cercana al Santo Sepulcro, en Jerusalén. Té árabe saborea él y
un capuchino quien les habla, la enviada especial de Emisoras
Latinas.
JESÚS Raquel, ¿para qué me has traído aquí?
RAQUEL En varias entrevistas usted ha evadido la cuestión de su
divinidad. Pero hoy tengo la prueba.
JESÚS ¿La prueba de qué?
RAQUEL De que usted es Dios. De que usted resucitó. Tengo la prueba.
JESÚS A ver... ¿qué es lo que tienes?
RAQUEL Una sábana, la sábana santa.
JESÚS ¿Cómo va a ser santa una sábana, Raquel? Te pueden haber
timado. ¿Traes contigo esa tela?
RAQUEL ¡Cómo la voy a traer! Está en Italia, en Turín, resguardada en
una urna bajo siete llaves.
JESÚS Pero, ¿de dónde has sacado esa historia?
RAQUEL Los sindonólogos, expertos en sábanas, llamaron a la emisora y
me dijeron que usted se quedaría sin argumentos. Hay mucha
expectativa por lo que pueda decirnos en la entrevista de hoy. Por
eso, lo traje a este lugar. Entre tanta gente podrá hablar con
libertad...
JESÚS Si no te explicas mejor... pensaré que has perdido la razón.
RAQUEL Al morir, a usted lo envolvieron en un sudario, ¿no?
JESÚS No puedo saberlo...
RAQUEL Pues bien, esa mortaja apareció milagrosamente siglos después y
en ella estaba fotografiado su cuerpo. Como con esta cámara,
fíjese...
JESÚS No puede ser. En mi tiempo no había esos inventos.
RAQUEL Ahí está el milagro. Su cuerpo quedó como fotografiado por la
fuerza luminosa de su resurrección. Al salir usted de la mortaja, su
cuerpo quedó impreso en la sábana. A ver, ¡desmienta esa
prueba!
JESÚS Paz, Raquel, tranquilízate...
RAQUEL ¡Una llamada!... ¿Sí, aló?
ESLAVA Aquí habla Juan Eslava Galán, desde España. Soy un
especialista en el fraude de la sábana santa. He investigado todo
lo que hay en torno a esa ridícula reliquia.
RAQUEL ¿Fraude, estafa?
ESLAVA La sábana santa es un pedazo de tela en la que un timador del
siglo 14 estampó el dibujo de un cadáver diciendo que era el
sudario que envolvió a Jesucristo. El tipo ya conocía los principios
de la fotografía y logró el efecto de un negativo. Pero como el
montaje no le salió tan bien, resultó un hombre de dos metros con
brazos que le llegan más allá de las rodillas. Creo que Jesucristo
no es deforme ni tan alto, ¿verdad?
RAQUEL No, es de mi estatura...
ESLAVA Ese estafador vendió la tela como reliquia y ahora la iglesia
católica la vende como la prueba de la resurrección de Cristo.
RAQUEL Tenemos otra llamada...
SEÑORA Lo que dice ese Galán no me convence. El santo sudario ha sido
probado no sólo como verídico, sino como tridimensional, nada
menos que por la NASA, la agencia espacial de Estados Unidos,
¿qué más pruebas quiere?
RAQUEL ¿Qué responde, señor Eslava Galán?
ESLAVA Siento decepcionar a la señora, pero unos diez años después de
ese experimento, tan discutible, que se hizo con un aparato de la
NASA, nada menos que el Vaticano ordenó hacerle a la sábana la
prueba de radiocarbono. 21 investigadores de tres laboratorios
especializados comprobaron que ese sudario es del siglo 14. Y
Jesús murió en el siglo primero.
SEÑORA ¡Ese Galán quiere confundir a los creyentes, el estafador es él!
ESLAVA Tranquila, señora, cada quien sabe lo que lleva en su mortaja.
SEÑORA ¡La sabana santa es la prueba más irrefutable de la resurrección
de Jesucristo!
RAQUEL Pues, entonces, preguntemos al mismo Jesucristo. ¿Usted qué
piensa de la sábana?
JESÚS Raquel, ¿no es muy poco azul para tanto cielo? ¿Cómo un trapo,
una tela, una sábana, va a ser prueba de la vida?
SEÑORA ¡Jesucristo también está mintiendo, porque él sabe muy bien que
ésa fue su mortaja!... ¡Ahora mismo voy a llamar al padre Lorin
para que demuestre la sábana y hasta la almohada!
RAQUEL Mientras sigue la polémica, sigan ustedes en nuestra sintonía.
Desde una cafetería cercana al Santo Sepulcro. Raquel Pérez,
Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
El negocio de las reliquias
En el Antiguo Testamento, el libro de los Números (19,11-16) ordena no tocar
cadáveres y rechazar cualquier objeto que haya estado en contacto con ellos.
Por estas tradiciones derivadas de su origen judío y en sus comienzos, el
cristianismo no veneró, ni siquiera valoró, las reliquias. Pero a partir del siglo III,
cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial en todo el imperio romano,
esto cambió drásticamente, ya que griegos y romanos no tenían esta norma
religiosa.
A finales del siglo IV ya habían aparecido las primeras reliquias de Cristo:
astillas y trozos de la cruz, de dudosa autenticidad, dado el tiempo transcurrido
desde la crucifixión de Jesús. Fue Elena, la madre del emperador Constantino,
la que empezó a traer a Roma “reliquias” que había encontrado en sus viajes
por Palestina.
Desde entonces, el culto a las reliquias fue en aumento. Hábiles comerciantes
captaron lo lucrativo del negocio de compraventa de reliquias y se dedicaron a
falsificar todo tipo de objetos “sagrados”. En el siglo VI no existía iglesia, por
humilde que fuera, que no contara con sus propias reliquias: huesos, dientes o
pelos de “santos y santas”, trozos de tela de sus vestidos, cualquier objeto que
hubiera estado en contacto con sus cuerpos vivos o muertos. Las más valiosas
eran, naturalmente, las reliquias de María y de Jesús.
Fetichismo mágico, historias inverosímiles
El fetichismo mágico de las reliquias, alentado por la jerarquía eclesiástica, que
obtenía de él buenos dividendos, tanto espirituales como dinerarios, fue en
aumento hasta transformarse en obsesión. Hasta tal punto que a veces la
codicia de una reliquia justificó extorsiones, asesinatos y hasta guerras. Las
Cruzadas descargaron sobre Occidente un aluvión de reliquias, la inmensa
mayoría de ellas falsas, especialmente las pertenecientes a los tres primeros
siglos del cristianismo.
La inflación alcanzó sus máximas cotas en los siglos XIV y XV, cuando la
industria de fabricación de reliquias daba trabajo a algunos reputados talleres
del mundo mediterráneo oriental. El mercado nunca se saturó, sino todo lo
contrario: la demanda se mantenía por encima de la oferta. Por espacio de
varios siglos, potentados, santuarios e iglesias rivalizaron en la posesión de
reliquias
Este es el análisis que hace el historiador y filólogo español Juan Eslava Galán
en su muy documentado libro “El fraude de la Sábana Santa y las reliquias de
Cristo” (Editorial Planeta, 2004), que recoge historias de las reliquias más
inverosímiles (gotas de leche de la Virgen, plumas y huevos del Espíritu Santo,
varias cabezas de Juan Bautista...) y hasta grotescas. Tal vez la que con más
exactitud merezca este calificativo es el prepucio de Jesús, conservado como
reliquia y venerado en al menos tres lugares de Europa en el siglo XIV.
La sábana: la “prueba”
La más famosa de las reliquias de Cristo, por la publicidad que le ha dado y le
sigue dando la jerarquía católica, es la Sábana Santa o Santo Sudario, que se
guarda en la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en Turín, Italia.
Es una pieza de lino de 4 metros 32 centímetros de largo y 1 metro y 10
centímetros de ancho, en la que se aprecian manchas que dibujan el cuerpo de
un hombre, visto de frente y de espaldas. Durante cinco siglos esta tela estuvo
guardada en Turín, como una más de las muchas “mortajas de Cristo” que se
veneraban como reliquias por toda Europa. Fue hasta 1898 que empezó a
convertirse en “la única y verdadera”.
En ocasión de una exposición organizada por el Vaticano en Turín, fue tal la
afluencia de gente que llegó a ver la tela que el obispo de Turín decidió
construirle la fama que hoy tiene. El primer paso fue “demostrar” que las
manchas de la sábana eran una “fotografía” del cadáver de Jesucristo.
Después divulgó la idea de que la “fotografía” la había producido la especial
energía divina desplegada por Cristo al resucitar. La sábana se fue convirtiendo
desde entonces en la prueba “científica” de la resurrección de Cristo y, por
tanto, de la supremacía de la religión católica sobre todas las demás. Para
divulgar este “prodigio” surgió en la iglesia católica una nueva “ciencia”: la
sindonología (estudio de la sábana), que cuenta con expertos en varios países,
libros y publicaciones en distintos idiomas y congresos y simposios periódicos
en importantes ciudades del mundo.
La sábana: una estafa
La prueba de carbono 14 que se le realizó a la sábana “santa” en 1988 por 21
especialistas de laboratorios de Oxford, Zurich y Tucson, supervisados por el
British Museum de Londres, demostró que su tejido de lino data de un lapso de
tiempo que va entre el año 1260 y 1390, fechas que concuerdan con el tiempo
en que se conoce, por la historia, que esta reliquia fue donada a una iglesia de
París. El informe de los tres laboratorios, que usaron técnicas diferentes y
obtuvieron resultados similares, fue publicado por la prestigiosa revista
científica “Nature” en su número del 16 de febrero de 1989.
La prueba de radio-carbono se realizó en 1988 a solicitud del Vaticano,
después que en 1977 dos jóvenes físicos habían sobredimensionado el prodigo
del sudario. Ambos aplicaron ocasionalmente a unas diapositivas de la sábana
un nuevo analizador de imágenes desarrollado por la NASA, agencia espacial
de Estados Unidos. El potente aparato les devolvía la imagen plana en tres
dimensiones. A partir de este superficial y ocasional experimento realizado por
estos dos físicos, se dedujo que el “hombre” de la sábana tenía relieve. Esto
alimentó aún más la imaginación de los sindonólogos en torno a la prueba
“científica” de la resurrección de Jesús que la tela aportaba. Sin embargo, los
análisis de radiocarbono, al demostrar que la tela es del siglo XIV, volvieron a
poner seriedad y sentido común en el debate. A pesar de esto, se sigue
divulgando la idea de que “la NASA probó la autenticidad del milagro que
representa la sábana”.
La sábana es una estafa, como han sido estafas la mayoría de las reliquias que
circularon en Europa durante siglos. El “pintor” que la fabricó usó un
procedimiento ciertamente muy original al imprimir en la tela, chamuscándola,
un verdadero “negativo”. Cuando aún no se había inventado la fotografía, aquel
hombre debió haber conocido ya sus principios. Pero el negativo que logró no
fue perfecto: el “hombre” del sudario tiene brazos extremadamente largos,
estirados por el “protofotógrafo” para que cubriera con ellos sus genitales ―el
pudor era esencial en la religiosidad políticamente correcta en aquella época―
y la cabeza y la cara aparecen desproporcionadamente nítidas con respecto a
como se ve el cuerpo.
Estos dos aspectos del negativo resultan especialmente sospechosos: los
judíos enterraban a sus muertos envolviéndolos en sudarios, pero con los
brazos cruzados sobre el pecho; y el negativo del rostro y del pelo del “hombre
de la sábana” no hacen el contraste de color que haría un rostro verdadero en
un verdadero negativo.
Juan Eslava Galán
Juan Eslava Galán participa en el programa por su investigación para
desmontar la santidad de esta famosa sábana. Su libro es fundamental para
reflexionar en serio sobre la falsedad de ésta y de otras reliquias. Entrando en
Internet con “sábana santa” se puede encontrar abundante literatura a favor y
en contra.
Mientras seguirá la polémica, no deja de resultar llamativo, hasta escandaloso
la publicidad desmesurada que la iglesia católica le da a esta reliquia,
reduciendo así la fe en la resurrección de Jesús a un grosero materialismo.
Tiene razón Jesus cuando le dice a Raquel: ¿No es muy poco azul para tanto
cielo? ¿Cómo un trapo va a ser prueba de la vida?