gracia, y donde Emisoras Latinas lo continúa entrevistando. Usted
fue niño aquí. Cuéntenos cómo era la vida de los niños en su
tiempo...
JESÚS ¿Qué te diré, Raquel? Teníamos que trabajar desde muy
pequeños. Quien no cuidaba ovejas o cabras, pisaba uvas.
Aprendíamos a sembrar, a moler el grano...
RAQUEL Hoy hay convenciones internacionales que hablan de los
Derechos de los Niños... ¿En su tiempo?
JESÚS En mi tiempo, ningún derecho, todo torcido. A los niños los metían
en el mismo talego que a los enfermos, los esclavos y las
mujeres. Los últimos de la cola. El único valor de los pequeños
era... que iban a ser grandes.
RAQUEL ¿Y las niñas?
JESÚS Peor con ellas. Las niñas crecían y... seguían sin tener valor. Mira
a aquellos dos que andan corriendo... ¡Ey, muchachos, vengan!
NIÑA ¿Ustedes son turistas?
JESÚS Ella es periodista...
NIÑO Mi papá tiene una barba como usted...
JESÚS ¿Quieren que les regale un pelo de mi barba?... ¡A ver quién de
los dos me lo arranca!
RAQUEL Parece un padre con sus hijos... ¿Usted nunca tuvo hijos? ¿No
quiso tenerlos?
JESÚS ¿Qué árbol no quiere dejar semillas, Raquel?
NIÑA ¿Usted cómo se llama?
JESÚS Jesús.
NIÑA ¿Y ella?
JESÚS Raquel. ¿Y tú cómo te llamas?
NIÑA Samira.
JESÚS ¿Y tú?
NIÑO William.
JESÚS Samira y William. Esos nombres no existían en mi tiempo...
NIÑA ¿Usted sabe contar cuentos?
JESÚS ¿Cuentos?... ¡Me sé mil cuentos! ¡También sé adivinanzas!
RAQUEL Disculpe, Jesucristo, pero volviendo al tema de sus hijos...
NIÑA Él no se llama Jesucristo, se llama Jesús.
MADRE ¡Ey, muchachos!... ¿Dónde andaban metidos?... ¡Samira,
William!... ¡Vengan, no molesten a esos señores!
NIÑOS ¡Nos va a contar un cuento!
JESÚS Vayan, vayan con su mamá... Después vuelven para el cuento...
RAQUEL Se lleva bien con los muchachos, ¿no?
JESÚS Siempre me gustó hablar con ellos... Una vez, una niña como
esta Samira me explicó cuándo dan a luz las cabras monteses y
dónde hace su nido el gavilán... Es que los niños no sólo
aprenden... También enseñan... Tenemos una llamada... ¿Aló?
PIRON Soy Claude Piron, sicólogo... He estado oyendo su programa y
estoy encantado...Han pasado dos mil años y veo que Jesucristo
sigue siendo el mismo, un revolucionario.
RAQUEL ¿Por qué dice eso, Monsieur Piron?
PIRON Porque es muy reciente la idea de que los niños son ciudadanos.
Hasta el siglo 20 los veíamos como animalitos que los adultos
teníamos que domesticar. Que un niño tenga valor por sí mismo
no se le ocurría a nadie. A Jesucristo sí se le ocurrió.
RAQUEL Gracias al amigo sicólogo que nos acaba de llamar. Entonces, por
lo que oigo, usted se adelantó a su tiempo.
JESÚS O a lo mejor es que ellos se retrasaron...
RAQUEL ¿Quiénes ellos?
JESÚS Los del grupo... Me acuerdo una vez que estábamos conversando
en Cafarnaum y vinieron unos niños. Santiago, Juan y Pedro se
molestaron. Váyanse, están estorbando. Aquí estamos hablando
de cosas serias.
RAQUEL ¿Y usted?
JESÚS Yo llamé a los niños. Quédense, les dije. Y a Pedro y a los otros,
les advertí: Los más pequeños serán los más grandes en el Reino
de Dios. Y ustedes, si no se hacen como niños, se quedarán
fuera.
RAQUEL Pues mire, ahí vienen esos dos de nuevo...
JESÚS Samira y William...
RAQUEL Nosotros despedimos el programa y usted, Jesucristo, cuénteles
el cuento que les prometió... Desde Nazaret, Raquel Pérez.
Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
Menores de edad
En tiempos de Jesús, los niños no tenían ningún derecho, tenían muchas
responsabilidades y valían muy poco. Las niñas valían aún menos. De las
niñas se decía que eran “un tesoro ilusorio”. Los hijos y las hijas se
consideraban como una bendición de Dios, pero su importancia sólo era real
hasta que llegaban a la “mayoría de edad”, a la que arribaban muy pronto, a los
doce años. Desde el punto de vista de las leyes y de las obligaciones y
derechos religiosos, el poco valor de los pequeños se describía incluyéndolos
en esta fórmula, habitual en los escritos de la época: “sordomudos, idiotas y
menores de edad”. También aparecían citados junto a ancianos, enfermos,
esclavos, mujeres, tullidos, homosexuales y ciegos.
Los Derechos de Niños y Niñas
La primera declaración de los derechos de niños y niñas fue la “Declaración de
Ginebra sobre los Derechos del Niño” de 1924, redactada por Eglantyne Jebb,
fundadora en 1919 de la organización internacional Save the Children,
dedicada a ayudar y a representar a los millones de niños refugiados y
desplazados en Europa después de la Primera Guerra Mundial. Fue la primera
ONG dedicada a la infancia.
Aquel texto pionero fue aprobado por la Sociedad de Naciones el 26 de
diciembre de 1924. En 1948, las Naciones Unidas aprobaron la Declaración
Universal de los Derechos Humanos que, implícitamente, incluía los derechos
de los niños. Años después creció la convicción de que las necesidades
específicas de la infancia debían ser enunciadas y protegidas de forma también
específica.
En 1959, la Asamblea General de la ONU aprobó una “Declaración de los
Derechos del Niño”, con 10 principios. En 1989, la ONU ratificó la Convención
sobre los Derechos del Niño, a la que se han adherido todos los países del
mundo, menos Estados Unidos y Somalia. En 1991, se creó en la ONU el
Comité de los Derechos del Niño, que supervisa la aplicación de la Convención
en todo el mundo. Lo integran diez expertos internacionales en derechos
humanos de distintos países y de sistemas jurídicos diferentes. Les
corresponde revisar los informes periódicos sobre la situación de los Derechos
del Niño, que envían los gobiernos, y hacerles a los gobiernos
recomendaciones en representación de la infancia mundial. El Comité también
lanza iniciativas. En 2002, por ejemplo, movilizó una campaña global para
concientizar sobre la gravedad de aplicar a los niños castigos corporales.
Diez principios, diez derechos
Estos son los diez principios de los Derechos del Niño y de la Niña, enunciados
de forma que niños y niñas los entiendan:
1 - Tenemos derecho a disfrutar de derechos. No importa el color de nuestra
piel, el idioma que hablamos, nuestra religión o nuestras ideas, el país donde
nacimos o si nuestra familia tiene o no dinero.
2 - Tenemos derecho a oportunidades para desarrollar nuestro cuerpo y
nuestra mente, y para crecer en libertad y con dignidad.
3 - Desde que nacemos, tenemos derecho a tener un nombre y una
nacionalidad.
4 - Tenemos derecho a buena salud, a comer bien, a vivir en una casa, y a
jugar.
5 - Si tenemos alguna discapacidad en el cuerpo o en la mente tenemos
derecho a cuidados especiales.
6 - Tenemos derecho a que nos quieran y nos cuiden, en primer lugar en
nuestra familia. La sociedad y el gobierno también deben cuidarnos.
7 - Tenemos derecho a una educación que no sea aburrida y que nos haga
cultos, capaces, responsables y útiles a los demás. Y que sea gratuita y
obligatoria en los niveles básicos.
8 - En cualquier desastre o conflicto, tenemos derecho a ser los primeros en
recibir ayuda y protección.
9 - Tenemos derecho a que nos protejan de todo abandono, de toda crueldad y
de todo abuso. Y no nos deben hacer trabajar si eso daña nuestra salud o
perjudica nuestro desarrollo.
10 - Tenemos derecho a que nos eduquen para ser generosos con los demás y
para trabajar por la paz en el mundo.
A pesar de las declaraciones...
A pesar de declaraciones, convenciones, principios, códigos y derechos, la
situación de la niñez en el planeta que compartimos sigue siendo un desafío
colosal. Con una información variadísima, recopilada por todo el mundo, el
periodista español José Manuel Martín Medem ha construido un libro
estremecedor: “La guerra contra los niños” (Editorial El Viejo Topo, Barcelona
1998).
Este comprometido periodista reúne y describe en este libro la violencia
extrema que nuestro mundo, que se cree civilizado, ejerce sobre niños y niñas
en la industria del sexo, en las guerras tribales, en el tráfico de órganos, en el
abuso sexual en los hogares, en el trabajo esclavo, en las adopciones ilegales,
en las servidumbres domésticas, en las maquilas... Dice su autor en la
introducción: En esta guerra el armamento más letal se dirige contra las niñas,
contra las hijas de la miseria: padecen el desamparo como todos los
marginados y la discriminación y la violencia como casi todas las mujeres. En
apariencia, la protección de los niños está avanzando, avanzan las
declaraciones y las promesas, pero la ayuda más elemental para la infancia
sigue siendo esta recomendación: “No te creas lo que te dicen, sino lo que te
hacen”.
Pionero en un tiempo sin derechos
Al igual que Jesús tuvo una actitud auténticamente revolucionaria con las
mujeres, su actitud hacia los niños tuvo que resultar sorprendente para la
sociedad de su tiempo. Enseñó que el Reino de Dios era para “los niños” y
para “los que son como niños”. Esto significa que el Reino pertenece a quienes
no son tomados en cuenta en la sociedad. Y significa que Jesús hizo a los
niños destinatarios privilegiados del Reino de Dios en cuanto niños, dando a
entender que los pequeños están más cerca de Dios que los adultos. Para él
tuvieron valor no por lo que iban a ser de mayores, sino por lo que ya eran a su
corta edad. Esta actitud de Jesús no tiene precedente en las tradiciones de sus
antepasados.
Claude Piron es un sicoterapeuta y lingüista suizo, profesor universitario,
especialista en temas interculturales. Participa en el programa dando relieve a
la novedad del mensaje y la actitud de Jesús hacia los niños. Pueden leer ideas
de Piron sobre la niñez actual en el texto “Somos responsables del drama del
niño-sol” en www.envio.org.ni
Lo que nos enseñan los niños
Son muchas y muy buenas las películas sobre lo mucho que niños y niñas
pueden enseñar a los adultos. Le encantarían a Jesús, confirmarían su
intuición de que de los pequeños es el Reino de Dios, de que podemos
aprender de los más chiquitos a ser más humanos. Destacamos una de esas
películas: “El color del paraíso” (2000), del iraní Majid Majidi, en donde el niño-
maestro es un niño ciego. El crítico de cine Julio Rodríguez Chico dice en su
comentario a este film: Viendo ésta y otras películas iraníes tan llenas de
belleza y amor por la vida, en el espectador surge de manera natural el deseo
de clamar para no destruir esas vidas y esas tierras, y de pedir a los mayores
que aprendan de los niños a mirar, a no permanecer en la ceguera de la guerra
que les impide ver el color del paraíso”.