de Jerusalén a Jericó. Este paisaje desolado es el escenario de
una de sus más importantes y recordadas parábolas. ¿Es así o
me equivoco?
JESÚS No, no te equivocas. Los maestros de la Ley me preguntaron un
día cuál era el mandamiento principal.
RAQUEL ¿Y no lo sabían ellos, que eran maestros?
JESÚS De sobra lo sabían. Ama a Dios y ama a tu prójimo, les dije. Pero
insistieron: ¿Y quién es mi prójimo? Querían provocarme.
RAQUEL ¿Y usted?
JESÚS Yo les conté una historia para provocarlos a ellos. Una vez un
hombre fue herido por bandoleros en este mismo camino. Pasó
un sacerdote y no lo vio. Pasó un levita y tampoco. Pasó un
samaritano, se acercó y lo ayudó. Entonces, les dije a los
maestros de la Ley: Tu prójimo está en el camino, tu prójimo es
quien te necesita. También les dije: de esos tres, el samaritano
fue el único que amó a Dios.
RAQUEL ¿Y funcionó su provocación?
JESÚS Sí, se alejaron furiosos.
RAQUEL ¿Por qué tanta furia?
JESÚS Por el samaritano. De muchacho, yo escuchaba: “Samaritano:
pagano y marrano”. Los despreciaban. No eran judíos puros, no
se mezclaban con nadie. Lo que colmaba la copa era que los
samaritanos no creían ni en los sacerdotes ni en el Templo ni en
el Dios de los judíos.
RAQUEL ¿Eran ateos?
JESÚS Esa palabra no la usábamos en mi tiempo. Pero sí, los
samaritanos no creían en nuestro Dios. Eran... eran eso: ateos de
nuestro Dios.
RAQUEL ¿Cómo es la cosa? ¿Se puede ser ateo de un Dios sí y de otro
no?
JESÚS Hay dioses falsos, que son ídolos. Hay que derribarlos, dejar de
creer en ellos.
RAQUEL ¿Se refiere a la actual crisis de fe?
JESÚS En mi tiempo, fueron los sacerdotes, con sus privilegios, y los
levitas, con sus leyes y más leyes, los que provocaron la crisis de
fe.
RAQUEL Pues en este tiempo pasa algo parecido. Ya se habrá dado
cuenta. Mucha gente se proclama atea por los malos ejemplos de
los sacerdotes, de los pastores...
JESÚS Bienaventurados esos ateos, ellos encontrarán a Dios.
RAQUEL ¿Una nueva bienaventuranza?
JESÚS Mira, Raquel, los sacerdotes de Jerusalén adoraban a un ídolo
que exigía sacrificios de sangre, imponía cargas insoportables,
rechazaba a las mujeres, a los enfermos...Yo me rebelé contra
ese Dios, yo le dije a mis paisanos que no creyeran en ese Dios...
Yo también fui ateo, ateo de ese Dios.
RAQUEL Entonces, ¿usted no condena el ateísmo?
JESÚS ¿Cómo voy a condenarlo? Puede ser un atajo para llegar al Dios
verdadero. Es necesario dejar de creer en dioses falsos para
buscar y encontrar a Dios.
RAQUEL ¿Cómo explica esta afirmación... tan desconcertante?
JESÚS La expliqué en este mismo camino... Escucha, Raquel, cuando se
encuentra al verdadero Dios ya no se mira hacia arriba sino a los
lados. El sacerdote y el levita creían en un dios falso, un dios en
las nubes. Fue el samaritano el que realmente creyó en Dios
porque vio al herido, se acercó a él, y se hizo su prójimo. Sólo
cree en Dios quien ama a su prójimo.
RAQUEL Desde el camino del buen samaritano y, desde hoy, del buen
ateo, en el desierto de Judea, Raquel Pérez. Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
En el camino que va de Jerusalén a Jericó
Actualmente, el camino que va de Jerusalén a Jericó es, como en tiempos de
Jesús, impresionante por su desnudez. Está flanqueado por montañas grises y
áridas. En uno de sus recodos una pequeña capilla, llamada del Buen
Samaritano, recuerda la parábola de Jesús (Lucas 10,25-37). Jesús empleó
una auténtica teología “de la provocación” al hacer protagonista de una de sus
más importantes parábolas a un samaritano.
Teología de la provocación
Aunque los samaritanos eran descendientes de las tribus que formaron el
pueblo de Israel, la rebelión que ocurrió unos mil años antes de Jesús los
distanció de los judíos del sur, que establecieron su centro religioso en el
monte de Sión, en Jerusalén, mientras los samaritanos lo establecían en
Siquem y en el monte Garizim. Dos siglos después, los samaritanos fueron al
exilio y experimentaron un mestizaje que los hizo aún más “diferentes” a los
ojos de los judíos. En tiempos de Jesús los samaritanos eran muy mal vistos
por los judíos, especialmente por los maestros y doctores de la Ley. Sentían
por este pueblo un profundo desprecio, mezcla de nacionalismo y de racismo.
Consideraban también que los samaritanos no creían en Dios, porque creían
en “otro” Dios, distinto al de ellos, al celebrarle “otros” cultos en “otro” templo.
Comentando la “teología de la provocación” de Jesús dice el teólogo español
José María Marín: Jesús provocaba un choque emocional para sacar a sus
oyentes de posibles torcidas interpretaciones, cuando él reprochaba sus
conductas o animaba al seguimiento de su predicación y consejos. Cuando
cuenta la parábola del buen samaritano, las expectativas de sus oyentes eran
que, tras la insolidaridad del sacerdote y del levita judíos, aparecería un
israelita justo, como “héroe” que ayudara al viajero maltrecho. Pero el que llega
como “héroe” es el enemigo nato: el hereje, el samaritano. Jesús frustra todas
las expectativas de sus oyentes para mostrar que en el reino de Dios
desparecen todas las fronteras entre los humanos, pues todos son prójimos. Al
deshacer esas expectativas excita sus emociones para hacer más fuerte su
reacción.
Donde tú dices Dios...
En los años 70 se hizo muy popular una canción del español Ricardo
Cantalapiedra que musicalizaba el poema “Equívocos” del obispo Pedro
Casaldáliga: Donde tú dices ley / yo digo Dios / Donde tú dices Dios / yo digo
libertad, justicia y amor.
Tras los versos y la melodía había una pregunta esencial: ¿qué queremos decir
cuando decimos “Dios”, qué quiere decir que “creemos en Dios”? Por
coherencia, a la pregunta ¿cree usted en Dios? no deberíamos responder
rápidamente con un sí o un no. Deberíamos demandar una precisión: ¿de qué
Dios me habla? Y esto, porque no existe tal vez en el diccionario una palabra
tan llena de significados contradictorios como la palabra “Dios”.
La idea o ideas que se expresan en la palabra Dios tienen una prolongadísima
historia en la Humanidad, en la trayectoria que ha experimentado la conciencia
humana. Y ese proceso de ir transformando la idea de Dios, de hacerla
evolucionar contrastándola con los avances de la filosofía, de la política, de la
sociología, de la ciencia, esas distintas teologías ―surgidas de esos
contrastes―, no ha sido vivida al mismo tiempo ni al mismo ritmo en las
diferentes culturas, en los diferentes pueblos, mucho menos en los diferentes
individuos.
Y así, en el siglo XXI, muchas personas super-modernas en su forma de vestir,
de hablar, de actuar, pueden estar creyendo en Dios con la idea del Dios
medieval: creen en un Dios que determina todos los acontecimientos históricos
y ordena todos los desastres naturales, premiando y castigando a comunidades
e individuos para demostrar su omnipotencia o para probar la fe de sociedades
y personas. Creen que Dios gobierna su vida y fija su destino. Son modernas,
pero su Dios es pre-moderno.
Dónde está Dios
La pregunta sobre el sentido que encierra la palabra Dios se hace más urgente
y dolorosa cuando Dios aparece vinculado a estructuras de poder explotador y
criminal. Es esa vinculación histórica la raíz de muchos “ateísmos”,
especialmente en el continente más cristiano y con mayores desigualdades del
planeta, América Latina.
La canción del argentino Atahualpa Yupanqui, “Preguntitas sobre Dios” es una
más entre muchas que expresaron dramáticamente este problema en los años
de mayor presencia de la Teología de la Liberación, que fueron también años
de dictaduras militares, injusticias sociales y canciones testimoniales o de
protesta en toda América Latina.
Dice la canción: Un día yo pregunté: / Abuelo, ¿dónde está Dios? / Mi abuelo
se puso triste / y nada me respondió. / Mi abuelo murió en los campos / sin
rezo ni confesión / y lo enterraron los indios / flauta de caña y tambor. / Al
tiempo yo pregunté: / Padre, ¿qué sabes de Dios? / Mi padre se puse serio / y
nada me respondió. / Mi padre murió en la mina / sin doctor ni protección /
color de sangre minera / tiene el oro del patrón. / Mi hermano vive en los
montes / y no conoce una flor / Sudor, malaria, serpientes / la vida del
leñador. / Y que nadie le pregunte / si sabe dónde está Dios. / Por su casa no
ha pasado / tan importante señor. / Yo canto por los caminos / y cuando estoy
en prisión / oigo las voces del pueblo / que canta mejor que yo. / Hay un asunto
en la Tierra / más importante que Dios / y es que nadie escupa sangre / pá que
otro viva mejor. / ¿Que Dios vela por los pobres? / Tal vez sí y tal vez no. /
Pero es seguro que almuerza / en la mesa del patrón.
Prójimo: a quien yo me a-proximo
Ante tantos “ateísmos” nutridos en los malos ejemplos de quienes dicen
representar a Dios, en sus injusticias y complicidades con el poder abusivo, la
parábola de Jesús resulta profundamente revolucionaria y provocadora: Jesús
dice que Dios no está en el templo ni en el cumplimiento de la ley, sino en el
prójimo, en la relación que establezcamos con el prójimo, al a-proximarnos (al
hacernos prójimos) de quien nos necesita. Prójimo no es sólo aquel que yo
encuentro en mi camino, sino aquel en cuyo camino yo me pongo, así lo
formula Gustavo Gutiérrez en su libro pionero “Teología de la liberación.
Perspectivas.” (1973). En la provocadora parábola de Jesús, quien “entiende”
esto y quien lo practica no es ningún representante de Dios, sino un
samaritano, un ateo.
La Ateología, una filosofía
El escritor y filósofo francés Georges Bataille (1867-1962) propuso en 1950
publicar lo que llamó “La Suma Ateológica”, glosando la clásica “Suma
Teológica” de Tomás de Aquino. Bataille pensaba reunir en ese tratado
argumentaciones y textos que condujeran al lector a un informado, serio y sano
ateísmo. El concepto “ateología” nació de este pensador, que nunca hizo
realidad su proyecto.
Fue retomado recientemente por el filósofo y profesor francés Michel Onfray en
su “Tratado de ateología” (Anagrama, 2006), un libro en el que hace la crítica
de las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e Islam,
promueve el valor del ateísmo como una postura humanista, constructiva y
positiva y propone incluso que en las escuelas debe enseñarse Ateísmo como
una asignatura. Onfray ubica como “padre” del ateísmo como filosofía
sistemática al sacerdote católico francés Jean Meslier (1664-1729), un
verdadero revolucionario social, que escribió al final de su vida el libro
“Memoria de pensamienos y sentimientos de Jean Meslier”, en el que hacía
demostraciones claras y evidentes de la vanidad y falsedad de todas las
divinidades y de todas las religiones del mundo.
La reivindicación del ateísmo tiene dos vertientes: la negación de la existencia
de Dios. Y otra, más compleja: el cuestionamiento de determinadas ideas de
Dios, tal vez las mayoritarias en determinadas etapas de la historia o en
determinadas culturas y países. A lo largo de la historia han sido llamados
“ateos”, y han sido hasta llevados a la hoguera y asesinados como tales,
personas muy diversas que nunca negaron a Dios, sino que rechazaron
“verdades” sobre Dios que predicaban oficialmente las instituciones religiosas
con poder represivo. “Ateos” que negaban el infierno, la predestinación, el
pecado original, la autoridad del Papa, la virginidad de María...
En www.angelfire.com/az/ateismo/bibliografia.html se encuentra una “Pequeña
bibliografía sobre ateísmo e historia del cristianismo” con títulos y autores muy
variados, interesantes y sugerentes.
El meme Dios
Negar la existencia de Dios no es tarea sencilla. Y no por razones espirituales o
morales. El científico británico Richard Dawkins, en su libro “El gen egoísta”
(Salvat, 2000), nos ha enseñado la existencia de “otros” genes diferentes a las
estructuras bioquímicas que se replican y se transmiten biológicamente y que
constituyen la información que configura nuestros cuerpos.
A esas “otras” estructuras las llama “memes” (“mems” en inglés). Las define
como unidades de pensamiento ―ideas, valores, conceptos― que elaboran los
cerebros y, a través de la cultura y de cerebro a cerebro, se replican, se
transmiten y se heredan. Al igual que los genes, los “memes” se recombinan,
se seleccionan, aparecen y desaparecen, y algunos prevalecen sobre otros. El
Diccionario de Oxford contiene ya la definición de meme: Elemento de la
cultura que es autorreplicador y que se transmite a través de la imitación.
Según Dawkins, en el acervo mémico de la Humanidad no hay meme tan
universal y de tanta persistencia como el meme “Dios”.
Jesús transformó la idea de Dios
Con palabras y con acciones, Jesús transformó la idea de Dios que era
mayoritaria en su tiempo, en su cultura y en su país. Dio pistas a la Humanidad
para construir una idea alternativa de Dios. En eso radica su grandeza, por eso
es fuente de inspiración para tantos seres humanos. En ese sentido, Jesús fue
“ateo” del Dios que prevalecía en la cultura religiosa de sus paisanos, así como
todos somos ateos respecto a una mayoría de dioses en los que la Humanidad
ha creído en otros tiempos y lugares.
Jesús fue innovador, provocador, al contrastar su idea de Dios con la de sus
paisanos. Jesús llamó a Dios “papá” y en varias ocasiones lo comparó con una
mujer. Lo presentó como un Dios que no enferma a nadie ni discrimina a nadie,
que no es castigador ni nacionalista, que toma partido por los excluidos:
mujeres, niñas, niños, enfermos, pobres, los sin tierra, las sin marido, viudas,
repudiadas. Rechazó los sacrificios para agradar a Dios y privilegió la “religión”
de las relaciones humanas. Y enfrentó, en nombre de Dios y con una pasión
que contagió a muchos de sus paisanos, a los sacerdotes (hombres sagrados),
al sábado (ley sagrada del día sagrado), al templo (lugar sagrado),
cuestionando, y hasta arrasando, con cualquier jerarquía basada en esa
dicotomía tan propia de las religiones: sagrado-profano, puro-impuro, santo-
pecador. Estas ideas revolucionarias transformaban la idea de Dios, colocaban
a Dios en otro “lugar”. Por estas ideas, Jesús fue perseguido y finalmente
asesinado.
Jesús es el referente histórico de quienes creen en otra imagen de Dios y en
otro “lugar” para encontrar “lo divino”. Desde Jesús, lo divino no estará nunca
más en el Dios de la teocracia política del judaísmo, sino en una trascendencia
dentro de las relaciones humanas basadas en el cuidado, la equidad, la
inclusión, la compasión, la solidaridad... El Dios de Jesús nunca será hallado
en la dogmática, en las leyes o en la institución política del cristianismo.