Cesarea de Filipo. Las insistentes llamadas de nuestra alarmada
audiencia nos han impedido abandonar el lugar. ¿Señor
Jesucristo?
JESÚS ¿Sí, Raquel?
RAQUEL Yo veo que usted es una persona sencilla, que no se da mucha
importancia... La mejor prueba es que Emisoras Latinas ha
logrado la exclusiva sin pagar derechos. Sin embargo, una iglesia
que dice representarlo, me refiero especialmente a la iglesia
católica, es grandiosa, fastuosa... Palacios, tierras, medios de
comunicación, bancos... un imperio.
JESÚS Como ya te dije, yo no tengo parte en eso... Yo anuncié el Reino
de Dios, pero estoy viendo que lo que vino fue la iglesia.
RAQUEL Y ahí viene mi pregunta. ¿Cómo pudo venir “eso”? ¿Cómo de un
humilde campesino como usted surgió algo tan monumental? ¿Tal
vez la fuerza del Espíritu Santo?
JESÚS ¿Por qué no le preguntas a ese Pepe que llamó el otro día? Es
tocayo de mi padre y sabía bastante de esto...
RAQUEL A ver, un momento... ¿Pepe Rodríguez?... Sí, de Emisoras
Latinas nuevamente... Hemos quedado con muchas
interrogantes... Si me permite, voy a emplear hoy con usted las
clásicas preguntas periodísticas.
PEPE Adelante.
RAQUEL Si Jesucristo no fundó la Iglesia, ¿quién la fundó?
PEPE El emperador romano Constantino.
RAQUEL ¿Cuándo la fundó?
PEPE Siglo cuarto, año 325.
RAQUEL ¿Y dónde la fundó?
PEPE En su casa, en su residencia de Nicea, al este de Constantinopla.
JESÚS Déjame preguntar ahora a mí, Raquel... Dígame, señor Pepe,
¿cómo hizo ese Constantino para levantar semejante iglesia?
PEPE A su muerte, señor Jesucristo, nacieron algunas comunidades.
Como usted había dicho que el mundo se iba a acabar pronto,
vendieron todo lo que tenían, lo repartieron entre los pobres y se
pusieron a esperar. Compartían todo, tenían un solo corazón y
una sola alma.
JESÚS Si eso hicieron, entendieron el Reino de Dios.
PEPE Sí, pero como usted se retrasaba tanto, hubo que organizar la
vida. Es una historia larga. La comunidad de Jerusalén
desapareció cuando Roma quemó el Templo. El cristianismo se
fue extendiendo por el imperio romano. Ese imperio, que usted
conoció, perseguía a los cristianos...
JESÚS Como a mí me persiguieron...
PEPE Hasta ahí, más o menos, todo iba bien.
JESÚS ¿Y qué pasó, en qué momento se escondió la luz bajo el celemín?
PEPE El imperio romano se debilitaba. Cuando Constantino tomó el
mando, aunque él no era cristiano, inventó que había visto en el
cielo la señal de la cruz y que había ganado el trono gracias a
usted.
JESÚS ¿Gracias a mí?
PEPE Sí. Y dijo también que quería convertirse al cristianismo.
JESÚS ¿Y se convirtió?
PEPE Constantino era un camaleón. Se dio cuenta de que el poder de
Roma se derrumbaba y necesitaba una ideología para
mantenerlo. Para eso le servía la religión cristiana, extendida ya
por todo el imperio.
JESÚS ¿Y qué hizo ese hombre, cuénteme?
PEPE Un pacto. Llamó a los principales obispos y les dijo: Si ustedes me
obedecen, ya nadie los perseguirá. Declaren que los asesinos de
Jesús fueron los judíos y no los romanos, y yo declararé el
cristianismo como religión oficial.
JESÚS Pero, ¿cómo? Si a mí me condenó a muerte un romano, Poncio
Pilato...
PEPE Se equivoca, no fue Poncio Pilato. Quien lo asesinó a usted fue
Constantino.
JESÚS
¿Constantino?
PEPE Sí, Constantino. Ése fue quien lo mató.
JESÚS Siga, siga...
RAQUEL No, no siga, porque se me ha gastado la tarjeta del celular. En
breve lo llamo nuevamente, Pepe... No pierdan esta historia,
amigas y amigos de Emisoras Latinas. No pierdan la sintonía.
Raquel Pérez, desde Banias, antigua Cesarea de Filipo.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
El Reino de Dios, no una Iglesia
Jesús no fundó ninguna iglesia, ni siquiera utilizó alguna vez la palabra
“iglesia”, (del griego “ekklesía”, que significa “asamblea”). No fue su intención
organizar ninguna institución o iglesia. Lideró un movimiento colectivo de
hombres y mujeres que proclamaban la llegada del Reino de Dios: un mundo
de relaciones justas y equitativas, donde los pobres dejaban de ser pobres, un
mundo de comunidades que incluían a las mujeres y cuidaban y sanaban a los
enfermos.
Años después de la muerte de Jesús, fue Pablo quien transformó el
movimiento de Jesús ―un movimiento rural y judío― en una religión urbana
con capacidad de convertirse en “universal” y de atraer a pueblos tan distintos
al del judío Jesús de Nazaret. Por eso, se puede afirmar que quien propició la
“fundación” de la iglesia fue Pablo, al organizar el movimiento de Jesús con
características doctrinales y prácticas que le permitían atraer a los “gentiles”
que habitaban el vasto imperio romano.
Comunidades “cristianas”, Iglesia “católica”
En los primeros tiempos, las pequeñas comunidades inspiradas en el
movimiento que lideró Jesús se llamaban a sí mismas “los del camino”. Sólo
después, y en la iglesia de Antioquía (hoy Siria), se empezaron a llamar
“cristianos”. A comienzos del siglo II, también en Antioquía, se establecieron ya
los tres grados de una jerarquía dentro de las comunidades: obispos,
presbíteros (sacerdotes) y diáconos.
Cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial del imperio romano (siglo
IV) la palabra iglesia comenzó a emplearse tanto para designar la comunidad
de los seguidores de Jesús como los locales en donde se reunían. Es también
en este tiempo cuando se oficializa el latín como lengua oficial de la liturgia, de
la teología y de las nacientes leyes de la iglesia. Hasta entonces era el griego
la lengua que predominaba en los ritos cristianos, aunque la comunidad de
Jerusalén y las comunidades galileas hablaron en arameo, la misma lengua
que habló Jesús. El predominio del latín fue una de las herramientas que
contribuyó a que la iglesia de Roma se impusiera sobre todas las demás
iglesias.
La expresión “iglesia católica” la empleó por primera vez Ignacio, obispo de
Antioquía, en el siglo I. Pero la usó no para darle primacía a alguna de las
iglesias, mucho menos a la romana. La empleó dándole el significado de “la
totalidad de la iglesia”, refiriéndose a todas las comunidades que ya existían y a
la unidad de todas ellas.
Una diversidad de iglesias cristianas
Aunque Jesús no fundó ninguna iglesia, las iglesias cristianas así lo proclaman
y lo enseñan. La iglesia católica, las varias iglesias ortodoxas, separadas de la
católica en el siglo XII y las más numerosas iglesias nacidas de la Reforma
protestante en el siglo XVI, de la que han derivado en el último siglo iglesias
evangélicas, pentecostales y neopentecostales, son todas iglesias cristianas
que reclaman ser una “creación” de Jesucristo, una institución fundada por él o
referida a él, que habría tenido la voluntad de que existieran y funcionaran
como hoy existen y funcionan.
El ecumenismo es el movimiento que busca la unidad entre todas las iglesias
cristianas. Una unidad en la diversidad, ya que todas estas iglesias, aunque
dicen tener objetivos comunes, han vivido en rivalidades incluso sangrientas a
lo largo de los siglos, diversificando también los contenidos de su fe en Jesús.
Fuera de la iglesia... católica “no hay salvación”
En el documento del cuarto Concilio de Letrán (1215) que condena a los
albigenses aparece en el capítulo primero esta frase: Una sola es la Iglesia
universal de los fieles y por fuera de ella absolutamente nadie se salva. En
1302, consumada la ruptura con las iglesias orientales, el Papa Bonifacio VIII
ratificó esa doctrina en su bula “Unam Sanctam”, que inicia diciendo: Por fuera
de la Iglesia Católica y Apostólica no hay salvación ni perdón de los pecados.
Esta doctrina prevalece durante los siglos siguientes, consumada la ruptura con
las iglesias nacidas de la Reforma protestante. En 1854, el Papa Pío IX la
reiteró: Por la fe debemos sostener que por fuera de la Iglesia Apostólica
Romana nadie puede salvarse, que ésta es la única arca de salvación, que
quien en ella no hubiera entrado, perecerá en el diluvio.
Entre las iglesias cristianas, la católica es la que siempre ha insistido en ser la
verdaderamente “fundada” por Jesucristo, la “única” que garantiza la plenitud
de la “salvación”. Después de afirmarlo taxativamente durante siglos, en los
años 60 del siglo XX el Concilio Vaticano II abogó por el ecumenismo y
reconoció los valores de las iglesias cristianas no católicas.
Sin embargo, últimamente la jerarquía católica romana ha regresado a la idea
excluyente y arrogante de ser la “única y verdadera”. En el año 2000 así lo
expresó el Cardenal Ratzinger, al frente de la Sagrada Congregación de la Fe,
en el documento “Dominus Iesus”, que fue ampliamente cuestionado en todo el
mundo por teólogos católicos y de otras iglesias cristianas. En él, y en sentido
contrario al movimiento ecuménico, que ganaba fuerza en todo el mundo, el
Vaticano reiteraba que los fieles están obligados a profesar que existe una
continuidad histórica ―radicada en la sucesión apostólica― entre la Iglesia
fundada por Cristo y la Iglesia católica. Ésta es la única Iglesia de Cristo.
Un grupo de teólogos europeos se expresó en aquella ocasión así sobre este
lamentable documento: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”, dijo el obispo
san Cipriano de Cartago en el siglo III. La única Iglesia verdadera es la
católica, sostiene ahora el pontificado romano. Pero el Concilio Vaticano II
matizó esos principios en 1965 con la proclamación de la libertad religiosa
como uno de los derechos humanos fundamentales, tesis que dio paso al
diálogo interreligioso y a importantes avances hacia la convergencia de las
numerosas iglesias que hunden su origen en un judío crucificado por los
romanos hace dos mil años.
A pesar del rechazo que produjo este documento, la idea de que la iglesia
católica romana es la única verdadera fue ratificada por el mismo Ratzinger,
convertido ya en Papa Benedicto XVI, en julio de 2007, en otro documento de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, que afirma que la católica es la
única iglesia de Cristo y que la única iglesia constituida por Cristo en la tierra
subsiste en la iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los
obispos en comunión con él.
La unidad de todos los cristianos nunca será alcanzada con las ideas y
actitudes que reflejan documentos como éstos.
Primer emperador romano y cristiano
Con un hábil oportunismo político, convencido que el imperio romano en crisis
necesitaba ser unificado bajo una única filosofía y bajo un único mando,
también bajo una única religión, Constantino decidió atribuir al Dios de los
cristianos y al signo de la cruz, que dijo haber visto en sueños, la victoria militar
contra su rival Majencio en Puente Milvio ―el puente frente al río Tíber en
Roma―, hazaña que le permitió convertirse en emperador romano de
Occidente. Era el año 312.
Al año siguiente, en 313, Constantino garantizó libertad religiosa en todo el
imperio por el Edicto de Milán. En 315 abolió la crucifixión como castigo por
delitos. A partir de ese año empezó a “cristianizar” las leyes romanas, comenzó
a donar tierras a los obispos cristianos y a transferirles poderes civiles.
También inició la construcción de templos cristianos ―todos dignos de nuestro
amor a lo fastuoso, según se lo escribió al Papa Eusebio―, muchos de ellos
edificados sobre las ruinas de los templos de la religión romana, que ordenó
destruir. El único templo de la antigua Roma que no fue convertido en templo
cristiano y sobrevivió es el Panteón (Templo de todos los Dioses), construido a
inicios del imperio, un edificio de diseño angélico y no humano, según Miguel
Ángel, que hoy asombra a los turistas que lo visitan.
En el año 321 Constantino introdujo el domingo como festividad religiosa y
permitió a la iglesia cristiana poseer propiedades patrimoniales. En el año 325
Constantino se convirtió en emperador único de Occidente y de Oriente y
convocó el Concilio de Nicea, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el
imperio Romano y que “definió” quién era Jesucristo y cuál era la doctrina
correcta sobre él, el “credo” de la religión oficial. Constantino murió el año 337 y
fue bautizado como cristiano en su lecho de muerte.
Con la prohibición de todos los cultos y sacrificios paganos que decretó su
sucesor, el emperador Teodosio, en el año 380, por el Edicto de Tesalónica, el
cristianismo pasó a ser religión del Estado, la iglesia de Roma iglesia del
Estado y la herejía contra la iglesia de Roma un delito contra el Estado. Todo
estaba consumado: la iglesia había sido fundada.
“Jesús resucitará de la tumba de esta iglesia”
Son millones los cristianos que en todo el mundo anhelan y esperan un cambio
en la Iglesia, que creen que otra Iglesia es posible. Pero, ¿cambiará una Iglesia
fundada desde el poder? ¿Recuperará sus orígenes en el movimiento que
lideró Jesús de Nazaret?
En el libro del teólogo español Juan Luis Herrero del Pozo ”Religión sin magia”
(Ediciones El Almendro, 2006), su autor presenta sus reflexiones con estas
audaces palabras: El pensamiento mágico nace incrustado dentro del sentido
religioso de todos los tiempos. Es como el gusano de la carcoma que avanza
insidiosamente y, para cuando se deja notar, ya ha construido miles de
galerías que han vaciado la madera y fragilizado el edificio hasta hacerlo caer.
La entera edificación de las iglesias cristianas, su entramado de dogmas,
sacramentos, leyes y estructuras está roído por la carcoma de la magia y no
tiene futuro. Es estéril y hasta nocivo el esfuerzo institucional por apuntalar el
edificio. El inevitable derrumbamiento de la Iglesia no alumbra la esperanza de
ver reverdecer en el desierto el testimonio revolucionario del Maestro de
Nazaret. Glosando al teólogo Paul Tillich, “Jesús resucitará de la tumba de esta
iglesia”.