Jesucristo a la tierra. Nuestros micrófonos se encuentran ahora
muy próximos a la mezquita de El Aqsa con su bellísima cúpula
de plata.
JESÚS Antes, aquí estaban las caballerías del famoso rey Salomón.
RAQUEL Pues sigamos hablando del otro rey más famoso, el Príncipe de
las Tinieblas.
JESÚS ¡El príncipe de las Tinieblas!
RAQUEL
JESÚS
Usted se ríe del diablo, pero en los catecismos, en los libros de
teología, en las oraciones, siempre sale Lucifer. Usted niega que
existe, pero negarlo equivale a la excomunión. ¿No le preocupa
eso?
No, Raquel, ya fui excomulgado por contradecir muchas de las
creencias de mi religión. Los sacerdotes de mi tiempo me
expulsaron de la sinagoga.
RAQUEL Jesucristo excomulgado, una afirmación que sorprenderá a
nuestra audiencia. Como la que nos hizo en la anterior entrevista:
usted, Jesucristo, se atrevió a negar la existencia del diablo.
¿Mantiene su posición?
JESÚS
Sí, la mantengo.
RAQUEL Un oyente escandalizado nos envió este correo electrónico:
¿Cómo dice ahora que no existe, si él mismo arrojaba demonios?
JESÚS Ese amigo tiene razón al hacer esa pregunta.
RAQUEL Yo confirmé los hechos. Una vez, en Gerasa, usted sacó de un
hombre no uno, sino una legión de demonios. Eran tantos que se
metieron en una piara de cerdos y luego se arrojaron al mar por
un precipicio... ¿Se acuerda?
JESÚS Te explico, Raquel. Mis paisanos no sabían de enfermedades.
Pensaban que era el diablo el que ataba la lengua de los mudos y
el que cerraba los oídos de los sordos. Había cosas peores.
Cuando un hombre daba un salto y botaba espuma por la boca,
pensábamos que el mismísimo demonio se le había metido en el
cuerpo...
RAQUEL Un ataque de epilepsia...
JESÚS Con los locos, lo mismo. Creíamos que estaban poseídos por
espíritus inmundos...
RAQUEL ¿Y qué hacían con ellos?
JESÚS Los sacaban de sus casas, los escondían, los amarraban.
Recuerdo a ese infeliz de Gerasa. Lo tenían atado con cadenas,
viviendo en un cementerio, desnudo, sin comer... Si no estaba del
todo loco, lo acabaron de rematar.
RAQUEL ¿Y usted pudo hacer algo por él?
JESÚS Tranquilizarlo. Entre Pedro y Santiago le quitaron las cadenas. Yo
Hablé con él... No había más demonios que los vecinos. Lo
tenían amarrado como a un animal...
RAQUEL Entonces, ¿no le sacó ningún demonio?
JESÚS No podía sacar lo que no había entrado.
RAQUEL Conclusión. ¿Los demonios no entran en los cuerpos de la gente?
JESÚS No, porque no existen.
RAQUEL ¿Y la piara de cerdos arrojándose al mar?
JESÚS Eso lo deben haber añadido después los gerasenos que, además
de exagerados, eran muy supersticiosos. Esas son cosas del
pasado, de no saber mucho de medicina.
RAQUEL No creo que sean tan del pasado porque todos los días sale una
película nueva sobre posesiones diabólicas. ¿Usted no vio El
Exorcista?
JESÚS No, me la perdí...
RAQUEL Es una película terrible de una niña poseída por el demonio.
JESÚS Hay muchos demonios que poseen niñas, pero son de carne y
hueso. Esos sí deberían arder en la Gehenna.
RAQUEL ¿Y tanta gente que ha visto al diablo, los cultos satánicos, los
exorcismos? En el Vaticano hay escuelas de exorcistas, ¿lo
sabía?
JESÚS Cuentos de samaritanos.
RAQUEL Entonces, ¿podemos dormir tranquilos? ¿Los demonios no andan
sueltos?
JESÚS Si Dios nos ama como una madre a sus hijos, ¿crees que va a
dejar sueltos por el mundo unos espíritus malvados para hacer
daño a la gente?
RAQUEL Un momento, que tenemos una llamada... ¿Sí, aló?... Es el
mismo del otro día...
HOMBRE Dígale a ese falso profeta que usted está entrevistando
que el mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe.
Dígale eso.
RAQUEL ¿Qué le parece esta opinión, Jesucristo?
JESÚS Yo creo lo contrario. El mejor truco es hacernos creer que sí
existe.
RAQUEL ¿Por qué dice eso?
JESÚS Porque el diablo es un negocio.
RAQUEL ¿Cómo un negocio?
JESÚS Si, hablar del diablo y predicar del diablo ha sido siempre un gran
negocio. Pero de eso conversamos mañana, ¿te parece?
RAQUEL Usted manda. Si no manda sobre los demonios, sí sobre los
periodistas. Raquel Pérez, Emisoras Latinas, Jerusalén.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
El endemoniado de Gerasa
Gerasa era una ciudad situada en la orilla oriental del lago de Galilea. Formaba
parte de la llamada Decápolis o Liga de las Diez Ciudades, un territorio de
costumbres griegas, habitado casi completamente por extranjeros. Por eso, los
israelitas la consideraban tierra de gentiles. El relato del endemoniado sanado
allí por Jesús aparece en los tres evangelios sinópticos (Mateo 8,28-34). Es
una narración basada en una leyenda oral que posteriormente se transformó en
un esquema de catequesis.
Endemoniados que eran enfermos
En tiempos de Jesús se desconocía el origen de la mayoría de las
enfermedades. Todas las que hoy ya sabemos que tienen origen psíquico o
neurológico ―epilepsia, convulsiones, locura, diversos trastornos mentales―,
al igual que la sordera y la mudez, se entendían como efecto de la presencia
del demonio en los cuerpos, señal de posesión diabólica. Los “endemoniados”
de los relatos evangélicos curados por Jesús fueron seguramente enfermos de
estas dolencias, quienes, además de sus sufrimientos físicos, debían soportar
la discriminación de la comunidad, el rechazo de sus paisanos y el anatema de
las autoridades religiosas.
Los endemoniados de hoy
Una gran cantidad de películas ―“La semilla del diablo” de Roman Polanski,
1968; “La profecía” de Richard Donner, 1976; y especialmente “El exorcista” de
Wlliam Friedklin, 1973, la película de horror más popular en los años 70, y
todas las que después trataron de emularla y las de su saga (“El Exorcista” 2,
3, 4, 5, 6...)― contribuyeron a popularizar el tema de las posesiones
diabólicas. Y seguramente propiciaron que aparecieran en muchos lugares
casos de endemoniados y endemoniadas que requerían de exorcistas que los
atendieran.
Respondiendo a estos contagios mediáticos y en fidelidad a la doctrina oficial,
la Pontificia Academia “Regina Apostolorum” del Vaticano ofrece desde inicios
del año 2000 un curso especial para sacerdotes que quieran aprender a lidiar
con el diablo graduándose de exorcistas. El curso los prepara en los aspectos
bíblicos, teológicos, históricos y legales del satanismo. Los Legionarios de
Cristo ―una de las congregaciones religiosas más conservadoras en el
catolicismo, fundada por Marcel Maciel, un sacerdote pedófilo― son los
responsables de esta Academia. En las facultades de teología católicas que
siguen el pensamiento oficial del Vaticano, como la Universidad de Navarra,
España, existe la especialidad en Demonología.
Cómo “sacar” demonios
Según el Ritual Romano del Papa Paulo V (1614), vigente durante siglos, las
tres señales claras de posesión diabólica en una persona son: el poder de
hablar en lenguas extrañas, el poder de informar sobre acontecimientos
secretos y el poder de desarrollar una fuerza física sobrehumana.
El Ritual explica que el poseso puede hablar con un tono de voz especial o
producir algarabías confusas y se burla del latín, como de todo “lo sagrado”.
Indica que el poseso también accede a información secreta y, por ejemplo,
sabe cuándo una persona está cometiendo un pecado. Respecto a la fuerza,
explica que los rasgos del poseso se transforman y que esto se aprecia en la
fuerza que desarrolla y en los cambios que se observan en sus ojos.
En 1999, el Vaticano actualizó su ritual exorcista. Comienza éste con rezos,
una bendición y rociado de agua bendita. La fórmula para exorcizar comienza
con “Te ordeno a ti, Satán”, quien es denunciado como “el príncipe de este
mundo” y el “enemigo de la salvación humana”. El exorcismo finaliza con la
orden “¡Vete, Satán!”
Habla un exorcista
El sacerdote italiano Gabriele Amorth es uno de los exorcistas más conocidos
del mundo. Es fundador y presidente de honor de la Asociación Internacional
de Exorcistas y autor del libro “Habla un exorcista”. Según Amorth se puede
caer “en las garras del demonio” por cuatro motivos. Primero, porque caer
signifique un bien para la persona (es el caso de muchos santos, dice el
experto). O por persistir en el pecado. O porque uno haya sido víctima de un
maleficio pactando con el demonio. O, finalmente, porque uno practica el
ocultismo.
Amorth explica que le es imposible dar cifras precisas de los endemoniados
que ha conocido y tratado. Los casos de verdadera posesión diabólica que yo
atiendo ―explica― son numerosos, pero es porque a mí llegan los casos más
difíciles, no resueltos por otros exorcistas. Y reconoce: En los primeros años de
mi actividad, cuando acogía a todos sin filtro, la gran mayoría eran enfermos
síquicos, sin el demonio de por medio.
Nuestros demonios
La palabra “demonio” (“daimon” en griego) significa literalmente “desgajado”.
Una visión sicológica de este concepto entiende los “demonios” como la
sombra de nuestra propia conciencia, lo que se conoce como “componentes
neuróticos” de la personalidad, la cara oculta de nuestra psique. Si rechazamos
esas “sombras”, nos perseguirán. Y terminaremos atribuyendo a un Ser
malvado y externo a nosotros, a un Demonio, al Diablo, lo que son
simplemente nuestras debilidades, nuestras limitaciones, nuestros lados
oscuros. Al actuar así, dejamos de hacernos responsables de nuestros propios
actos.
Hay que aprender a lidiar con nuestros “demonios”. Mientras más los
neguemos y rechacemos, más poder tendrán sobre nosotros. Un maestro zen
dice: Hazte amigo de tu rabia, forma parte de ti, es tu energía vital. No te cortas
el dedo cuando te duele. Mientras menos aceptemos nuestras sombras,
mientras menos las reconozcamos, las proyectaremos en los demás: en los de
otra raza, en los de otra cultura, en los homosexuales, en los emigrantes, en
las mujeres... Así “endemoniaremos” a nuestros semejantes. Así, siempre
serán “los otros” los responsables, los culpables.
En estos “demonios”, en los nuestros, sí podemos “creer”. Creer en diablos y
demonios sobrenaturales que entran en nuestros cuerpos y en nuestras vidas,
que circulan por el mundo para dañarnos, es una creencia anticristiana,
contraria al Dios de quien nos habló Jesús.