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4. Ante la guerra capitalista, la revolución integral
4. Ante la guerra capitalista, la revolución integral
Descripción:

Rodolfo de Guatemala: Conveniente decir que la guerra contrainsurgente duró 36 años en su última etapa. Con La estrategia de Tierra Arrasada y en 1983 agregan la estrategia de involucrar a la gente en la guerra con la conformación de patrullas de autodefensa civil, patrullando el país, subordinados a la ejército, haciendo violaciones a la población, y lo mismo con las coordinadoras interinstitucionales, favoreciendo la gobernabilidad del Estado y los intereses del capital neoliberal. Y luego la etapa de acordar la paz, en la cual se favoreció la privatización de intereses capitalistas, incluyendo empresas de seguridad privada, donde participan ex militares, ex patrulleros civiles, con todo lo que trae consigo el que sean las mismas personas que durante la estrategia de contrainsurgencia y ahora como policías de seguridad en el proceso de paz, pues genera un impacto en al población tremendo al ver que son los mismos que les han reprimido siempre...

Libreto:
I.

Nada nuevo, cada vez de mayor magnitud y de ámbito global y siempre invisible o negado aún cuando se nos vino encima, nos involucra, nos afecta, nos incluye. Hannah Arendt lo señalaba así en esos “tiempos oscuros” durante los que se desataba la tormenta de esa “guerra mundial”:

…ocurrió en el espacio público; no había nada secreto o misterioso acerca de ello. Y aún así no era en absoluto visible a todos y además no era nada fácil percibirlo; porque hasta el momento mismo en que la catástrofe se echó encima de todo y de todos, permaneció encubierta, no por las realidades, sino por la gran eficiencia del discurso y el lenguaje ambiguo de casi todos los representantes oficiales, quienes continuamente y en muchas variaciones ingeniosas hacían desaparecer con sus explicaciones los hechos desagradables y la legítima preocupación. Cuando pensamos en tiempos oscuros y en la gente que vivía y se movía en ellos, hemos de tener también en cuenta este camuflaje por parte del establishment, o del “sistema” como entonces se llamaba. [1]

II.

Se cierne sobre el planeta ahora mismo la tormenta; la necesidad, la supuesta y convincente inevitabilidad de una guerra, la mayor de las guerras, una guerra de guerras para eliminar toda opción, siquiera reflexión-acción sobre la superación del sistema-mundo capitalista. Una guerra para superar la mayor de sus crisis en el ámbito global y reactivar la acumulación. Una guerra para eliminar los excedentes de población, concentrar y reducir el capital concentrando poder en cada vez menos manos y apropiarse de recursos y territorios (riquezas) cuya escasez ha creado el sistema que ahora necesita de la guerra para explotarlos-destruirlos-poseerlos. Territorios que incluyen inseparablemente los físicos (tierras, geografías, espacios concretos), los cuerpos humanos-no humanos y los de los imaginarios.

En el espectro del estado de excepción permanente que requiere el capital para sobrevivir superando sus crisis, ad portas de ocupar la totalidad de los territorios, solamente eso, una guerra de guerras (por todos los medios, con todos los pretextos) que corresponda con la magnitud de la crisis sistémica puede reactivar la acumulación de unos pocos (lo que llaman economía), para eliminar con nosotras y nosotros en los frentes de muerte, lo que sobra y a quienes sobramos y posibilitarles conquistar lo que necesitan. Así lo determinan sus análisis y cálculos frente al estancamiento de la economía[2].

III.

¿Presagios apocalípticos o preocupación legítima ante evidencias de la catástrofe programada que nos echan encima? Un asunto de vida y de muerte demasiado serio como para ignorarlo, y sin embargo…

Continuidad de las guerras. Destrucción y horror cada vez más inimimaginables por casi todas y todos y por ello, una y otra vez negados de muchas maneras. Desde las fórmulas de la propaganda, los argumentos oficiales, las explicaciones aceptadas sin más, la historia-olvido con sus muchas caras, voces y silencios y el dolor interrumpido con manipulaciones de una generación a otra desde una experiencia a la que no se quiere regresar o no se permite reconocer. El discurso y los hechos de guerra avanzan, se expanden, se despliegan. Para que no nos paralice el horror, nos negamos a enfrentarla a reconocerla, a organizanos para resistirla, a asumir nuestra experiencia. Una y otra vez durante más de 500 años, guerra y horror; tormentas para la acumulación y cada una percibida como hecho aislado que ya pasó. Como si la masacre de la invención y conquista de América no hubiera tenido relación con las fábricas de cadáveres y los campos de exterminio y por ello, pudieran quedar atrás, en otra parte, ya superadas. Ahora mismo, como antes, atrocidades incomprensibles de otras gentes en otra parte y no argumentos de muerte para la codicia y la civilización. “Serían incapaces de cometer horrores como esos” nos decimos para consolarnos. Mientras los frentes de guerra y las guerras diversas se expanden ante nuestras miradas absortas en las rutinas de lo ordinario, señalamos no los hechos ni la catástrofe que se nos viene encima, sino a quienes nos advierten sobre la misma o nos traen los datos, los hechos, los testimonios. Esta vez y todas las anteriores. Ejemplos mínimos entre muchos:

Un estimativo conservador del número de Africanas y Africanos transportados a las Américas es de alrededor de 15 millones. Sin embargo, este número no tiene en cuenta la tasa de mortalidad durante la travesía, cuyo promedio fue del 15-20 por ciento, o las numerosas muertes que resultaron de la captura y el embarque. Aún más, cuando consideramos el papel de la guerra como el principal medio para adquirir cautivos, la mortalidad aumenta considerablemente. En consecuencia, las pérdidas en vidas humanas consecuencia del comercio de esclavos superan en mucho el estimativo conservador de 12 millones de Africanxs. [3]

Y ahora mismo, mientras nos preguntamos si vendrá la guerra…

Sin eufemismo ni máscaras hablan los datos de la ONU según los resume Kamal Baher para “Other News”. “La vida de millones de personas, de Libia a Palestina y de Yemen a Siria e Iraq, quedaron destruidas por la violencia”. Además dice: La ONU informó que actualmente “hay más personas desplazadas por conflictos que en cualquier otro momento desde 1945”. Los datos no dejan lugar a dudas. Hay 60 millones de personas desplazadas, ya sea dentro o fuera de sus países, en todo el mundo”. Una de cada tres personas expulsadas de su territorio hoy en día, provienen del Medio Oriente. Las vidas de 400 millones de personas está en riesgo ahora mismo(solamente en el Medio Oriente).

IV.

No decimos guerra según una de sus formas y presentaciones convencionales (otra manera de encubrirla). Ese reconocer al terror, la destrucción y la muerte masivas racional y razonablemente al servicio del pensamiento utilitario y de la racionalidad instrumental a la codicia. Ese vernos impelidos a reclutarnos en alguno de los bandos que nos captura y nos somete. Esa táctica-argumento supremo y total del sistema para destruirnos, arrasarnos y negarnos con el terror y la muerte fríamente planificados por ellas y ellos y ejecutado por nosotras y nosotros para su beneficio …

Si no realizamos que esta vez, otra vez, se nos quiere explotar-exterminar para la codicia, tanto como personas pensantes y actuantes, como individuos-pueblos, nunca podremos afrontar la guerra de guerras a que nos vemos abocadxs, ni construir como nosotrxs, distintxs de ellxs la vida y la resistencia y la libertad. En este sentido, es sumamente importante identificar y reconocer la(s) guerra(s) del capitalismo y estar conscientes de las mil caras que puede tomar, pues deberíamos saber que la historia del modo de producción capitalista es la historia de una guerra cada vez más total, extensa y permanente. La guerra convencional es solamente una de esas mil caras y formas de destruir para la codicia. Toda forma de cooptación-captura para la destrucción-sometimiento-ganancia, es también parte de la guerra. Armas de destrucción masiva, con o sin balas y bombas, por medio de las cuales se nos somete, controla y aniquila, eliminando a quienes amenazan con desbordar al sistema.

V.

Como si la amenaza no fuera el sistema burgués/capitalista/moderno, sino un espectro dentro del ámbito fascista/liberal. Engendran de nuevo, la amenaza fascista como si fuera opuesta y contraria al proyecto de unidad democrático burgués. Las “izquierdas” institucionalizadas y las estructuras obreras, indígenas, populares también absorbidas por conseguir sueldos, prebendas…un lugar en su parnaso, se suman a este ámbito reducido y de los enemigos de clase y de libertad. Así, el fascismo y su co-relato, el orden burgués liberal son, nos imponen, las únicas opciones. O por la vía electoral, o, con más fuerza aún, por vía de la guerra en ciernes. Ya no es hora de utopías, ahora hay que derrotar al fascismo, dicen unos, los otros: defender el orden, la paz, la democracia, de las amenazas a la civilización; recuperar nuestra grandeza y eliminar a nuestros enemigos.

Fascismo (y su co-relato), no como una repetición histórica, calcada del pasado, sino en tanto que mecanismo totalizante de reclutamiento, terror y destrucción. Desapariciones y asesinatos, manipulación y exacerbación de las masas para que ellas mismas exijan, justifiquen y ejerzan la represión, se identifique y aisle por consenso, se criminalice y extermine a las personas-pueblos-enemigos desechables e indeseables bajo la imposición de la cultura única de las clases dominantes. Odio como dispositivo racional y razonable, diverso y disperso. Hidra de muchas caras, máscaras, cuerpos bajo órdenes para el exterminio necesario. Bandos confrontados que son recíprocamente el otro del sistema en tanto niegan y eliminan a quienes generan resistencias/alternativas. Dinámica frente a la que resulta indispensable pensar criticamente y salir de dicotomías y dualismos útiles a la ganancia producida con las máquinas de muerte… como izquierda-derecha, islam-cristianismo, civilización-barbarie, narcotráfico-estado, dictadura-democracia, etcétera, cuando son dos caras-ejércitos de una misma moneda que encubre la acumulación corporativa.

VI.

La guerra es la más poderosa, eficaz, destructiva, perversa, estrategia y práctica contra-revolucionaria. Una y otra vez, cuando quiera que el capitalismo entra en sus crisis más profundas que lo obligan a destruir-conquistar-expanderse y/o cuando se encuentra realmente desafiado por nacimientos que se desatan del sistema y generan alternativas que lo superan, recurre a esta para reconstruirse y exterminar toda posibilidad de transformación. La guerra; dispositivo totalizante del capitalismo.

Con la guerra el capitalismo reduce el horizonte de vida (político, dicen algunxs) al espectro de los bandos enfrentados, de modo que lo urgente, definirnos en un lado u otro para matar y/o morir posterga y niega de hecho cualquier otra opción. Resultan inútiles en la hora de la sangre. Todo lo que no sea guerra es eliminado con el anuncio de la guerra antes de ser ejecutado literalmente por la guerra.

Ya va quedando para después de la muerte y de la destrucción (y nunca hay después) defender la libertad, emanciparnos, dejar atrás los estados-nación, liberar y liberarnos con la Madre Tierra, gobernarnos colectiva y autónomamente, garantizar nuestras soberanías y tejernos entre pueblos y procesos para vivir y destruir el capitalismo. Para la revolución (o como se llame) que nos desate del capital, de las guerras para la ganancia, para eso ya no hay tiempo ni tiene importancia. Ahora lo práctico y urgente es matarse para que ellos ganen (más).

Proponemos reconocer y enfrentar a consciencia la guerra como “argumento” del capital para imponer su urgencia. Que nuestras luchas y caminos, desborden el horizonte del capital y que meternos en su guerra nos destruye.

VII.

Que nos acompañe la memoria y que algunos ejemplos nos sirvan como insumos y estén presentes en nuestro encuentro evocando otros, para tratar de impedir que, como siempre, las verdades y las luchas sigan siendo negadas, capturadas, manipuladas. Podemos aprender de la experiencia de la revolución española, confrontada a la guerra civil, por ejemplo, y particulamente de la postura de Buenaventura Durruti y la gente afin a su perspectiva política en el sentido de que la guerra y la revolución no se pueden hacer ver de forma separada. Eso que fue lo que llevó a que Durruti, el grupo Los Solidarios y muchos anónimos más, primero, y después a gente como la Columna Durruti y otros, fueran marginados y atacados, por todas las posturas estatistas e incluso por parte del movimiento anarquista. Hoy se renuevan esas falsas disyuntivas: detener la guerra o hacer la revolución. Gente como Durruti siempre dijo que no podía detenerse la primera sin hacer la segunda.

No podemos permitir, bajo ninguna circunstancia, menos aún frente a la tormenta de la guerra, perder el rumbo, el sentido, el camino transformador-revolucionario. No podemos anularlo ni postergarlo. No podemos supeditarlo a otros fines que son las urgencias del sistema, o terminamos sometidos a la guerra del capital y para sus propósitos de despojo. Ésta temática, es muy importante retomarla. En México, por ejemplo durante la revolución española, los magonistas tuvieron una postura muy similar a Durruti. ¿Las guerras revolucionarias en Guatemala, Centro América, Colombia y Latino América, no nos dejaron, acaso, lecciones y experiencias en el sentido de supeditar la revolución a las guerras?

El debate respecto de la falsa disyuntiva guerra ó revolución ¿no es un despliegue mas de la perspectiva liberal y la lógica racional estatista con la que permanentemente coquetean tantos, incluso dentro del campo de la llamada izquierda de abajo y a la izquierda o la que se autodenomina muy otra? ¿No es el caso de muchas y muchos analistas, dirigentes políticos, asesores de procesos y un chorro de académicos, periodistas y activistas ciudadanistas? Nos debe servir para ilustrar el tema y su recurrencia, presentar ejemplos-casos de experiencias anteriores.

En el propósito de deshacerse de procesos transformadores, a lo que sirve la guerra del capital, se están generalizado de nuevo ahora falsas oposiciones como: democracia/fascismo, imperialismo/nacionalismo. Y lo peor es que mucha gente reduce y distorsiona distintas iniciativas autonomistas, indígenas-campesinas y populares anti-capitalistas y libertarias a esas perspectivas dicotómicas falsas, o por ahí van a querer o están pretendiendo llevarlas.

VIII.

No planteamos una discusión violencia/no-violencia, ni guerreristas/pacifistas. No es, al que convocamos, un debate moralista con respuestas anticipadas: la violencia-el mal, la no-violencia y el perdón-el bien. Resistir es un imperativo y un derecho. Destruir el capital, una necesidad siempre postergada o capturada. Tejer sin jerarquías y organizadas, las muchas resistencias-autonomías, alternativas, un mandato. Ante la moral del sistema, su bien y su mal con consecuencias, frente a su guerra contra los pueblos; resistencia y transformación para la libertad y la vida. Nos convoca el desafío urgente de re-conocernos y actuar de este lado, el nuestro, más allá y mucho más acá de lo que nos permite el sistema; de lo que nos imponen con su guerra aquí y ahora, para no vernos de nuevo abocadas a abandonar lo alternativo y revolucionario diverso, para matarnos y morir en su guerra.

Ese nosotras y nosotros que reconoce el capitalismo y la guerra, que no se deja engañar ni reclutar por los pragmatismos y las postergaciones de lo indispensable, que no acepta el restringido horizonte político de los bandos confrontados porque en últimas son lo mismo con dos caras de la misma moneda, ¿Existe? ¿Resiste? ¿Se reconoce? ¿Se asume? ¿Se busca? Si nosotras y nosotros no podemos ser ellas y ellos y esta guerra es contra la vida y la libertad y por la perpetuación y reproducción del orden de esclavitud, alienación y dominación, en otras palabras, si existimos y estamos-siendo, ¿cómo entender, reconocernos y actuar para no ser (seguir siendo) reclutadxs, eliminadas y ejecutadas en este contexto por la guerra en ciernes y en curso? Ponernos a tejer la sabiduría colectiva (palabra y acción) necesaria ante la guerra capitalista desde y en formas de hacer política para una revolución en curso que se hace desde el aquí y ahora por miles de colectivos y comunidades de todos tamaños (las Kurdas, los zapatistas, las familias de lxs desaparecidxs, los pueblos indígenas de todo el planeta, etc.).

Pueblos en Camino

2017-04-17

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