OFICIAL Señorita, ya no hay espacio en el avión... Tendrán que esperar al
próximo vuelo...
JESÚS ¿Qué pasa, Raquel?
RAQUEL Que estos hijos de... de Israel, han hecho overbooking y no
tenemos asientos...
JESÚS ¿Qué han hecho qué?
RAQUEL Habrá que esperar al otro vuelo, hasta por la tarde... Bueno,
como decía mi abuelita, por algo será. A lo mejor nos
montábamos y ese avión... Dios sabrá por qué lo hace.
JESÚS ¿Por qué metes a Dios en esto, Raquel?
RAQUEL Porque... ¿no fue usted mismo el que dijo que hasta los cabellos
de nuestra cabeza están contados y que no se nos cae ni uno sin
que Dios lo permita?
JESÚS Sí, yo lo dije.
RAQUEL ¿Pues entonces?... Si eso es con un pelo, imagínese con un
avión... Espere, que ya me están pidiendo señal desde estudios...
Amigas, amigos de Emisoras Latinas, aquí estamos, todavía en el
aeropuerto del Sinaí...
RAQUEL La compañía sobrevendió el vuelo y nos ha dejado en tierra...
Pero la espera nos permitirá conversar con Jesucristo, aquí, a mi
lado, sobre el abandono en la providencia.
JESÚS ¿De qué abandono estás hablando, Raquel?
RAQUEL Lo que usted siempre recomendó, que dejemos todo en manos de
Dios.
JESÚS “Dios proveerá”, así le decía Abraham a su hijo.
RAQUEL Exactamente. Porque las cosas pasan cuando tienen que pasar.
Por ejemplo, yo lo he estado entrevistando a usted estos días.
Esa suerte estaba para mí. Y lo que está pá ti, nadie te lo quita,
¿no es así?
JESÚS Me parece, Raquel, que estás confundiendo dátiles con aceitunas.
RAQUEL ¿Por qué he sido yo la única periodista que lo ha entrevistado en
su segunda venida?
JESÚS Porque los otros se fueron... porque tú y yo nos encontramos en
Jerusalén... ¿o ya no te acuerdas?
RAQUEL Me acuerdo. Y pienso que Dios dispuso bien las cosas. Era... era
la voluntad de Dios.
JESÚS ¿Cuál voluntad de Dios?
RAQUEL Que usted se cruzara en mi camino. Para que nuestra audiencia
lo escuchara... Eso era lo que Dios quería.
JESÚS No metas a Dios donde no cabe. Dios no tiene nada que ver en
que tú, aquel día, hayas estado allá, en la explanada...
RAQUEL Pero usted dijo que hasta los cabellos de...
JESÚS ... de nuestra cabeza están contados. Porque hay gente que se
angustia, se desespera... Que no vive el día de hoy por miedo a
lo que pasará mañana. A cada día le basta su afán, eso también
dije.
RAQUEL ¿Y eso no es lo mismo que dejar todo en las manos de Dios?
JESÚS Al contrario. Eso es poner todo en tus manos. Lo que no hagas
con tus manos, Dios no lo hará por ti. Las manos de Dios son las
tuyas, Raquel.
RAQUEL Pues muchos de sus seguidores nos enseñan: ¿te va bien?, ¿te
va mal? Confórmate, ésa es la voluntad de Dios. Si se ganan la
lotería, gracias, Dios mío, tú me diste el premio. Y si pierden el
trabajo, lo acepto, Dios mío, tú me lo quitaste.
JESÚS También dirán que los pobres son pobres por voluntad de Dios y
que siempre habrá pobres entre nosotros...
RAQUEL También lo dicen...
JESÚS No, Raquel. Ninguna voluntad de Dios. El que piensa así se
parece a un niño de pecho que busca el calor de la madre para
sentirse seguro... Dios es nuestra madre, sí. Y no nos abandona
nunca. Pero, ¿no has visto cómo las madres destetan a sus hijos
para que coman otro alimento y crezcan y caminen solos? En
verdad te digo, la voluntad de Dios es... no creer en la voluntad
de Dios.
RAQUEL ¿Y entonces?
JESÚS Entonces, sigue peleando con esos hijos de... Israel, con esos
hombres del avión a ver cuándo se hace la voluntad de ellos y
podemos salir de aquí.
RAQUEL Voy a eso. Pero antes, despido el programa... Desde el
aeropuerto del Monte Sinaí, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
Una creencia religiosa
Cuando se vive pendiente de la “voluntad de Dios”, creyendo que todo lo que
ocurre en el mundo y todo lo que nos ocurre es por “voluntad de Dios” estamos
viviendo de acuerdo a una concepción de la historia, del mundo y de la vida
que se llama “providencialismo”, la creencia de que Dios es el verdadero
protagonista y sujeto de la historia y de que los seres humanos somos sólo
instrumentos en sus manos.
Para el providencialismo, Dios es justo y cuando nos suceden males, sólo son
“pruebas” de Dios para ver si somos fieles, para ver hasta cuánto aguantamos,
para ver si renegamos de él. Para el providencialismo, el tiempo humano, la
historia, carece de valor y las recompensas o castigos verdaderos sólo
ocurrirán fuera del tiempo, en la eternidad. Para el providencialismo, “los
caminos de Dios son inescrutables” y el ser humano no puede comprenderlos,
tampoco cuestionarlos.
Muchos dichos y refranes populares expresan el providencialismo de la cultura
religiosa tradicional: “Lo que está pá ti nadie te lo quita”, “Dios proveerá”, “Árbol
que nace torcido nunca su rama endereza”... Otros matizan, con sentido
común, ese fatalismo: “Al que madruga Dios lo ayuda”. Y otros vuelven a las
andadas: “No por mucho madrugar amanece más temprano”.
También hay ideas, nacidas de las filosofías orientales, que hacen eco al dicho
de Jesús “A cada día le basta su afán”. Se le atribuye al Dalai Lama ésta: “Sólo
existen en el año dos días en los que no puedes hacer nada. Uno se llama ayer
y el otro mañana. Por eso, hoy es el único día en que puedes hacer algo, el
único en que puedes vivir”.
Uno de los frutos más valiosos de la Teología de la Liberación fue empezar a
cuestionar el sentido providencialista de la religiosidad popular, haciendo a la
gente responsable de cada uno de los días de su propia historia, haciéndola
“sujeto de su liberación”.
El providencialista san Agustín
El providencialismo es esencial en el cristianismo tradicional. Está en la raíz de
la cultura religiosa latinoamericana, que no vivió colectivamente el impacto
liberador de la Reforma protestante y de la Modernidad. Se considera que
Agustín, obispo de Hipona, es el primer gran providencialista de la iglesia. En
su vida, Agustín fue testigo de la caída del poderoso imperio romano en manos
de los pueblos bárbaros e interpretó que semejante cataclismo histórico, sólo
podía haber ocurrido por la “voluntad de Dios”. Siguiendo esa interpretación
providencialista de semejante acontecimiento histórico, Atila, el jefe de los
hunos, que sitió Roma y Constantinopla, fue llamado por los cristianos de
entonces “el azote de Dios”, un título que refleja ideas providencialistas: más
que un guerrero capaz, Atila era una “prueba” de Dios.
La historia: un proceso lineal guiado por Dios
La idea providencialista arraigó durante siglos. En los primeros años de la
conquista de América por los españoles, muchos autores católicos difundieron
la idea de que el “descubrimiento” de este continente como territorio para
evangelizar había sido una acción providencial de Dios, una decisión de su
voluntad divina, para compensar a la iglesia por los males causados a la
Cristiandad europea por la Reforma protestante.
El providencialismo presenta siempre la historia como un proceso lineal regido
por Dios: desde un origen hasta una meta prefijada de antemano por la Divina
Providencia, desde una situación negativa a causa del pecado original hasta un
final de salvación, que sólo se alcanza en el “más allá”. Para el
providencialismo, nada de lo que sucede es responsabilidad plena de la
voluntad humana, sobre la que prevalece la voluntad de Dios, que diseña el
destino de los individuos, de las naciones y del mundo entero. La doctrina de la
“predestinación” ―también desarrollada por Agustín y siglos después
defendida por Lutero y Calvino― es una expresión radicalizada del
providencialismo. Naturalmente, estas ideas dejan por el suelo el sentido de la
libertad humana.
El caldo de cultivo de la resignación
El politólogo nicaragüense Andrés Pérez Baltodano ha reflexionado amplia y
críticamente sobre el providencialismo, también sobre sus consecuencias
políticas. Achaca al providencialismo la resignación que caracteriza la cultura
política en Nicaragua y, en mayor o menor grado, en la mayoría de los países
latinoamericanos. Esa cultura la caracteriza como de “pragmatismo resignado”.
Algunas de sus ideas:
El “pragmatismo resignado” es un concepto que empleo para explicar nuestra
visión de la historia y de nuestro papel en la historia. El “pragmatismo
resignado” es un pensamiento, una cultura, que nos empuja a adaptarnos a la
realidad y a aceptarla tal cual es. El pensamiento pragmático resignado no
tiene voluntad transformadora. Con ese pensamiento no somos capaces de
escandalizarnos ante la realidad que vivimos para transformarla... Con ese
pensamiento nos hemos habituado a los brutales niveles de pobreza que
sufren nuestros conciudadanos. Y a la impunidad y a la corrupción de nuestros
gobernantes.
¿Y de dónde surge el pragmatismo resignado? ¿De dónde surge esa cultura,
esa manera de pensar el poder y la historia? Yo pienso que el pragmatismo
resignado tiene una de sus principales raíces en el providencialismo que ha
dominado nuestra cultura religiosa. El providencialismo es una visión de la
historia que nos lleva a creer que Dios es el que organiza cada movimiento de
cada uno de nosotros. Es una manera de ver la vida, en la que Dios es el
responsable de lo que le sucede a mi tío, a mí, a Nicaragua como sociedad, a
Irak y al resto del mundo. En esa visión de la historia marcada por el
providencialismo, Dios, no nosotros, es el regulador, el administrador, el auditor
de todo lo que sucede en la historia.
Algunos teólogos diferencian entre lo que es el “providencialismo meticuloso” y
el “providencialismo general”. Y afirman que en algunas sociedades prevalece
el meticuloso y que en otras transformaron el meticuloso en general.
Providencialismo meticuloso es pensar que Dios está a cargo de todo: de la
lluvia y de la sequía, del cáncer que aparece y del que se cura y del rumbo de
cada huracán. Dentro del providencialismo general, hay quienes afirman que
Dios creó el mundo y que después nos dejó solos, mientras que otros dicen
que actúa de vez en cuando. En el providencialismo general hay siempre
espacios para la libertad. Yo personalmente, pienso que lo que necesitamos no
es sacar a Dios del juego, sino movernos del providencialismo meticuloso en el
que vivimos para buscar y encontrar el lugar de Dios y el de nuestra libertad. Y
en ese camino, si alguien decide ser ateo, que lo sea, pero un ateo serio.
¿Cómo saber cuál es la voluntad de Dios?
El providencialismo es difundido hoy activamente por el catolicismo oficial, en
sus medios de comunicación, en predicaciones y devociones “a la Divina
Providencia”. Una de las más populares voceras católicas, la Madre Angélica,
dice, por ejemplo: Muchos se hacen la pregunta: ¿Cómo sé cuál es la voluntad
de Dios para mí? La respuesta es simple: “Si sucede, es voluntad de Dios. No
es relevante si Dios lo ordena o si Dios lo permite, porque nada nos sucede si
Él no lo ha visto de antemano, teniendo en cuenta el bien que se obtendrá de
ello y esperando su sello de aprobación.
La sumisión a la voluntad de Dios que surge de ideas como éstas tiene también
mucho que ver con el poder institucional de la iglesia. Muchos “voceros” de las
iglesias responden que la voluntad de Dios es la que se expresa en la palabra
de sacerdotes y pastores que interpretan la Biblia y las tradiciones... De tal
manera que obedecer la voluntad de Dios termina siendo obedecer la voluntad
humana, y seguramente interesada, de las jerarquías que dicen representarlo.
Todo es más sencillo. Pero no necesariamente más fácil, porque también es
real el “miedo a la libertad”. Superando ese miedo, debemos hacernos
responsables de nuestra vida y de la historia. Debemos crecer, debemos
madurar como adultos. Cuando Jesús le dice a Raquel: La voluntad de Dios
es... no creer en la voluntad de Dios, recuerda la oración del químico alemán
Otto Hahn, Premio Nóbel de Química en 1994, que rezaba así: Que Dios me
dé fuerzas para no confiar ciegamente ni en Él mismo.