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68- ¿Lugares sagrados?
Descripción:

¡100 entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra! Los autores de OTRO DIOS ES POSIBLE son los hermanos López Vigil, conocidos ya en la región por su anterior producción radiofónica UN TAL JESÚS.

Libreto:
RAQUEL Cobertura exclusiva de la segunda venida de Jesucristo a la tierra.

Nuestros micrófonos junto al famoso Muro de las Lamentaciones,

lo único que queda en pie de aquel gran Templo de Jerusalén,

destruido por el emperador romano Tito en el año 70. ¿Usted

conoció el Templo, verdad Jesucristo?

JESÚS Lo conocí en todo su esplendor, Raquel... Y mira lo que es hoy,

no quedó piedra sobre piedra... Un pedazo de muro...

RAQUEL ¿Usted venía con frecuencia al Templo?

JESÚS La última vez vine con un látigo. Los sacerdotes lo habían

convertido en una cueva de ladrones.

RAQUEL ¿Prefería rezar en otros templos, tal vez lugares de culto más

sencillos?

JESÚS No, ya te dije que para hablar con Dios, yo me iba al monte, de

noche, miraba las estrellas, la cara de la Luna... A mí nunca me

gustaron los templos.

RAQUEL Sin embargo, en su nombre se han levantado por todo el mundo

cientos, miles de iglesias, catedrales, basílicas, santuarios,

oratorios, ermitas, capillas...

JESÚS ¿Y dices que todo eso se ha levantado en mi nombre?

RAQUEL Por supuesto. Ya habrá visto algunos por estas tierras. Son

templos cristianos. En honor suyo y en el de su madre María.

JESÚS ¡Qué mala memoria la de esos albañiles!... En nuestro

movimiento, nunca íbamos a orar en los templos. Y mi madre,

rezaba haciendo las lentejas o buscando agua del pozo.

RAQUEL Pero los primeros cristianos ya tendrían templos para celebrar la

eucaristía. ¿O no?

JESÚS Por lo que me han contado, no. Ellos se reunían en sus casas. No

había templos. Ni altares.

RAQUEL ¿Les faltaba dinero para construirlos?

JESÚS Les sobraba fe para no construirlos. Mira, recuerdo una vez que

regresábamos a Galilea y pasamos por Samaría. Entre judíos y

samaritanos, ya sabes, siempre había pleitos. Que hay que adorar

a Dios en el templo del Garizim, decían ellos. Que hay que

adorarlo en el templo de Jerusalén, decían Pedro, Santiago y los

otros.

RAQUEL Y usted, como buen judío, preferiría en Jerusalén.

JESÚS No, yo dije que ni acá ni allá. Dios no vive en edificios construidos

por mano de hombre. Dios no cabe en iglesias ni en sinagogas.

Yo decía que había que rasgar el velo de todos los templos.

RAQUEL Tengo que hacerle una pregunta que nuestra audiencia se estará

haciendo. ¿Usted sabe que el mayor de todos los templos

construido en su nombre es la basílica del Vaticano, en Roma,

donde vive el Papa, sucesor de Pedro, el máximo representante

suyo?

JESÚS ¿Y cómo es ese templo? ¿Más grande que el que había aquí en

Jerusalén?

RAQUEL Muchísimo más. Yo lo he visitado. El templo que usted conoció

parecería de juguete ante la Basílica de San Pedro. Dentro hay

estatuas, altares de oro, joyas, museos, tesoros de valor

incalculable, riquezas secretas...

JESÚS ¿Y dices que ése es el templo de Pedro, de mi amigo de

Cafarnaum, el pescador?

RAQUEL Así lo llaman. Basílica de San Pedro.

JESÚS Pues en nombre de mi amigo Pedro, que no está aquí, me

gustaría hablar con ése que dice ser representante suyo y mío.

RAQUEL ¿Usted estaría dispuesto a un debate de ese nivel?

JESÚS ¿Por qué no? En estos días me he enterado de tantas cosas que

creo que es urgente hacerle unas preguntas a ese Papa.

RAQUEL Emisoras Latinas gestionará esa entrevista. Será un golazo

periodístico. Atenta nuestra audiencia. Les informaremos

oportunamente. Y mientras llega ese momento, reportó Raquel

Pérez, enviada especial en Jerusalén.

CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL

LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su

segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José

Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...

Espacios sagrados

Existen dos tipos de lugares sagrados: los que ofrece la naturaleza (una

montaña, un río, una cueva) y los que han construido las comunidades

humanas. Un templo es un edificio considerado “sagrado” por una religión.

Sagrado porque es especial, “separado”, “consagrado”. Sagrado porque ahí

“está” Dios o porque es ahí en donde las personas se pueden vincular con Dios

formulando plegarias, haciendo sacrificios o practicando otros ritos. Sagrado

porque es ahí donde actúan los sacerdotes (personas “sagradas”). Las

religiones del Mundo Antiguo tuvieron templos: Egipto, Grecia, Roma... En

Galilea, donde Jesús vivió toda su vida, lo que él conoció fueron sinagogas,

espacios que también se consideraban “sagrados”, aunque no como lo era el

gran templo del judaísmo, el Templo de Jerusalén.

Las sinagogas

Unos 500 años antes de Jesús, cuando fue destruido el primer Templo de

Jerusalén ―su construcción se atribuye al rey Salomón― y el pueblo de Israel

fue deportado a Babilonia, los judíos comenzaron a construir en pueblos y

aldeas las sinagogas, casas de oración, donde se reunían a rezar y a leer las

Escrituras. En las sinagogas no se ofrecían sacrificios. En tiempos de Jesús,

aunque ya había un nuevo Templo en Jerusalén, existían muchísimas

sinagogas por todo el país.

En la sinagoga se reunía todo el pueblo los sábados para asistir a la oración y

escuchar al rabino o a cualquier paisano varón que quisiera hacer comentarios

a los textos de la Escritura que se habían leído. Jesús aparece en varios

relatos en la sinagoga de Nazaret y en la sinagoga de Cafarnaum.

La sinagoga no es el equivalente exacto de los actuales templos cristianos. Era

un lugar más familiar, más popular y más laico, en el que se podía hablar

libremente, sin que fuera necesaria la presencia de ningún ministro sagrado. La

sinagoga la presidía el rabino, que era un maestro-catequista, no un sacerdote.

El Templo de Jerusalén

El Templo de Jerusalén que conoció Jesús fue una construcción grandiosa del

rey Herodes, levantada sobre la planta del primer Templo de Salomón. Por su

superficie, equivalía a la quinta parte de la extensión de toda la ciudad

amurallada. Era el centro religioso y financiero del país, ya que allí, junto al

atrio de las mujeres, estaba el llamado Tesoro del Templo, en el que los

israelitas entregaban ofrendas para el culto. Los poderosos del país entregaban

al Templo riquezas de valor incalculable en objetos preciosos y también en

dinero. El Tesoro hacía también las funciones de un banco y muchas familias

depositaban allí sus bienes para que se los guardaran, especialmente las

familias de la aristocracia y las de la casta sacerdotal. Esto hacía del Templo la

institución financiera más importante del país.

En todos los relatos de los evangelios en que Jesús aparece en el Templo o en

sus alrededores, lo vemos siempre en una actitud crítica a todo lo que allí

sucedía. Al final de su vida, con su audaz gesto de sacar a latigazos a los

cambistas de monedas que ocupaban el atrio del Templo, haciendo

operaciones económicas que enriquecían a la casta sacerdotal, Jesús firmó su

sentencia de muerte.

No quedó piedra sobre piedra

El Templo de Jerusalén fue destruido por las legiones romanas del emperador

Tito en el año 70 después de Cristo cuando los romanos sofocaron a sangre y

fuego la rebelión del movimiento nacionalista zelote. Jerusalén también fue

arrasada en aquella contienda bélica. La destrucción definitiva de la ciudad de

Jerusalén ocurriría unos 60 años después, en la última insurrección de los

zelotes.

Jesús no “adivinó” que esto ocurriría (No quedará del Templo piedra sobre

piedra, Lucas 21,5-11), sino que como los evangelios fueron escritos después

de esta devastación, quienes los escribieron pusieron el “presagio” en boca de

Jesús para darle más autoridad a sus palabras críticas contra la opulencia y el

poder del Templo. Hoy sólo se conserva de aquella grandiosa edificación un

pedazo del muro occidental, llamado por los judíos Muro de las Lamentaciones.

Ante sus inmensas piedras, los fieles judíos se reúnen diariamente a rezar.

Dios no está en ningún templo

Unos cuatro siglos antes de Jesús la comunidad samaritana se separó

definitivamente de la comunidad judía y construyó su propio templo sobre el

monte Garizim. Concluyó así un cisma religioso entre ambos pueblos. A partir

de entonces, las tensiones fueron en aumento y en tiempos de Jesús la

enemistad era muy profunda. Estaba prohibido expresamente que judíos y

samaritanos se casaran porque los judíos consideraban impuros, paganos y

hasta extranjeros a los samaritanos, a pesar de que ambos pueblos tenían la

misma sangre.

El templo del Garizim fue rival del de Jerusalén y 129 años antes de Jesús fue

destruido por el rey judío Juan Hircano. En represalia, cuando Jesús era un

niño, los samaritanos regaron huesos de muertos en el Templo de Jerusalén

para profanarlo. Es en este contexto de tensiones religiosas en el que Jesús

habló libre y cordialmente con una samaritana (Juan 4,1-30), lo que causó

escándalo entre los de su movimiento.

En aquella ocasión, Jesús le dijo a la mujer samaritana que a Dios no se le

adora en ningún templo, sino que se le vive en relaciones humanas de justicia y

equidad, lo que hasta el día de hoy rechazan los jerarcas de las iglesias

cristianas, que siguen levantando costosos templos y enseñando que son

espacios sagrados donde las personas encuentran a Dios. Naturalmente,

porque en esos templos se recaudan limosnas o diezmos, se reciben donativos

y se controlan conciencias.

Ni templos ni altares

Siguiendo las enseñanzas de Jesús, los primeros cristianos no tenían templos.

Esteban, uno de los primeros dirigentes de las comunidades cristianas

afirmaba que Dios no habita en edificios construidos por manos de hombres.

(Hechos 7,48-49). En el cristianismo primitivo no existieron templos ―se

reunían en los hogares, en las casas de la gente― ni tampoco altares. Pablo

insistió en que los templos de Dios eran los propios cristianos (1 Corintios 3,16-

17) y todavía en el siglo III los cristianos sirios afirmaban ―así consta en la

Didascalia― que las viudas, los huérfanos, los pobres y los ancianos son “el

único altar de Dios”.

La Basílica del Vaticano

La Basílica de San Pedro en Roma es el centro del Estado del Vaticano y el

templo más grandioso y visitado del mundo católico. Se construyó a lo largo de

varios siglos. Comenzó siendo un monumento conmemorativo del lugar en

donde la tradición ubicó la sepultura de Pedro. Cuando el cristianismo pasó a

ser religión oficial del imperio romano (siglo IV), el emperador Constantino hizo

construir en ese lugar una basílica, al estilo de los edificios en donde se daba

culto a los dioses romanos. En el siglo XV los Papas decidieron demoler aquel

primer templo para levantar uno mucho mayor, que estuviera acorde con el

poder eclesiástico romano, ya para entonces hegemónico en toda Europa.

Las indulgencias que para escapar del purgatorio vendían los Papas por toda

Europa sirvieron para levantar la enorme basílica que hoy conocemos. Se

concluyó en 1626. Destacados arquitectos y artistas participaron en la

construcción de la basílica vaticana: Bramante, Rafael, Sangallo, Miguel Ángel.

Gian Lorenzo Bernini diseñó la gigantesca plaza y su columnata.


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