—¡Maldición, ahora sí me fregué! ¿Qué voy a hacer, Dios mío? ¡Me va a coger la noche por este lugar tan oscuro y solitario!
El loco que estaba asomado mirándolo, le dijo:
—Tranquilo, hombre, quítele una tuerca a cada una de las tres otras ruedas y póngalas en la cuarta. Así podrá irse.
El tipo dejó su trabajo y asombrado con la lógica del loco le dijo:
—Oiga, ¿y usted qué está haciendo en un manicomio?
Y el loco le contestó:
—Es que yo estoy aquí por loco, no por bruto.