Radioteca ya no recibe más audios. Los audios existentes permanecerán en línea.

[Leer aviso]

Por falta de fondos, desde junio de 2020, este portal de intercambios se encuentra congelado. Ha sido imposible mantener activo el sitio que ha crecido constantemente desde que se abrió en 2006. Queremos agradecer a quienes, de una u otra forma, apoyaron esta iniciativa de Radialistas Apasionadas y Apasionados: la oficina de UNESCO en Quito por aportar el empujón inicial; a CAFOD por confiar siempre en nuestras iniciativas; a HIVOS y la DW-Akademie por sus apoyos para ir mejorando la web y mantener el servidor; a Código Sur por sostener técnicamente Radioteca la mayoría del tiempo que estuvo activa; a Roberto Soto por su solidaridad técnica en estos últimos años; y la Red de Radios Comunitarias y Software Libre que, junto a Guifi.net, permiten que esta versión final de Radioteca siga en línea y no se pierdan nunca los audios que muchas radios nos confiaron a lo largo de 14 años.

Recomendamos Archive.org para guardar tus audios online.

89- ¿Fin del mundo?
Descripción:

¡100 entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra! Los autores de OTRO DIOS ES POSIBLE son los hermanos López Vigil, conocidos ya en la región por su anterior producción radiofónica UN TAL JESÚS.

Libreto:
RAQUEL Continuamos en el valle del Cedrón hablando con Jesucristo

sobre temas que los especialistas califican de “escatológicos”.

Nuestro entrevistado nos dijo ayer que no sabía la fecha del juicio

final, pero sí las preguntas del juez. Hoy queremos indagar sobre

lo que ocurrirá después de ese juicio.

JESÚS ¿Y qué esperas que ocurra, Raquel?

RAQUEL Usted mejor que nadie lo sabe. Después del juicio final, suena la

última trompeta, se cierra el telón y...

JESÚS ¿Y?

RAQUEL Y apaga y vámonos. Hablemos claramente. ¿Cuándo se acabará

el mundo, Jesucristo?

JESÚS Yo pensé que se acabaría pronto. Que mi generación vería el fin

de los tiempos, que yo mismo lo vería... Y me equivoqué. La

mecha estaba aún encendida y yo creí que se apagaba.

RAQUEL Señor Jesucristo, si usted se equivocó hace más de dos mil

años, ahora ya debe tener más información, nuevos datos, ya

debe saber...

JESÚS Pues sí, ahora sí, y creo que ahora no me equivoco...

RAQUEL ¿Y nos revelará la fecha del cataclismo final? ¿Apocalipsis now?

JESÚS Sí, te diré cuándo será el fin del mundo. Ahora mismo te lo voy a

decir.

RAQUEL ¡Espérese, espérese! Cabina... cabina... Ponme una música

especial... que Jesucristo nos va a anunciar la fecha del fin del

mundo. Tenemos la exclusiva... Sí, un fondo impactante... ¡No,

hombre, ésa no, prueba mejor con la Guerra de las Galaxias... Sí,

ésa está bien... ¿Listos?... Díganos, Señor Jesucristo, lo

escuchamos... Audiencia de Emisoras Latinas, atención. En estos

momentos, Jesucristo nos revelará cuándo se acabará el

mundo...

JESÚS En verdad, en verdad les digo que el fin viene pronto.

RAQUEL Pronto, pronto... ¿Nos podría decir la fecha exacta o sólo nos

quiere asustar?

JESÚS Después de lo que he visto en estos días, el que está asustado

soy yo... Tantos ríos muertos, sequías a tiempo y destiempo,

tantas colinas sin árboles, la tierra cubierta de cenizas, y las

criaturas de Dios muriendo por falta de alimento... Y lo que tú

misma me has contado: el cielo desgarrado por donde el sol

quema, los hielos derritiéndose, huracanes que devoran como

fieras, enfermedades sin cura, guerras por agua...

RAQUEL Sí, sí, continúa con ese fondo musical... Ése le cae bien...

JESÚS La avaricia acabará con los árboles de la tierra y el mar se tragará

las ciudades, las aguas se volverán amargas como ajenjo y nadie

podrá beberlas y las humaredas harán perder su brillo al día. Y la

codicia que envenenó los aires le robará como un ladrón la vida a

todas las criaturas de Dios...Y entonces, será el fin...

RAQUEL Pero... ¿cuándo, cuándo será? Tenemos a nuestra audiencia en

vilo, pendiente de sus palabras. Díganos la fecha que Dios ha

puesto para el fin.

JESÚS Dios no la va a poner, Raquel. Son ustedes quienes están

acabando con el mundo. Si no cambian, si por servir al dios dinero

siguen arrancando una a una las páginas del Libro de la Vida, el

fin llegará pronto. Y ustedes serán quienes pongan la fecha.

RAQUEL Con esta advertencia apocalíptica... o ecológica, despedimos hoy

el programa. Raquel Pérez desde Jerusalén. Y en Internet,

www.emisoraslatinas.net

CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL

LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su

segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José

Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...

Jesús se equivocó, las primeras comunidades también

En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas aparece una serie de discursos de

Jesús acerca de la catástrofe que se avecina sobre el mundo. Son los llamados

discursos “escatológicos” (del fin) o “apocalípticos” (de la “revelación” del fin),

muy frecuentes en la tradición profética de la que Jesús se nutrió.

Jesús creyó que el fin del mundo injusto en que él vivió, el fin del Reino de

Roma y la llegada del Reino de Dios eran inminentes. Su forma de proclamar el

evangelio y de desafiar a las autoridades, la prisa que se adivina en muchas de

sus palabras, su impaciencia, indican que Jesús creyó que esa hora estaba

cercana y que él mismo llegaría a verla.

Jesús se equivocó. Y su urgencia, su impaciencia, la heredaron los primeros

cristianos, que vivieron durante el primer siglo de nuestra era pendientes del

día del fin del mundo, confiando en que llegarían a verlo. Se equivocaron

también. Pablo tuvo que llamarles la atención en varias ocasiones (2

Tesalonicenses 2,1-7 y 3,6-12), aunque también él estaba convencido de que

el día final estaba ya cercano (1 Tesalonicenses 4,13-18).

Eran tiempos de duras persecuciones contra los cristianos y las comunidades

esperaban ansiosas el día de la liberación definitiva. En este contexto se

escribieron estos discursos de los evangelios y también el Apocalipsis, último

libro de la Biblia, destinado a consolar a los cristianos que sufrían por el poder

imperial de Roma. A juicio de varios exegetas el Apocalipsis es “el libro más

político” del Nuevo Testamento, ya que anuncia el fin del poderoso imperio

romano, aunque lo hace envolviendo las críticas, los juicios y los “análisis” de

aquella etapa de la historia en una densa simbología, a veces hermosa, a

veces incomprensible.

Una catástrofe, una fiesta, un parto

Las imágenes sobre el fin del mundo que los evangelios ponen en boca de

Jesús siguen la tradición profética. Los profetas hablaron de la cólera de Dios

contra los injustos en el día final. Hablaron de guerras, desastres y dificultades

sin cuento. Unos 200 años antes de Jesús comenzaron a emplear imágenes

cósmicas ―estrellas que caen, terremotos―, símbolos que también empleó

Jesús porque eran los habituales en su tiempo para describir la tremenda

conmoción de los tiempos finales (Isaías 63,1-6; Jeremías 6,11-19; Daniel 9,21-

27 y 12,1-13; Joel 2,1-11; Amós 5,14-20).

También los profetas hablaron del fin con imágenes positivas para expresar

que todo lo bueno del mundo permanecerá y será transformado en el cielo

nuevo y la tierra nueva donde habitará la justicia. Jesús también se refirió al día

final como un gran banquete y una fiesta. Son muchos los textos proféticos que

describen el final con imágenes de alegría y de celebración (Isaías 60,1-22 y

62,1-12; Amós 9,11-15; Miqueas 4,1-5; Sofonías 3,14-20).

También el fin del mundo fue comparado a un parto. Porque para que un nuevo

ser nazca son necesarios amor, tiempo, paciencia, esperanza y, en el momento

decisivo, esfuerzo y dolores tremendos. La imagen del parto la usaron los

profetas (Isaías 66,5-16) y la usó también Jesús (Juan 16,19-23) y después de

él Pablo (Romanos 8,18-27).

Una ética para que el mundo no se acabe

En el programa, Jesús se muestra asustado. Y no sólo: enlazando imágenes

tomadas todas del Apocalipsis, busca asustar. De ese miedo espera que surja

una ética. Coincide con la obra de un compatriota suyo, el judío alemán Hans

Jonas, hoy en el centro del debate ecológico. El libro de Jonas “El principio de

responsabilidad: Ensayo de una ética para la civilización tecnológica” (Editorial

Herder, 1975) es un referente indispensable.

La reflexión de Jonas sobre la responsabilidad parte del hecho de que el ser

humano es el único ser vivo con responsabilidad. Su reflexión se alimenta de la

tragedia del Holocausto. Su conferencia “El concepto de Dios después de

Auschwitz” es tal vez la principal reflexión teológica judía sobre el fenómeno

hitleriano.

¿Qué dice Hans Jonas? Nos servimos del resumen que hace de su

pensamiento el filósofo catalán Ramón Alcoberro.

La ciencia y la técnica han modificado profundamente las relaciones entre el

ser humano y el mundo. Para los antiguos, la potencia humana era limitada y el

mundo, en cambio, era infinito. Jonas pone el ejemplo de la ciudad griega: un

enclave civilizado rodeado de un entorno amenazador, de bosques y selvas. Y

señala que hoy la situación se ha invertido y la naturaleza se conserva en

parques naturales, rodeados de civilización y tecnología. Hoy la naturaleza es

débil y está amenazada. Los humanos tenemos el deber moral de protegerla y

ese deber aumenta en la medida en que sabemos lo fácil que es destruir la

vida.

Según Jonas, el imperativo ético de nuestro tiempo es: Obra de tal manera que

los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida

humana auténtica sobre la tierra. Hacer hoy el bien significa hacerlo en las

condiciones de la tecnología. El imperativo tecnológico significa, en

consecuencia, partir de un criterio que ya no puede ser de “dominio”, pero que

aún no puede ser de “comunidad”, puesto que la comunidad mundial es aún un

espejismo.

No todo es posible: la profecía de la desgracia

Hans Jonas es un enemigo radical de las utopías, que han considerado que en

el mundo todo era posible y nada estaba escrito. La experiencia de la bomba

atómica, de la brutal contaminación del ambiente y del Holocausto demuestran

que, moralmente, la utopía puede acabar siendo la justificación del asesinato

en gran escala y de la destrucción del planeta. La utopía decía a los hombres

“Tú puedes hacerlo y, en cuanto puedes, debes”. La responsabilidad exige el

cálculo de riesgos y, en la duda de que algo pueda fallar, mejor no hacerlo.

El imperativo ético que propone Jonas arranca del miedo o, por usar sus

palabras, de la “heurística del temor” ―respeto mezclado con miedo―. Es el

miedo a las consecuencias irreversibles del progreso (manipulación genética,

destrucción del hábitat), lo que nos obliga a actuar responsablemente y el

motor que nos impulsa a obrar es la amenaza que pende sobre la vida futura.

El miedo es un sentimiento negativo, pero de esa negatividad puede salir algo

positivo: constatando que el planeta está en peligro y que la causa de este

peligro es el poder del ser humano, poseedor de una técnica que ha llegado a

ser anónima y autónoma, hay que prestar más atención a la profecía de la

desgracia que a la de la felicidad utópica, y obrar en consecuencia, tomando en

serio la amenaza que planea sobre el futuro de la Humanidad y que nos invita a

obrar con responsabilidad.

La Tierra está viva y hoy está enferma

Para obrar con responsabilidad ecológica necesitamos información. Después

de siglos de pensar en un “progreso” lineal e indefinido, los seres humanos

estamos aprendiendo el error de esta linealidad, sabemos ya que los recursos

naturales se agotan, sentimos ya que somos pasajeros de una misma nave, en

la que nos salvamos todos o nos hundimos todos. Ahora sabemos que somos

vida en la Vida que habita la Tierra, que nuestro planeta es un sistema vivo que

regula su temperatura y se defiende de mil maneras para conservarse vivo, al

igual que hacemos todos los seres vivos. La teoría Gaia, que contempla y

defiende la Tierra como un sistema vivo, nos lo ha enseñado. Pero aún nos

cuesta entenderlo.

Hoy sabemos también que la especie humana, depredadora y derrochadora,

ha enfermado gravemente la Tierra. La fiebre más peligrosa que aqueja hoy a

nuestro planeta es el calentamiento global mezclado con el oscurecimiento

global, ambos procesos resultado del irracional uso de combustibles fósiles y

otras sustancias químicas. Hoy sabemos que la radiación solar, fuente principal

de la energía que nos mantiene vivos, nos llega cada vez más debilitada por

los químicos en la atmósfera y que la contaminación que producen nuestras

fábricas y vehículos está calentando irreversiblemente el planeta, lo que

perjudica todas las formas de la Vida. Pero aún nos cuesta sacar las

consecuencias de estas malísimas noticias.

Recomendamos la obra más reciente del científico que le dio relevancia a la

teoría Gaia, James Lovelock, titulada “La venganza de la Tierra” (Planeta,

2007). Su lectura pone los pelos de punta (la “heurística del temor”) y nos

anima a una ética: a actitudes, decisiones y luchas que impidan que este

mundo, nuestro mundo, nuestra civilización, colapse como resultado de la

reacción de la Tierra contra la irresponsabilidad con la Vida que está

demostrando la especie a la que pertenecemos.

El reloj del fin del mundo

En 1947, un grupo de científicos atómicos, entre los cuales se hallaba Albert

Einstein, imaginaron un reloj simbólico que marcara las horas, los minutos y los

segundos que separaban a la Humanidad del fin del mundo. Pensaban los

científicos que el “fin” llegaría con la gran hecatombe que representaría una

guerra nuclear. En aquel año 1947, cuando los científicos decidieron usar este

símbolo, Estados Unidos había arrojado ya (1945) dos bombas atómicas sobre

la población civil de dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, causando

más de 300 mil muertos en instantes. El reloj buscaba despertar la conciencia

de la Humanidad, generalizar la reflexión de que el Apocalipsis no vendría del

cielo, sino provocado por la propia Humanidad, dueña ya de esas mortíferas

armas de guerra.

Era justa su preocupación. En 1985, Estados Unidos y la Unión Soviética, y

otros países que se apuntaron a la carrera nuclear almacenaban en el planeta

55 mil armas nucleares, la mayoría de ellas más potentes que las que mataron

a un cuarto de millón de japoneses.

El Reloj del Juicio Final se encuentra en la Universidad de Chicago. Y hasta

hace poco marcaba las 11 horas y 53 minutos de la noche. Estábamos a 7

minutos del “fin del mundo”. En el año 2007 las manecillas del reloj fueron

adelantadas en dos minutos. Aunque la amenaza nuclear sigue latente -aún

después de las negociaciones USA-URSS para la reducción de estas armas

hay en el mundo 27 mil ojivas nucleares en Estados Unidos y Rusia-, los

científicos decidieron adelantar el reloj, no tanto por la inminencia de una

catástrofe nuclear, sino por la que se avecina a causa del cambio climático,

expresado en huracanes como el Mitch y el Katrina, en tsunamis, olas de calor,

tornados, deshielo de los polos, inundaciones...

Con ese reloj, con eventos, congresos, leyes, escritos, palabras, programas en

los medios, de mil maneras, los humanos más lúcidos de nuestro tiempo nos

alertan: si no hacemos algo y lo hacemos pronto, la Tierra y la Humanidad

están al borde de una catástrofe ambiental, en la que Gaia pudiera acabar con

la especie humana, la peor plaga que ha tenido que soportar en su larga

historia de más de 4 mil 500 millones de años.


[Leer licencia]
Este material se publica bajo los términos de la licencia:
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Usted es libre de:

Compartir — copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato.

Adaptar — remezclar, transformar y construir a partir del material.

Bajo los siguientes términos:

Atribución — Usted debe dar crédito de manera adecuada, brindar un enlace a la licencia, e indicar si se han realizado cambios.

No Comercial — Usted no puede hacer uso del material con propósitos comerciales.

Compartir Igual — Si remezcla, transforma o crea a partir del material, debe distribuir su contribución bajo la la misma licencia.


 
ESTE CONTENIDO NO TIENE COMENTARIOS