JESÚS ¡Shalom, Raquel!
RAQUEL Lo he estado buscando toda la mañana...
JESÚS Estaba por aquí hablando con unos pastores... Me contaban de
las tierras que les han quitado...
RAQUEL Pues yo le cuento que varios colegas han llamado a Emisoras
Latinas interesados en coordinar entrevistas con usted... Pero,
por lo que veo, usted prefiere conversar con los pastores...
JESÚS No, yo hablo con quien llegue...
RAQUEL Pues hable conmigo... Atención, estudios. Emisoras Latinas en
vivo y en directo con Jesucristo con quien tenemos un tema
pendiente... Ayer usted comenzó a hablar del parto de su madre
María, ¿se acuerda?
JESÚS Sí, recuerdo. ¿Y qué quieres saber?
RAQUEL Pues... eso. Cómo dio a luz la Virgen... Bueno, su
mamá... Comprendo que son preguntas muy íntimas, pero...
JESÚS ¿Íntimas? Los partos en mi tiempo no tenían ningún secreto.
Cuando a una mujer le llegaba la hora de dar a luz, todo el
vecindario se enteraba. Corrían a avisar a las comadronas, a los
familiares...
RAQUEL Al no haber hospitales, atenderían a la mujer en su casa.
JESÚS Sí, era la costumbre.
RAQUEL ¿Y la acostaban?
JESÚS ¿Cómo la van a acostar? En mi tiempo se paría de pie.
RAQUEL Ah, claro, de pie... Lo he visto en el Discovery...
JESÚS ¿Sabes cómo hacían? Colgaban del techo una cuerda para que la
parturienta se agarrase fuerte cuando le comenzaban los dolores.
Otra mujer se paraba detrás para sostenerla.
RAQUEL ¿Y la comadrona?
JESÚS La comadrona se ponía delante, sentada entre las piernas de la
madre, ayudándola a respirar. Otras mujeres calentaban agua y
bálsamos.
RAQUEL Y mientras tanto, ¿qué hacían los hombres?
JESÚS Esperar. Se quedaban sentados en el campo, en silencio,
esperando. A los chiquillos nos mandaban a buscar hinojo para
mezclar con vino y dar de beber a la pobre que estaba agarrada
de la cuerda, puja que puja... ¡Hasta que aparecía la cabeza y
nacía la criatura!
RAQUEL Y ya se iban todos a sus casas.
JESÚS Al contrario, venían más. Las mujeres comenzaban a cantar, a
gritar de alegría por el recién nacido... Los hombres a brindar...
La comadrona a limpiar la sangre y cortar el ombligo... ¡una fiesta!
RAQUEL ¿Y su madre María dio a luz así?
JESÚS Por supuesto. ¿Cómo iba a dar a luz, si no?
RAQUEL Bueno, yo he leído en algunos catecismos... que usted vino al
mundo... como un rayo de luz atraviesa un cristal sin romperlo ni
mancharlo.
JESÚS No entiendo qué quieres decir, Raquel.
RAQUEL Ejem... Bueno, que su madre dio a luz sin romper... el sello de la
virginidad.
JESÚS ¿El sello? ¿Cuál sello?
RAQUEL Es decir... el himen... Bueno, comprenda que es un tema difícil
para mí...
JESÚS No, Raquel, es sencillo. Mi madre dio a luz como todas las
mujeres dan a luz. Y rompió aguas y rompió sellos y parió como
todas lo hacen.
RAQUEL ¿Eso quiere decir que...?
JESÚS No te enredes, Raquel. La puerta de la vida se santifica cuando se
abre, no cuando permanece cerrada.
RAQUEL Pero... Pero si fue así durante el parto... necesitamos preguntarle
lo que ocurrió antes y después y...
JESÚS A cada día le basta su afán, Raquel. Y a cada entrevista también.
RAQUEL Sí, mejor despedimos el programa. Pero, ustedes, estimados
radioescuchas, ¿no quieren saber más sobre María, la madre de
Jesús? ¿O tal vez estaremos actuando como paparazzis del
micrófono? Desde Belén, cubriendo la sorprendente segunda
venida de Jesucristo a la tierra, reportó Raquel Pérez, Emisoras
Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
Parir: un acto comunitario
Entre nuestros parientes animales más cercanos, los simios, las madres
pueden ayudar a nacer a sus hijos, guiándolos por el canal del parto con sus
manos, limpiándoles la nariz y la boca para que respiren cuanto antes,
liberándolos ellas, con una mordida, del cordón umbilical. El parto, entre los
simios, es, por eso, un acto solitario.
En nuestra especie, no: la madre no puede ver la cara de su criatura ni puede
ayudarlo a salir porque podría dañarlo. Por esto, en todas las culturas humanas
las mujeres buscan ayuda cuando van a parir, no viven el alumbramiento en
solitario. El parto humano es una actividad social, comunitaria, un acto que crea
comunidad. La imagen tradicional del nacimiento de Jesús en una cueva
solitaria no es histórica ni realista. No surge del relato evangélico sino de la
plástica posterior y refuerza el dogma del “parto virginal”.
Parir de pie: un derecho humano
A lo largo de la historia, y en todas partes del mundo, las mujeres no dieron a
luz a sus criaturas acostadas, sino en cuclillas. O de pie, agarrándose de un
árbol, de una cuerda, o sostenidas por otras mujeres. En el siglo 17 el médico
francés Francois Mauriceau comenzó a “acostar” a las mujeres cuando iban a
parir. A partir de entonces, empiezan a reemplazarse las casas por los
hospitales y las comadronas por los médicos. Y dar a luz acostadas se convirtió
en un negocio, porque el médico pasaba a ser el protagonista del parto y un
acto natural se convertía casi en una dolencia.
La posición horizontal resulta riesgosa en el parto. Acostada, la pelvis de la
mujer se aplana y el canal del parto se hace rígido. Hoy muchas mujeres están
volviendo a la práctica tradicional y experimentan las ventajas de parir en
posición vertical. Se evitan infecciones al fluir mejor los líquidos, la cabeza de la
criatura se encaja mejor y el útero se dilata más rápidamente. En esta postura
se facilita también la oxigenación de la madre y del bebé, se producen menos
hemorragias y las contracciones son más rápidas, facilitando el parto y la
expulsión de la placenta. En posición vertical disminuyen también los dolores
del parto. Por eso, cada vez se habla más de un nuevo derecho humano: el
derecho a parir de pie.
María parió de pie
Acompañada por otras mujeres y de pie tuvo que parir María a su hijo Jesús.
En emotivas imágenes reconstruyó ese momento el documental de Alan
Bookbinder que la cadena de televisión británica BBC estrenó el 21 de
diciembre de 2002 con el título “La Virgen María”. Así también describe el parto
de Maryam y de las mujeres galileas la sicóloga y periodista británica Lesley
Hazleton en su libro “María, una virgen de carne y hueso” (Martínez Roca
Ediciones, 2005), tal vez la recreación de la historia de María de Nazaret más
fascinante, sugerente y fundamentada que conocemos.
Como un “rayo de sol”
La Iglesia católica propone como dogma de fe que María fue siempre virgen:
antes, durante y después del parto. Ya en el siglo XV, en un conocido himno de
Navidad se empleaba la metáfora del “rayo de sol que atraviesa el cristal sin
romperlo ni mancharlo” para referirse a la virginidad de María. Esta imagen fue
incorporada siglos después en el Catecismo de San Pío X y desde entonces la
popularizaron innumerables catequistas en todo el mundo católico. Entre los
protestantes hay diversas opiniones: algunos sostienen la concepción virginal
de Jesús, otros no. La mayoría de iglesias protestantes no cree en el parto
virginal y cree que María tuvo otros hijos y no sólo a Jesús.