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38- ¿Voto de castidad?
Descripción:

¡100 entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra! Los autores de OTRO DIOS ES POSIBLE son los hermanos López Vigil, conocidos ya en la región por su anterior producción radiofónica UN TAL JESÚS.

Libreto:
RAQUEL Emisoras Latinas desde el monasterio de Qumram, donde se

descubrieron los famosos rollos del Mar Muerto. Después de

nuestra última entrevista, algunos religiosos han llamado molestos

y frustrados. Dicen que ellos han renunciado a los placeres del

mundo por seguirlo a usted, Jesucristo.

JESÚS ¿Y a qué placeres han renunciado?

RAQUEL Me imagino que a comer, bailar, disfrutar la vida... Algunos

monjes renunciaron hasta a hablar.

JESÚS ¿No hablan?

RAQUEL Lo imprescindible. Dicen que en el silencio se acercan más a

Dios.

JESÚS ¡Qué desvarío!... ¿No fue Dios quien nos regaló la lengua para

hablar y los oídos para escuchar?

RAQUEL Lo que más les cuesta es no casarse. Dicen que fue usted quien

les ordenó renunciar al matrimonio, quien les aconsejó hacerse

eunucos por el Reino de los Cielos. Castrarse.

JESÚS ¿Que yo les mandé castrarse?

RAQUEL Dicen que usted dijo que algunos nacieron y otros se hicieron

así por seguirlo a usted.

JESÚS ¡Cómo se parecen a mis paisanos, cantaban cuando había que

llorar y lloraban cuando había que cantar!... Todo lo entendían al

revés.

RAQUEL Pero, entonces, ¿qué quería decir usted cuando habló de los

eunucos?

JESÚS Que cada quien tiene que andar su propio camino. En libertad, sin

prohibiciones. Y que todos los caminos llevan a Dios si tienes el

corazón limpio. Si quieres casarte, cásate. Si no quieres casarte,

tus motivos tendrás.

RAQUEL Sea como sea, su iglesia propone la vida de castidad como

camino de perfección.

JESÚS No puede ser porque si todos siguieran ese camino, se acababa

el mundo. Dios no puede llamar perfecto a lo que arruina su

creación.

RAQUEL ¿Y cuál es, entonces, la vía de perfección?

JESÚS La que cada quien anda, si la anda con libertad, con amor. No hay

un solo camino. En la casa de Dios hay muchos lugares. Cada

quien tiene que descubrir el suyo.

RAQUEL Entonces, según usted, ¿la virginidad que practican los

religiosos, las monjas, no es un estado superior al matrimonio, no

es más espiritual?

JESÚS ¿Cómo va a ser superior y más espiritual? Yo siempre comparé el

Reino de Dios con un banquete de bodas. Nunca con un

monasterio ni con un desierto. Porque Dios es amor y lo más

parecido a Dios es el amor de una pareja.

RAQUEL Pues éstos renuncian a la pareja y hasta mortifican su propio

cuerpo para elevar el espíritu... se flagelan, se dan golpes...

JESÚS ¿Y quién les dio ese cuerpo sino Dios? El cuerpo es sagrado, es

el templo de Dios. ¿Cómo van a castigar lo más bello que han

recibido?

RAQUEL Lo castigan y lo ocultan. ¿No vio en Jerusalén? Iban por las

calles con sotanas negras, hábitos cerrados, cofias

extravagantes... Fíjese en aquellos que se están bajando del

autobús y que vienen de visita a Qumran...

JESÚS ¿Quiénes son ésos?

RAQUEL No estoy segura, pero por las cruces, las cadenas y las botas...

creo que son unos llamados Legionarios de Cristo... o Heraldos

del Evangelio, no sé... es decir, soldados suyos.

JESÚS ¿Soldados míos?

RAQUEL Así se llaman ellos.

JESÚS ¿Y por qué se visten tan raro?... Tú me estás viendo, Raquel.

¿Cómo estoy vestido yo?

RAQUEL Normal, como todos aquí. Diríamos, casual. Tal vez por eso no lo

buscan otros periodistas, porque lo ven como uno de tantos.

JESÚS Yo pienso que el Reino de Dios es levadura, Raquel. Dile a la

gente que te está escuchando que si la levadura se separa de la

masa, se pudre. El Reino de Dios es sal. Si la sal se esconde,

pierde el sabor. Se muere, como las aguas de este Mar Muerto.

RAQUEL Pues desde el Mar Muerto, reportó Raquel Pérez, Emisoras

Latinas. Les recordamos que estas y las anteriores entrevistas

con Jesucristo las pueden encontrar en www.emisoraslatinas.net

CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL

LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su

segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José

Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...

La sexualidad: placer sagrado

Hay religiones que aceptan el cuerpo, hay otras que lo desprecian, pero no hay

ninguna que lo ignore. Todas las religiones tienen la tendencia a controlar las

dos principales funciones del cuerpo: la alimentación y la sexualidad. Por ser

un impulso tan vital, la sexualidad, vinculada al sentido de la vida y de la

muerte, ha ocupado un lugar primordial en todas las religiones.

En las religiones ancestrales de la humanidad abundaron los ritos que

exaltaban la fertilidad y el principio femenino como símbolo de lo divino, de lo

sagrado. Con el avance de las religiones patriarcales ―todas las religiones

actuales― esto fue cambiando.

La sexualidad: fuente de pecado

El mito de Adán y Eva y el pecado original ―mito fundacional en la cultura

judeocristiana― expresa ya una visión profundamente patriarcal. Este mito fue

comprendido por el cristianismo desde muy pronto como la explicación del

origen de todos los sufrimientos y males del mundo, como la prueba de que

nacemos malos y contaminados por el pecado, como la raíz de la inferioridad

del cuerpo frente al espíritu, como base para la discriminación de las mujeres,

viendo en todas ellas a “clones” de Eva y, por tanto, a portadoras de un cuerpo

que es tentación, riesgo y vehículo de pecado. La mujer es la “puerta del

diablo”, decía Tertuliano.

Este conjunto de ideas malsanas, ajenas al mensaje de Jesús, aunque ya

presentes en el judaísmo de su tiempo, se alimentó después de prejuicios

similares presentes en el helenismo y echó raíces en la doctrina de los Padres

de la Iglesia, que tuvieron una visión de la sexualidad, especialmente de la

sexualidad femenina, profundamente negativa. El sexo, la relación sexual, dejó

de ser la expresión de un placer sagrado, un vehículo excelso de comunicación

humana, una metáfora del amor de Dios, para convertirse en algo sucio,

negativo y degradante. Bajo esta influencia, y desde los primeros siglos

cristianos, se consideró que la castidad y la abstinencia sexual, el rechazo al

contacto corporal con las mujeres, era una virtud sublime que acercaba a Dios

y llevaba a la “perfección”.

Esta visión se ancló muy pronto en la teología, se tradujo en leyes y afectó la

espiritualidad cristiana. Toda la moral sexual cristiana, especialmente la que

promueve la iglesia católica ―que, por ejemplo, hasta el día de hoy considera

“intrínseca y gravemente desordenada” una expresión de la sexualidad tan

inocua y normal como la masturbación―, es heredera de los tabúes derivados

del mito de Adán y Eva.

En los últimos años, teólogos y teólogas de todas las latitudes han trabajado

por construir una visión alternativa de la sexualidad. Pero el daño hecho a

generaciones enteras es inconmensurable. Incluso, la trivialización y

banalización de las relaciones sexuales que hoy viven amplios sectores de la

juventud puede interpretarse como una reacción de rechazo al peso

insoportable de tabúes impuestos y a siglos de represión y oscurantismo.

En otras culturas no es así

Entre los pueblos originarios de América Latina no existe el divorcio que el

cristianismo promovió entre sexualidad y divinidad. En las sociedades

precolombinas se celebraba la sexualidad como una fuerza poderosa y

sagrada que favorecía el desarrollo de la comunidad y la religaba a lo divino. A

diferencia del Dios judaico, varón y solitario, en las tradiciones originarias

precolombinas siempre hay diosas y dioses que practican el amor sexual,

proyectando así una sacralización de la equidad entre hombres y mujeres en la

comunidad.

A diferencia de las tradiciones cristianas que hacen del sexo un tabú ―de eso

no se habla, eso se esconde―, de una visión positiva y sagrada de la

sexualidad se desprenden muchos ritos que aún practican estos pueblos. Por

ejemplo, los ritos de iniciación que marcan el pasaje de la infancia a la adultez

son fiestas y celebraciones espirituales con las que comienzan etapas de

educación sexual, en donde las mujeres tienen siempre un papel protagónico.

Todavía hoy, en los pueblos de la zona andina, las jóvenes y los jóvenes

practican el “matrimonio a prueba” (“servinacuy”), conviviendo durante un año

antes de formar pareja. En todos se celebra la menstruación femenina, en

todos se usaron y se usan anticonceptivos naturales ―hierbas― para evitar o

interrumpir embarazos. De todo lo que aún queda de estas creencias y

costumbres tenemos mucho que aprender.

Enemistados con la sexualidad

Todas las culturas han ejercido, de una forma o de otra, control sobre la

sexualidad, vista con admiración, como un misterio, pero también vista con

temor, como una actividad humana llena de contradicciones.

La sospecha y la enemistad cristiana con la sexualidad se nutre de varias

creencias. Una, que espíritu y materia son enemigos y que Dios es espíritu. En

base a esta creencia, se enseñó que el camino espiritual es negar el cuerpo y

que el placer sexual y todo placer corporal es negativo o al menos sospechoso.

Estas ideas se tradujeron en la ley del celibato, en el voto de castidad y en la

idea de que sexualidad y reproducción deben ir siempre unidas.

Otra creencia que nutre la enemistad con la sexualidad es que el cuerpo es

pasajero, una envoltura que perderemos al morir, cuando sólo permanecerá el

alma inmortal. En base a esto, se enseñó que sacrificando el cuerpo y

haciéndolo sufrir se camina en dirección la perfección espiritual. Otra idea

perniciosa es que Dios se hizo carne en Jesús para sufrir en su cuerpo y con

ese sufrimiento salvarnos. Así pues, se enseñó y se siguen enseñando que

imitar a Jesús es sufrir y ofrecerle a él nuestros sufrimientos.

El cuerpo desnudo

El cuerpo desnudo es el más expresivo símbolo de la sexualidad. Pero siendo

la sexualidad un tabú en la cultura cristiana, la desnudez ha sido asociada al

pecado, a la primera consecuencia vergonzante de aquel pecado “original” de

desobediencia y a la posteriormente sucia, manchada y pecaminosa sexualidad

humana.

De ahí el valor de provocación y de quiebra-tabúes de la fotografía de Spencer

Tunick, un artista estadounidense, nacido en 1967, que después de recorrer

Estados Unidos fotografiando a grupos desnudos en el entorno de paisajes

urbanos, recorre ciudades del mundo para hacer fotos artísticas con masas de

mujeres y hombres desnudos. En Glasgow, Roma, Montreal, Sidney,

Barcelona, Sao Paulo, Santiago de Chile, Caracas, México, Tunick ha reunido

a centenares y hasta miles de personas (20 mil en México en 2007) que se

ofrecen voluntariamente para servirle de modelos en composiciones gráficas

sugerentes.

El resultado son imágenes impactantes estética y emocionalmente, que no

tienen ninguna intención pornográfica ni tampoco erótica, sino que pretenden

contrastar el vulnerable cuerpo desnudo de los seres humanos con el

anonimato de los espacios públicos y hacer reflexionar sobre las tensiones que

existen entre lo público y lo privado, lo tolerado y lo prohibido, lo individual y lo

colectivo. Ecologistas y nudistas respaldan esta iniciativa y quienes participan

como modelos voluntarios expresan el sentimiento de libertad que

experimentaron al posar para Tunick.

Como señal de la vulnerabilidad que se siente ante la explotación o los abusos

de poder, también empiezan a proliferar las manifestaciones de protesta en las

que campesinos y campesinas o activistas de movimientos sociales reclaman

sus derechos totalmente desnudos. Son movilizaciones que causan mucho

impacto, especialmente cuando los que se exponen son cuerpos gastados por

el trabajo y por la edad. Sea cual sea la reivindicación que se manifieste,

estamos ante el profundo poder simbólico del cuerpo desnudo cuando expresa

otras muchas realidades humanas y no la que la tradición cristiana le ha

asignado durante siglos: el pecado.

El cuerpo es sagrado

La ascesis o castigo del cuerpo con penitencias ―flagelaciones, cilicios,

ayunos, privación de placer en la comida, abstinencia sexual― es anticristiana.

Una de las expresiones más relevantes del mensaje y de la acción de Jesús

fue el cuidado de los enfermos, la sanación de los cuerpos. La salud física fue

una prioridad para Jesús. Resulta, por esto, contradictorio al extremo, que la

negación del cuerpo, infligiéndole dolor, se haya presentado durante siglos, y

aun hasta el día de hoy, en las iglesias cristianas, como una acción agradable a

Dios.

Como fotones

Sobre la vida religiosa y la vida clerical como “camino de perfección” o “estado

superior”, no existe análisis más demoledor que el que ofrece el teólogo

alemán Eugen Drewermann en su polémico y fundamental libro “Clérigos.

Psicograma de un ideal”. (Editorial Trotta. Madrid 1995). Con lúcida ironía y la

experiencia de una vida dedicada al psicoanálisis, y después de analizar el trío

de negaciones esenciales (impulso sexual, bienes personales y libertad), a la

que se someten los “clérigos” (incluye a religiosos y religiosas) con sus tres

votos y “por Dios”, Drewermann emplea con ellos una metáfora de la física

cuántica:

Si son fieles al ideal de su profesión, viven casi como fotones, esos elementos

mínimos y eléctricamente neutros cuya tarea es iluminar el mundo, pero que, si

llegaran a pararse, se disolverían en la nada, porque en estado de reposo su

masa es nula... Al estar totalmente identificados con su profesión, tienen un

miedo innato a que, sin una vida de actividad y de esfuerzo, se van a convertir

en nada... Están persuadidos de que su misión es iluminar el mundo, y no

dejan de imaginarse que como mejor puede resultar ese proyecto es evitando

tener que reaccionar ante la más mínima brizna de humanidad, de “materia”...

Y hay que repetirlo hasta la saciedad: En nuestro mundo de hoy, a los cien

años del descubrimiento del psicoanálisis, no hay santidad creíble si no es

plenamente humana. Sin embargo, y de hecho, en la vida de tantas religiosas

― y de tantos sacerdotes― se puede comprobar con sobresalto como su

“alegría en Cristo” adolece frecuentemente de una absoluta falta de libertad y

se muestra como crispada, porque, en la práctica, no es más que una actitud

de deber, concebido sin ―e incluso contra― los propios sentimientos.

Los eunucos

Sólo en el evangelio de Mateo (19,10-12) aparece la reflexión de Jesús sobre

los “eunucos” (hombres impotentes, hombres sin mujer, hombres sin

descendencia, hombres estériles). Jesús los “clasifica” en eunucos de tres

tipos. Los que así nacieron ―hombres impotentes y hombres homosexuales―;

los que fueron hechos así ―niños y hombres castrados, que servían en las

cortes reales como guardianes, cantores, artistas―; y los que así se hicieron

“por el Reino de Dios”.

En Israel, la ley religiosa prohibía castrar tanto a los hombres como al ganado.

El hombre castrado no podía entrar al Templo ni a la sinagoga, ni la res

castrada podía ser ofrecida en sacrificio. Sin embargo, los castrados eran una

realidad conocida, ya que abundaron en las cortes de los reyes de Israel, por

influencia de las costumbres de otros países vecinos o porque fueron llevados

al país como esclavos. En este contexto, el relato de los Hechos de los

Apóstoles (8,26-40), es muy significativo: un eunuco etíope es de los primeros

seguidores de Jesús. Se trata de un relato que quiebra la exclusión del

extranjero y del marginado por razón de su castración física.

Como la iglesia católica no permitía a las mujeres cantar en los templos, a los

niños que mejor voz tenían les cortaban sus genitales antes que llegaran a la

pubertad y les cambiara la voz. Esta práctica se conocía como “sopranización”

o castración musical. Con estos “castrati” se abastecieron durante muchos

años los coros de las iglesias. El último “sopranizado” fue Alessandro Moreschi,

cantante en el Vaticano, muerto en 1922.

¿De qué hablaba Jesús en la tercera categoría, los “eunucos por el Reino de

Dios”? Más que de un “camino de perfección”, hablaba de una pasión que

absorbe toda la vida y las energías, de una tarea que se prioriza

apasionadamente. Jesús se refirió sólo a “eunucos” varones. El conocimiento y

la valoración de la sexualidad femenina, de sus características y

especificidades, es una conquista muy reciente de la ciencia y la sicología.

Como, además, en la cultura de su tiempo la mujer no era la que decidía

casarse o no ―lo decidía su padre― Jesús no podía ni imaginar el caso de

mujeres “eunucas”.

¿Jesús casado o no?

Algunos interpretan que con la frase sobre los eunucos Jesús estaría dando

cuenta de su situación personal. E interpretan más: no se habría casado no

porque temiera a las mujeres o porque fuera homosexual o hubiera sido

castrado, sino porque el Reino de Dios se lo exigía para servir a Dios, a quien

se sirve más y mejor siendo casto y soltero.

Realmente, no sabemos si Jesús se casó o no, si era viudo, no sabemos

cuántas veces se enamoró y de quiénes. No sabemos si tuvo hijos. Es difícil

imaginarlo soltero, pues en la cultura de Israel un hombre o una mujer solos y

sin descendencia eran seres extraños. Difícilmente, Jesús habría tenido la

autoridad y el atractivo que tuvo siendo alguien raro. Pero no lo sabemos ni

nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que nada cambia en su mensaje en

cualquiera de todas estas posibilidades. A quienes escribieron los evangelios,

el “estado civil” de Jesús les pareció un detalle no importante en relación a la

importancia de su mensaje, y por eso no nos lo aclaran en sus relatos.


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