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40- ¿Sacramento de la confesión?
40- ¿Sacramento de la confesión?
Descripción:

¡100 entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra! Los autores de OTRO DIOS ES POSIBLE son los hermanos López Vigil, conocidos ya en la región por su anterior producción radiofónica UN TAL JESÚS.

Libreto:
MUJER Ave María Purísima...

CURA Sin pecado concebida...

MUJER Padre, me acuso de...

CURA En penitencia, vas a rezar cuarenta padrenuestros y cuarenta

avemarías...

RAQUEL Nuestros micrófonos indiscretos ubicados hoy en la Iglesia del

Redentor, en pleno corazón de Jerusalén. Como en días

anteriores, nos acompaña Jesucristo. Hablemos de lo que

estamos presenciando, una confesión.

JESÚS Explícame lo que están haciendo ahí, Raquel.

RAQUEL Esa muchacha le está contando al sacerdote todos los pecados

que cometió. Y el sacerdote se los está perdonando.

JESÚS Veo a la muchacha, pero... ¿dónde está el sacerdote?

RAQUEL Escondido en esa como jaula de madera.

JESÚS Pero dime, Raquel, ¿a quién ofendió esa muchacha? ¿Al

sacerdote que está enjaulado?

RAQUEL No creo...

JESÚS ¿Entonces?... ¿Por qué le está pidiendo perdón a él?

RAQUEL Porque... porque así es la confesión.

JESÚS Qué extraño...

RAQUEL ¿Por qué dice extraño?

JESÚS Porque si ella ofendió a otro, ¿por qué le pide perdón al

sacerdote?

RAQUEL Bueno, según el catecismo, éste es uno de los siete sacramentos

instituidos por usted mismo.

JESÚS ¿Por mí?... Creo que... ¿Por qué no le consultas a esos amigos

tuyos que saben tanto de cosas religiosas?

RAQUEL Debe haber una confusión sobre la confesión...Espere, deme un

momento... Puedo contactar con Rafael Martínez Arias, de las

comunidades cristianas de base madrileñas... A ver si tenemos

suerte con el celular... ¿Señor Martínez Arias?... Le llamo desde

Jerusalén con una pregunta muy puntual: ¿cómo se originó el

sacramento de la confesión?... ¿Cómo dice?... ¿Los monjes

irlandeses? ¿Y quinientos años después de Jesucristo?

JESÚS Raquel, yo quiero oír también... ¿no puedes hacer que se oiga

sobre el tejado lo que él te dice al oído?

RAQUEL Sí, espere... subo el volumen...

RAFAEL Esta forma privada de pedir perdón la inventaron los superiores

religiosos de algunos conventos de Irlanda. Así podían conocer

hasta los pensamientos más íntimos de cada uno de sus monjes.

De Irlanda, pasó a otros países. Siglos después, un Papa,

Inocencio Tercero, que de inocente no tenía nada, impuso esa

confesión como norma obligatoria para todos los cristianos.

RAQUEL ¿Por qué habla mal de ese Papa?

RAFAEL Porque era un prepotente. Vivía rodeado de lujos, haciendo

negocios sucios.

RAQUEL ¿Y qué interés tenía ese Papa en imponer la confesión?

RAFAEL Vea, era un tiempo de mucho descontento contra las autoridades

de la iglesia. Entonces, ese Papa tuvo una idea: A partir de ahora

todo cristiano tiene que confesar sus pecados a los sacerdotes. Y

a los sacerdotes les dijo: Interroguen a quienes se confiesan para

conocer sus opiniones religiosas y políticas.

RAQUEL ¿Y de ahí nace el sacramento de la confesión?

RAFAEL Como lo oye. Fue ese Papa del siglo 13 el que impuso la

confesión. No era una medida para perdonar los pecados, sino

para averiguarlos. Para descubrir herejes, disidentes.

JESÚS Pregúntale si la gente aceptó ese yugo...

RAQUEL Aquí pregunta Jesucristo si el pueblo se sometió a ese control

impuesto por el Papa Inocencio Tercero?

RAFAEL No. Siguieron protestando. Pero después del Tercero, vino el

Cuarto, Inocencio Cuarto. Con ese cabrón, digo, con ese Papa,

comenzaron los nefastos Tribunales de la Inquisición.

RAQUEL Gracias, Rafael... ¿Qué le parece, Jesucristo, lo que acabamos

de oír?

JESÚS Un yugo pesado, una carga insoportable sobre los hijos de Dios.

RAQUEL Concluyamos. ¿No fue usted el que instituyó la confesión?

JESÚS No.

RAQUEL ¿No se hace responsable del secreto de confesión, los

confesionarios, las listas de pecados, las penitencias?

JESÚS No conozco nada de eso. Yo hablé de perdón. Y lo que dije fue

muy diferente.

RAQUEL Díganos qué dijo.

JESÚS Te lo digo, pero afuera. Nunca me han gustado los templos.

Vamos, salgamos al aire libre...

RAQUEL Y también nosotros, por un momento, salimos del aire. Raquel

Pérez, Emisoras Latinas, Jerusalén.

CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL

LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su

segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José

Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...

Un poco de historia

Rafael Martínez es un cristiano que hace mucho tiempo dejó de confesarse.

Participa en el programa aportando datos históricos para entender cómo

“nació” este “sacramento”, que no tiene su origen en el mensaje liberador de

Jesús y que es hoy una práctica obsoleta para muchos otros cristianos en todo

el mundo.

En los inicios del cristianismo se entendía que con las aguas del bautismo se

iniciaba una nueva vida y que ese rito bastaba para estar limpio de pecado.

Esa “limpieza” era entendida en las primeras comunidades como una

“conversión”, un “cambio de vida”. Es hasta el siglo III que el “sacramento de la

penitencia” por pecados cometidos con posterioridad al bautismo comienza a

organizarse y a practicarse con regularidad. Durante siglos, quienes

perdonaban los pecados eran solamente los obispos. La práctica de la

penitencia (la “confesión” se le hacía al obispo y era el primer paso del rito) era

pública: comenzaba con la exclusión del pecador de la celebración de la

eucaristía durante un tiempo más o menos largo según la gravedad de su

pecado. Y sólo se hacía penitencia por los pecados graves. El “penitente” debía

vestirse con algún distintivo para que todos supieran que se reconocía pecador.

La penitencia “privada” ―origen del rito que hoy conocemos y que llamamos

generalmente “confesión”― inicia en el siglo VI, bajo la influencia de los monjes

irlandeses, tal como explica en el programa el laico que no se confiesa, Rafael

Martínez. A partir del siglo IX, los libros litúrgicos incluyen cómo practicar la

penitencia privada. Y así, lo que en los primeros siglos era un proceso que

duraba días, semanas o meses, se redujo a tan sólo un rato de plática entre

penitente y confesor, que ya no tenía que ser el obispo y podía ser cualquier

sacerdote. Desde entonces este rito se extendió por todas las iglesias

cristianas. El cuarto Concilio de Letrán (1215) estableció la obligación de

confesar los pecados a un sacerdote al menos una vez al año.

En el siglo XVI, la Reforma protestante negó la confesión al proclamar que no

es necesario ningún intermediario entre Dios y los hombres.

El “delito de solicitación”

A lo largo de su historia, la confesión ha conducido a prácticas turbias, que

expresan lo nada evangélico de este rito. En 1713 los tribunales de la

Inquisición emitieron un edicto para frenar en España, en la Nueva España

(México) en Honduras, Nicaragua, Guatemala y Filipinas lo que llamaron “delito

de solicitación”, contra el que ya había advertido la bula del Papa Gregorio XV

“Universi Dominici Gregis” de 1641.

Consistía el delito en que el confesor “solicitaba” a la penitente que le otorgara

favores sexuales a cambio de absolverla de sus pecados. Según Jorge René

González Marmolejo, investigador del Instituto Nacional de Antropología e

Historia (INAH) de México y autor del libro “Sexo y Confesión” (INAH-Plaza y

Janés, 2002), quinientos documentos de los Archivos de la Nación y de la

Inquisición en México prueban, con los testimonios de 348 mujeres que se

auto-denunciaron a la Inquisición sintiéndose culpables ellas de acceder a la

“solicitud”, que la práctica de la “solicitación” fue habitual, especialmente en los

siglos XVIII y XIX. En el siglo XVIII era uno de los tres delitos más perseguidos

por la Inquisición, junto a la literatura prohibida y la bigamia.

En los documentos archivados se describe el delito: el sacerdote pedía durante

la confesión a su hija o hijo espiritual realizar “actos torpes y deshonestos con

él o con terceras personas”: palabras picantes, tocamientos, incluso el coito. En

ocasiones, la “solicitación” tenía como base un amor clandestino entre confesor

y penitente. El edicto de 1713 prohibió que la penitente se confesara arrodillada

frente al sacerdote porque la cabeza quedaba a una altura “comprometida” y

“debajo de la sotana se podían hacer y ocultar muchas cosas”. Estableció que

si el sacerdote tenía que trasladarse a la casa de una enferma, debía hacerlo

en compañía de otro religioso y confesarla con las puertas abiertas. También

se prohibió que confesor y penitente tuvieran conversaciones antes o después

de la confesión.

El confesionario

El mueble llamado confesionario, que aún se ve y se usa, principalmente en

iglesias antiguas, apareció por primera vez en el Concilio de Trento (1542-

1562). Para entonces, la costumbre de la “solicitación” había llegado a tal

extremo que había sacerdotes que confesaban a sus penitentes colocándolas

sobre sus rodillas. Se calculó que sin una separación estricta entre confesor y

penitente el acoso sexual y las prácticas sexuales no se detendrían. El edicto

de la Inquisición de 1713 elaboró una normativa sobre cómo diseñar los

confesionarios, que ya se estaba utilizando desde hacía más de un siglo.

Debían instalarse en lugares iluminados y no aislados y no debían tener

puertas o cortinillas entre el confesor y la penitente, sino rejillas con orificios lo

suficientemente pequeños como para impedir introducir los dedos para realizar

“caricias eróticas”.


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