Galilea, transmitiendo las últimas entrevistas con Jesucristo en
ésta su segunda venida a la tierra.
JESÚS ¡Shalim, Raquel
RAQUEL ¿Shalim?... Siempre me saludaba con “Shalom”...
JESÚS Shalim se decía en mi tiempo, en arameo... Shalom se dice ahora
en hebreo... Es lo mismo, te estoy deseando la paz.
RAQUEL Pues dígalo como quiera, porque paz es lo que más necesita este
mundo. Ya se habrá dado cuenta. Las tres religiones que creen
en un solo Dios han llenado de violencia la historia de la
Humanidad. Hablo del Judaísmo, la religión de sus padres, del
Cristianismo, la religión que usted fundó, y del Islam, la religión
que después de usted predicó Mahoma.
JESÚS Te insisto, Raquel, yo no fundé ninguna religión...
RAQUEL Pues la fundaron sin su permiso. Porque ahí está y bastante
ruido que hace.
JESÚS ¿Y con qué nombre invocan a Dios en esa religión cristiana?
RAQUEL ¿Con cuál va a ser? Con el suyo, Jesucristo. Por eso yo en todas
las entrevistas lo he llamado así, Jesucristo. ¿Usted no es acaso
el cristo, y el cristo no es el mesías, el liberador?
JESÚS Escucha, Raquel. Durante un tiempo, mi pueblo esperó un ungido,
un mesías, alguien que se pusiera al frente y arreglara las cosas
en este mundo. Que rompiera el yugo de los tiranos, que hiciera
justicia a los pobres. Primero, lo imaginaban a caballo, como un
gran guerrero. Luego, como un siervo sufriente. Y luego...
RAQUEL Y luego llegó usted.
JESÚS No, llegaron muchos. Antes de mí, lucharon muchos. Desde
Moisés hasta los Macabeos, muchos dieron su vida para liberar al
pueblo. También muchas mujeres, Miriam, Judit, Ester... Tantos
profetas que anunciaron un mundo nuevo...
RAQUEL Y entonces, llegó usted.
JESÚS Entonces, algunos fueron descubriendo que el Cristo, el Mesías
tanto tiempo esperado tal vez no era una persona, sino muchas,
muchísimos.
RAQUEL ¿Un mesías colectivo?
JESÚS Sí, el pueblo. Un pueblo que camina en tinieblas y ve una luz
grande. Esa luz es su propio rostro reflejado en el rostro de Dios.
RAQUEL Le confieso que... que no le entiendo.
JESÚS Es que el Mesías no vino, como piensan algunos, ni vendrá, como
esperan otros. El Mesías siempre está presente. Donde sopla el
Espíritu de Dios, ahí está el Mesías. Donde dos o tres luchan por
la justicia, ahí está luchando el Mesías.
RAQUEL Pero, entonces, usted...
JESÚS Escucha, Raquel. Una vez el rabino de Nazaret leyó el libro del
profeta Ezequiel. El profeta estaba triste, derrotado, por la miseria
en la que vivía su pueblo... Entonces, Dios lo llevó a un campo
lleno de huesos y le dijo: soplaré sobre estos huesos secos y
tendrán vida. Y los huesos se fueron cubriendo de carne y sangre,
y se unieron, y el espíritu de Dios entró en ellos, y revivieron. Era
un pueblo numeroso, una muchedumbre incontable, como las
arenas de las playas, como las estrellas del firmamento. Siempre
me gustó esa historia.
RAQUEL ¿Y ese pueblo era el Mesías?
JESÚS Así lo entendí yo. El Mesías, el Cristo, son los pobres cuando
fortalecen las rodillas, son las mujeres cuando levantan la cabeza.
Un gran cuerpo que se pone en pie y resucita.
RAQUEL Pero, entonces... ¿usted?
JESÚS ¿Yo, qué?
RAQUEL ¿Usted es el Mesías, el Cristo, o...?
JESÚS Yo lo soy y tú y todos los hombres y las mujeres que luchan.
RAQUEL Entonces, Jesucristo...
JESÚS Llámame mejor Jesús.
RAQUEL Pues así lo seguiremos llamando en las próximas, y ya las
últimas, entrevistas de esta cobertura especial de su segunda
venida. Desde algún lugar de Galilea y para ustedes, oyentes de
Emisoras Latinas, reportó Raquel Pérez.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
La espera del Mesías
La palabra “mesías” es una palabra hebrea que significa “ungido”. En la
tradición bíblica, el rey es ungido por el profeta con óleo en la cabeza y eso lo
legitima ante el pueblo. El primer ungido en la historia del pueblo de Israel fue
el rey Saúl. Después, David y Salomón. Por eso, el significado primordial de
Mesías es un significado político.
Desde el siglo VI antes de Jesús, y después de su cautiverio en Babilonia, el
pueblo de Israel empezó a nutrir muchas esperanzas en la llegada de un
Mesías liberador. En tiempos de Jesús la espera del Mesías era un tema
presente en las conversaciones populares. El cristianismo reconoció al judío
Jesús como el Mesías esperado y anunciado. Y por eso lo llamó Jesu-cristo.
“Cristo” es la traducción al griego de la palabra hebrea “mesías”.
El judaísmo esperó que el Mesías sería una persona individual. Y también lo
esperó como un colectivo. Igualmente, se esperaba una era mesiánica y se
hablaba de acontecimientos mesiánicos. De la era mesiánica habla el profeta
Isaías.
La expectativa en la llegada del Mesías ha influido siempre en la historia del
judaísmo. En los períodos sombríos de su historia, el pueblo de Israel siempre
ha encontrado consuelo y esperanza en la promesa de que ese ungido llegará
para liberarlos. Esta creencia ha dado lugar a la aparición de falsos mesías.
Uno de los más famosos fue Sabbatai Zevi, quien en el siglo XVI atrajo en su
seguimiento a judíos de toda Europa. Al final, fue forzado a convertirse al Islam.
En nuestro tiempo hubo rabinos que vieron un acontecimiento mesiánico en la
instalación del Estado de Israel en 1948.
El proletariado mesiánico
Edgar Morin, filósofo, antropólogo y sociólogo francés explica así cuánto
arraigo tiene y ha tenido la idea del Mesías como liberador, y también la del
Mesías colectivo, en la cultura judía:
La idea de pueblo elegido es fundamental para la religión judía, al igual que la
idea de un Mesías salvador. En el pensamiento profano del judío Marx, el
“elegido”, el “ungido” es el proletariado y su misión mesiánica es la de salvar a
la humanidad: la clase proletaria la salvará. La noción de Mesías, que es el
punto de unión entre el mundo judío y el mundo cristiano, reaparece en Marx.
El Mesías llegará, pero a diferencia de la espera indeterminada judía del
Mesías, la clase proletaria está ahí ya y va a realizar el trabajo mesiánico, es
decir, la salvación. La salvación cristiana es una salvación post mortem y
supraterrestre. La salvación marxista es una salvación en la Tierra.
En la tradición de los profetas
Jesús le habla a Raquel de su confianza en un Mesías colectivo. Sus palabras
tienen base en textos proféticos y especialmente en el relato de “los huesos
secos”, una de las páginas más sugerentes del profeta Ezequiel (37,1-14).
También Pablo retoma la idea de un Mesías colectivo (1 Corintios 12,1-29 y 13-
11). Desde el profeta Miqueas (Miqueas 2,12-13) comenzó a abrirse paso en la
mentalidad israelita la idea de un mesianismo de los pobres: un “resto” del
pueblo de Israel, cautivo en Babilonia, sería el portador de las promesas
mesiánicas (Sofonías 3,11-13).
Fiel a esta tradición, Jesús no pretendió nunca el monopolio de la acción
mesiánica. Se reconoció integrado a ese mesianismo humilde del pueblo pobre
y no al mesianismo personalizado individualmente y triunfalista que esperaban
muchos de sus paisanos.
Los cristianos son Cristos, son Mesías
Jesús de Nazaret fue un hombre. Y también es un símbolo de la Humanidad y
para la Humanidad. Afirmarlo como símbolo significa que él es más que Jesús
de Nazaret, que es más que el individuo Jesús de Nazaret, porque miles y
miles de personas a lo largo de estos dos mil años están incluidas en él.
Si etimológicamente la palabra “cristiano” viene de “Cristo” ―traducción al
griego de la palabra hebrea “mesías”―, cristianos son quienes ya no esperan a
ningún Mesías individual, sino que son ellos mismos mesías: mesías los unos
para los otros, los unos con los otros, liberadores unos de otras y otras de
unos, construyendo todos y todas un mundo de relaciones humanas inspiradas
en las actitudes aprendidas de Jesús: el pan y los bienes se comparten, los
enfermos son cuidados, las diferencias se celebran, los extranjeros son
acogidos, las mujeres viven en equidad con los hombres... No realizan señales
extraordinarias ni hacen milagros, no las esperan tampoco de “alguien”
especial, de un salvador individual, de un líder o un caudillo, sino que son
actitudes que se construyen y deciden, que se debaten y organizan en
comunidad. Una comunidad de mesías, una comunidad mesiánica.