dios
bendice a quienes obran el bien. ¿Es verdad eso?
JESÚS Dime primero qué significa para ti ser “bendecido por Dios”.
JOVEN Ser bendecido es tener prosperidad. Prosperar. Que te vaya bien
en los negocios... Hasta te puedes sacar la lotería y paras de
sufrir para el resto de tu vida.
JESÚS Pues entonces a mí Dios no me bendijo nunca... porque
yo no tenía ni dónde reclinar la cabeza.
RAQUEL Si nuestra audiencia te está entendiendo bien, muchacho, lo que
tú quieres saber es si la riqueza material es la prueba de la
bendición espiritual. Mientras más rico, más bendecido. ¿Es eso?
JOVEN Exactamente. ¿Usted qué dice, Jesucristo?
JESÚS Así pensaban en mi tiempo. Así creía Job, aquel hombre tan
honesto... Una vez me leyeron su historia en la sinagoga. Job
tenía hijos, rebaños, riquezas, prosperaba... Y de un día al otro, lo
perdió todo. Job no entendía por qué Dios lo había castigado si él
se había portado bien.
JOVEN Lo mismo pregunto yo. Fíjese, yo cumplo con mi familia, con mi
trabajo, no le hago daño a nadie, hasta me metí a emprendedor...
Un fracaso. En todo me ha ido mal. ¿Por qué Dios no me bendice
a mí?
JESÚS Dime, ¿cómo te llamas?
JOVEN Torcuato.
JESÚS ¿Torcuato?
JOVEN Hasta el nombre me lo pusieron feo. Yo soy un desgraciado.
JESÚS No digas eso, amigo. Y no creas lo que te dicen. Si las riquezas y
los triunfos fueran la prueba de la bendición divina, mi madre
María y mi padre José, y yo mismo, seríamos unos malditos de
Dios... ¡porque nunca tuvimos un cobre!
JOVEN ¿Entonces?
JESÚS La bendición de Dios no es la riqueza que se tiene, sino el amor
que se da. Amar a los demás, luchar por los demás. Créeme,
Torcuato, más feliz es quien da que quien recibe.
JOVEN ¿Y... y yo?
JESÚS Dios te bendice. Ten por seguro que él también te invita a su
banquete.
JOVEN Jesucristo, me ha dado tanta alegría conocerlo... ¿Cómo puedo
agradecerle? ¿Aceptarían venir a mi casa, usted también
señorita? Sólo puedo ofrecerles un té con pan...
JESÚS Té con pan... ¡casi un banquete!... ¡Vamos a tu casa, Torcuato!...
Después seguimos con tus preguntas, Raquel.
RAQUEL Pues, sí, pero... déjenme despedir el programa. Desde
Cafarnaum y para Emisoras Latinas, reportamos en esta jornada
de hoy Raquel Pérez... y Torcuato.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
La teología de la prosperidad
La Teología de la Prosperidad, muy de moda actualmente entre iglesias neo-
pentecostales y neo-carismáticas evangélicas, enseña que la prosperidad
económica y el éxito, especialmente en los negocios, es una evidencia externa
de la bendición de Dios. Esta enseñanza, común entre los tele-predicadores,
tan abundantes en Estados Unidos desde los años 60, fue trasplantada a
América Latina desde los años 80. En el libro “Los banqueros de Dios”
(Ediciones Puma, Lima 2002), el pastor bautista peruano Martín Ocaña señala
que esa teología es una apología de la prosperidad de la sociedad
estadounidense, como canon para medir si una sociedad es cristiana o no. Con
abundantes citas de los predicadores de la prosperidad y extensa bibliografía,
el libro explica la hermenéutica neo-pentecostal y conceptos muy presentes en
su “teología” como el “avivamiento”, las “misiones” y el “bienestar”.
Leyendo la Biblia fuera de contexto, los “teólogos de la prosperidad” plantean
ideas como éstas: el pecado de Adán fue hacer perder productividad a la
humanidad, José de Nazaret era un empresario maderero, Jesús se rodeó de
amigos y de damas ricas y disponía de tanto dinero que necesitó un tesorero,
los discípulos de Jesús eran empresarios de la pesca, nunca es voluntad de
Dios que un cristiano sea pobre... Igualmente, estos grupos han convertido en
una consigna para sus fieles que “mientras más den más recibirán”: serán
bendecidos en la medida en que entreguen los diezmos a los pastores y
limosnas a los templos.
Hay una profunda preocupación entre las iglesias protestantes históricas por la
avalancha neo-pentecostal, que siempre viene acompañada de la teología de
la prosperidad. Como un antídoto sencillo frente a esta “teología”, el pastor
bautista estadounidense Calvin George ofrece, por ejemplo, estas reflexiones
en uno de sus textos en Internet: Hay muchas cosas que el dinero no puede
comprar. El dinero comprará una cama pero no sueño, libros pero no sabiduría,
comida pero no apetito, adornos pero no belleza, atención pero no amor, una
casa pero no un hogar, un reloj pero no tiempo, medicina pero no salud, lujo
pero no cultura, admiración pero no respeto, póliza de seguros pero no paz,
diversión pero no felicidad, un crucifijo pero no un Salvador.
Pare de sufrir
La “teología de la prosperidad” ha sido difundida masivamente en América
Latina por las iglesias evangélicas neo-pentecostales. De forma activa y con
enormes recursos económicos la ha abanderado la Iglesia Universal del Reino
de Dios (IURD), agrupación fundada en 1977 en Brasil por Edir Macedo
Bezerra. Después de llenar ese país de templos gigantescos, la IURD se ha
extendido por todos los países de América Latina y por algunos del mundo,
siendo característica de este grupo transformar antiguos cines en templos. En
algunos países la organización cambia de nombre y se llama también “Oración
fuerte al Espíritu Santo”, “Comunidad Cristiana del Espíritu Santo” o “Arca
Universal”. Varias asociaciones dirigidas a un público especializado integran
también la IURD. Entre ellas, la Iglesia Sara Nossa Terra y la Asociación del
Evangelio Pleno, que captan a fieles entre las élites políticas y económicas y
los Atletas de Cristo, que capta a deportistas.
La IURD es también conocida por el nombre de sus programas radiales y
televisivos “Pare de Sufrir”. La IURD se declara cristiana, evangélica y
pentecostal, pero prácticamente todas las organizaciones evangélicas y
pentecostales la rechazan. Es esencial en su “credo” el pago de diezmos, la
lucha contra los demonios, la creencia en milagros y el uso de objetos
“sagrados” para entrar en contacto con la divinidad. En sus templos y en sus
programas radiales y televisivos venden todo tipo de amuletos: piedras de la
tumba de Jesús, la rosa milagrosa de Jericó, agua bendita del río Jordán, sal
bendecida por el Espíritu Santo, aceite de Israel... Investigaciones realizadas
en varios países y la escucha atenta de los mensajes de este grupo conducen
rápidamente a la conclusión de que se trata de un fabuloso negocio y un fraude
en el que caen personas incautas, necesitadas y desesperadas, a las que sus
crisis económicas y emocionales las conducen a expectativas ilusorias y a un
fanatismo irracional.
La historia de Job
Unos 500 años antes de Jesús, un autor anónimo escribió uno de los libros
más sugerentes de la Biblia, el Libro de Job. En él se cuenta la historia de un
hombre bueno, que sufrió toda clase de calamidades. Las páginas del libro
recogen sus interrogantes ante el dolor, que considera absurdo, injusto,
inmerecido. En su crisis, Job enfrenta a varios amigos que le hacen
consideraciones piadosas, buscando que se resigne. Job no lo hace y se
enfrenta a Dios, al que hace responsable último de sus males.
El personaje de Job, rebelde ante el sufrimiento, interpelando a Dios, significó
una auténtica revolución en el pensamiento religioso de Israel. Mucho antes de
Job, se creía que los premios y castigos de Dios eran para todo el pueblo, para
el colectivo. Pero en tiempos de Job, el judaísmo ya no era sólo la religión del
pueblo, sino también una religión personal. Y como no había una idea muy
clara de lo que sucedería tras la muerte, se creía, se esperaba, que cada quien
recibiría en la tierra el premio o el castigo por sus actos personales. Al bueno le
iría bien, sería feliz, prosperaría. Y al malo le tocarían tarde o temprano
fracasos y sufrimientos.
El Libro de Job vino a contradecir radicalmente estas ideas. Su tema se resume
en una sola e inquietante pregunta: ¿Por qué sufren los buenos, qué sentido
tiene el dolor de los inocentes? ¿Por qué tienen éxito los injustos? Y aún más
allá: ¿Cómo se explica el mal que hay en el mundo, por qué hay tanto mal en el
mundo? A lo largo de 38 capítulos, y de todas las maneras posibles, Job
plantea una y otra vez estas mismas cuestiones. A partir de este libro, la
reflexión del pueblo de Israel sobre el dolor y la responsabilidad individual varió
sustancialmente.
Jesús no prosperó
Toda la vida de Jesús y el fracaso “económico y político” de su proyecto, con
su muerte violenta, cuestionan radicalmente la teología de la prosperidad. En la
vida de Jesús y en su muerte Dios no aparece vinculado ni al éxito ni al poder.
Aparece vinculado al amor y al compromiso por hacer realidad la justicia, aun
cuando, a causa de los grandes obstáculos de este proyecto, muchas veces las
cosas no salgan como las deseábamos. Toda la imaginería del Dios
todopoderoso y triunfador cambia radicalmente en Jesús, un hombre frágil, que
fracasa y es asesinado. Esa imaginería, que apunta al triunfo y al éxito, que
lleva a identificar el liderazgo con el poder y la pompa, retorna en la dogmática
del Jesucristo resucitado, que se convierte en rey del universo, todopoderoso
juez sentado en un trono de gloria.