¿entiendes?
JESÚS ¿Qué está pasando, Raquel?
RAQUEL Siguen los problemas... Hay gente muy molesta con estas últimas
entrevistas y han acudido a Telecomunicaciones para que le
retiren la frecuencia a Emisoras Latinas... Pero no se preocupe
nuestra audiencia. Si nos cortan, seguiremos transmitiendo por
Internet.
JESÚS ¿Y qué les molesta tanto a esas personas?
RAQUEL Todo. Ahora resulta que usted no fundó la iglesia, ni fundó
ninguna religión ni tampoco es el Cristo, ni... No entienden nada.
JESÚS La búsqueda de Dios ha sido larga y aún no termina. Ya irán
entendiendo.
RAQUEL Ahora sólo falta que usted nos cambie también al Dios en que
hemos creído, al que hemos rezado...
JESÚS ¿Y cómo se llama ese Dios, Raquel?
RAQUEL Bueno, usted sabe que los judíos lo llaman Yahvéh, pero para
algunos cristianos es Jehová. Y en el Islam, los musulmanes lo
conocen como Alá. ¿Cuál es el verdadero nombre de Dios?
JESÚS Yahvéh, Jehová, Alá... Todos son nombres hermosos.
RAQUEL Y por todos se hicieron guerras. Unos invocando a un Dios, otros
a otro... Se mataron en cruzadas, conquistas, guerras de
religión...
JESÚS Siempre Caín derramando la sangre de su hermano...
RAQUEL Y siempre por el nombre de Dios... O por los apellidos. Cuando
estudiamos historia en la escuela ahí aparecen cristianos
romanos contra cristianos cátaros, ortodoxos contra romanos,
romanos contra luteranos, ya ni me acuerdo...
JESÚS Tomaron el nombre de Dios en vano. ¿No te parece que no hay
peor ofensa a Dios que hacer guerras en su nombre, matar en su
nombre?
RAQUEL Sí, resulta un escándalo. Y no hay que irse a los libros de
historia. Hoy mismo, mientras transmitimos esta entrevista, los
judíos insisten en que ésta es su tierra prometida por Dios y
quieren expulsar de aquí a los palestinos, el Occidente cristiano
hace la guerra a los musulmanes y los musulmanes hablan de
“guerra santa” contra los países cristianos... ¿qué le parece?
JESÚS Me parece una arrogancia creer que alguien tiene al Dios
verdadero y debe imponérselo a los demás.
RAQUEL En todo caso, Dios apoyará a alguna religión en especial, ¿no?
¿Podríamos decir que Dios es católico?
JESÚS ¿Dios?
RAQUEL Bueno, al menos, cristiano...
JESÚS ¿Dios?... Tú eres cristiana, Raquel, y muchos de tus oyentes lo
son, pero Dios...
RAQUEL ¿Dios qué?
JESÚS Dios no es cristiano ni judío ni... ni de ninguna religión. Dios es
demasiado grande para dejarse encerrar en una religión.
RAQUEL Entonces, ¿nada de proselitismo, nada de misioneros para salvar
almas y convertir infieles? ¿Nada de predicadores?
JESUS Son esos predicadores los que tienen que convertirse, sí, pero a
la humildad de saber que no saben nada de Dios. No habrá paz
en este mundo hasta que entiendan que en todas las religiones
hay verdad, pero que en ninguna cabe toda la Verdad de Dios ni
su Belleza ni su Amor.
RAQUEL En definitiva, ¿Dios no tiene nombre?
JESÚS Tiene todos los nombres. Mira, yo tuve varios hermanos. Mi
madre nos puso nombre a cada uno. Y nosotros le pusimos
nombres a ella. Yo la llamé siempre Mamá, pero a mi hermana
mayor le dio por llamarla Palomita. Simón le decía su nombre
arameo, Maryam, y el más pequeño la llamó Mimia toda la vida...
Ella se reía y atendía a todos. Así es Dios: una madre que
escucha todos los nombres con que la llamamos.
RAQUEL Bonita su historia, pero no creo que convenza a papas, talibanes,
inquisidores, a los que siguen matando por la religión. Y cuando
no matan, excomulgan y condenan en nombre de Dios.
JESÚS Pues tendrán que entender que el Dios de los Ejércitos es un
ídolo. Que Dios se llama Paz. Shalom, en la lengua de mi pueblo.
Salam, en la de nuestros hermanos árabes. ¡Paz contigo, Raquel!
RAQUEL Con el saludo de paz de Jesucristo, digo, de Jesús, sin lo de
Cristo...y desde un lugar secreto en Galilea, Raquel Pérez,
Emisoras Latinas.
CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL
LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su
segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José
Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...
Un nombre impronunciable
Para los judíos, para el judaísmo, la religión donde Jesús se crió, el nombre de
Dios es impronunciable. Ese nombre es el tetragrama (cuatro letras) YHVH.
Los judíos no pronuncian ese nombre. Compuesto por cuatro consonantes
resulta inefable. Para pronunciarlo habría que insertar las vocales y eso, para
los judíos, cerraría ese nombre y le daría al ser humano poder sobre lo divino,
limitaría a Dios. No se pronuncia ese nombre, sólo se contempla, dicen los
judíos piadosos. En el tetragrama se revela también la cultura judía, apegada al
texto, a la lectura, a las Escrituras. El alfabeto escrito hebreo sólo tiene
consonantes. Al leer, el lector debe insertar las vocales y la lectura se convierte
así en una creación, en una interpretación.
Las religiones monoteístas
En la historia de las religiones, el “inventor” del monoteísmo (Dios es uno) fue
Moisés. Pero durante siglos, el monoteísmo de los hebreos que siguieron el
“invento” de Moisés no consistió en afirmar que no había otros dioses, sino en
afirmar, e imponer, la supremacía de su Dios, del Dios de Israel, de Yahvéh,
sobre los dioses de los pueblos vecinos.
Los pilares sobre los que se construyeron las religiones patriarcales de la
antigüedad fueron dos: el politeísmo (muchos dioses, cada uno encargado de
una parte de la realidad: las aguas, la tierra, la inteligencia, el amor...) y el
antropomorfismo (dioses con características humanas). Moisés promulgó la
preeminencia absoluta del Dios Yahvéh sobre todos los demás. Y estableció la
prohibición de hacer imágenes de Dios. Esto resultó una novedad muy
importante frente al politeísmo y al antropomorfismo. La otra novedad religiosa
que aportó Moisés fue centrar en la moral, entendida como obediencia a la Ley,
más que en el culto y en los ritos, el camino para agradar a Dios.
Son religiones monoteístas el judaísmo, el cristianismo -a pesar de la confusa
formulación del dogma de la Santísima Trinidad- el islam y en la India, el
sijismo, religión fundada por el místico Gurú Nanak y desarrollada a inicios del
siglo XVI en el contexto del conflicto entre el hinduismo y el Islam. Los sijs (23
millones de personas, 19 viviendo en la India y por el número de sus fieles la
quinta religión mundial) creen en un único dios y, al igual que las otras tres
religiones monoteístas, basan su fe en un libro sagrado, el Gurú Granth Sabih.
Monoteísmo y violencia
Los monoteísmos defienden una verdad absoluta revelada por el propio Dios a
través de personas y escritos sagrados. Los politeísmos no son tan
pretenciosos: sus dioses se comportan como los humanos y, como los
humanos, pueden ser tolerantes o no, incluyentes o excluyentes. Esto explica
que griegos y romanos estuvieran dispuestos a incluir al dios de los judíos en
su panteón y que nunca los judíos aceptaran en su Templo a los dioses
“paganos” de los “gentiles”.
Es por eso que en las religiones que se creen la “única”, la “verdadera”, anidan
los gérmenes de la intolerancia y de la violencia. La historia demuestra que hay
especialmente violencia en las religiones orientadas hacia afuera, en las que
son proselitistas, misioneras, combativas, las que buscan extenderse,
imponerse, convencer y también vencer. Así son, y así han actuado, el
judaísmo, el cristianismo y el Islam. También los sijs han protagonizado guerras
contra hindúes y musulmanes.
Ha habido violencia y “guerras santas” en el judaísmo: Yahvéh es un dios tribal,
guerrero y celoso, es el “Dios de los ejércitos”. Ha habido violencia, abundante
y cruel, en el cristianismo: con las Cruzadas y la Conquista de América
especialmente. La ha habido durante siglos entre distintos grupos dentro del
cristianismo: guerras del Papado de Roma contra toda especie de “herejes”,
guerras de protestantes contra católicos y de católicos contra protestantes, de
calvinistas contra católicos, de luteranos contra anabaptistas, de católicos
contra hugonotes... Incontables guerras por los “apellidos” cristianos.
La “guerra santa”
Ha habido violencia y aún la hay en el Islam, entre otras cosas porque su
Profeta, Mahoma (Muhammad), además de haberse acreditado ante sus
seguidores como el que recibió la revelación divina en el Corán, fue un
guerrero coronado por éxitos militares.
Después de las conquistas militares de Mahoma, la fe musulmana se difundió
principalmente por canales pacíficos: el comercio y la prédica de misioneros. Y
a partir del siglo VIII, las conquistas militares del Islam, como las de la
Península Ibérica, desembocaron en una dominación política bajo la cual
convivieron pacíficamente los tres monoteísmos: Islam, cristianismo y
judaísmo. Sin embargo, el Islam está marcado por el conflicto.
Según Dominique Urvoy, profesor de Islamología en la Universidad de
Toulouse-Le Mirail, Francia, desde su aparición, el Islam estuvo marcado por la
división. De acuerdo con Urvoy, el Islam se ha construido sobre una triple
oposición. La oposición del profeta Mahoma a los otros profetas
contemporáneos. Después, la oposición entre los que creen y los que no. Y,
finalmente, la oposición entre los herederos del Profeta y los “usurpadores”,
que culminó en la división entre chiítas y sunitas. Esta oposición ha traído
también innumerables guerras entre facciones musulmanas.
Hasta hoy se sigue citando el Corán como un texto que exhorta a los
musulmanes al “yihad”, un concepto que no es correcto traducir por “guerra
santa”, sino que significa exactamente “esfuerzo por el camino hacia Dios”. Y
eso significa esfuerzo moral contra las propias imperfecciones hecho en
nombre de Dios. En opinión de verdaderos musulmanes, sólo en un caso
extremo ese esfuerzo obliga a la guerra, a luchar militarmente contra los
enemigos de la fe.
Hasta ayer, hasta hoy...
La violencia por motivos religiosos no es algo del pasado, de los libros de
historia. No es algo únicamente del Islam. En tiempos recientes, ha habido
masacres y guerras entre cristianos maronitas y musulmanes, entre
musulmanes sunitas y chiítas, entre sirios, palestinos, drusos e israelitas.
También entre iraníes e iraquíes, entre indios y paquistaníes, entre hindúes y
sikhs, entre budistas singaleses e hindúes tamiles. Las hubo entre monjes
budistas y gobernantes católicos de Vietnam y entre católicos y protestantes en
Irlanda del Norte. Aunque siempre hay intereses económicos o políticos
entremezclados en todos estos conflictos, estas violencias tienen y tuvieron
raíces religiosas y esto significa que hubo en ellas la lógica de que alguno de
los grupos posee al Dios verdadero, la convicción de que si Dios está “con
nosotros”, con nuestra religión, con nuestra nación, todo está permitido contra
“los otros”.
La Biblia no promueve el diálogo entre las religiones
Con franqueza y humildad, el teólogo protestante y profesor de Biblia
estadounidense-nicaraguense Jorge Pixley escribe: Es necesario confesarlo: la
Biblia en su mensaje central no promueve el diálogo ni la teología inter-
religiosa. Está dominada por la victoria del partido “Sólo Yavé” en la Reforma
de Josías. Esta Reforma, aunque no pudo imponerse en Judá, logró inspirar
los libros que llegaron a formar nuestra Biblia. El “no tendrás otros dioses ante
mí” se interpreta como un rechazo de la verdad de las otras religiones y los
otros dioses. En palabras de Jeremías 10, esos dioses son nada, “hével”,
vanidad. El único Dios verdadero es el nuestro. Sin embargo, sobreviven en la
Biblia evidencias de una práctica generalizada mucho más tolerante. Los
israelitas hasta Josías acostumbraban frecuentar santuarios de Yavé y también
de Baal u otros dioses. Si Yavé redimía de los enemigos, Baal y/o Aserá
aseguraban la fertilidad...
La “doctrina bíblica” no está consciente de los importantes elementos que debe
a largos diálogos con otras tradiciones religiosas no israelitas de tiempos
anteriores. Y Jesús parece haber estado dispuesto a considerar una postura
más abierta que la que solían tener los judíos de su época. Sea como fuere, no
podemos en el siglo 21, en un momento en que las religiones se encuentran en
cualquier vecindario del mundo, sino aprender a abrir ese diálogo necesario
con las otras religiones que no son la nuestra.
Una historia criminal
El historiador, teólogo y filósofo alemán Karlheinz Deschner, considerado “el
mayor de los críticos de la Iglesia en el siglo XX”, publicó en nueve tomos y a
partir de 1970 “Historia criminal del Cristianismo”, investigaciones en las que
documenta, con gran erudición e información, cómo la historia de las creencias
y dogmas cristianos ha estado marcada por la violencia y el abuso de poder.
Esta obra enciclopédica está publicada en español por la editorial Martínez
Roca. Otras de sus excelentes obras, siempre sobre el mismo tema, también
se encuentran en español. Según Deschner, el que no escriba la historia
universal como historia criminal, se hace cómplice de ella.
¿Por qué, por qué?
¿De qué modo la Iglesia ha dominado nuestra vida, tanto pública como
privada? ¿Cómo pudieron convertirse los pacifistas de las catacumbas en
entusiastas sacerdotes de los campos de batalla? ¿Por qué se fue afianzando
la intolerancia hasta el extremo de negar todo atisbo de progreso científico y
cultural en el mundo? ¿Cómo sucumbió la filosofía a la dictadura de la
teología? ¿Cómo empezó a convertirse la fe en el mayor negocio de todos los
tiempos? ¿Qué justificaciones pueden tener las innumerables guerras “en
nombre de Cristo” emprendidas por el Estado cristiano?
Son las preguntas que se hace y que intenta contestar el historiador alemán
Horst Hermann en su libro “2000 años de tortura en nombre de Dios” (Flor de
Viento, 1996).
“El factor Dios”
Después del ataque a las Torres Gemelas de New York el 11 de septiembre de
2001, la reflexión sobre la “guerra santa”, sobre la violencia ejercida entre los
humanos en nombre de Dios, fue tema de debate universal.
Entre quienes reflexionaron en esa ocasión, destacamos el texto “El factor
Dios”, del Premio Nóbel de Literatura, el portugués José Saramago. Estos son
fragmentos de lo que entonces escribió: Ya se ha dicho que las religiones,
todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los
hombres y que, por el contrario, han sido y siguen siendo causa de
sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y
espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la
miserable historia humana...
Al menos en señal de respeto por la vida, deberíamos tener el valor de
proclamar en todas las circunstancias esta verdad evidente y demostrable.
Pero la mayoría de los creyentes de cualquier religión no sólo fingen ignorarlo,
sino que se yerguen iracundos e intolerantes contra aquellos para quienes Dios
no es más que un nombre, nada más que un nombre, el nombre que, por
miedo a morir, le pusimos un día y que vendría a dificultar nuestro paso a una
humanización real. A cambio, nos prometía paraísos y nos amenazaba con
infiernos, tan falsos los unos como los otros, insultos descarados a una
inteligencia y a un sentido común que tanto trabajo nos costó conseguir...
Dice Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese, y yo respondo
que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido
y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y
cruel...Durante siglos, la Inquisición fue, también, como hoy los talibanes, una
organización terrorista dedicada a interpretar perversamente textos sagrados
que deberían merecer el respeto de quienes en ellos decían creer, un
monstruoso connubio pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de
conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el
derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la
palabra herejía significa. Y, con todo, Dios es inocente...
Al lector creyente (de cualquier creencia) que haya conseguido soportar la
repugnancia que probablemente le inspiren estas palabras, no le pido que se
pase al ateísmo de quien las ha escrito. Simplemente le ruego que comprenda,
con el sentimiento, si no puede ser con la razón, que, si hay Dios, hay un solo
Dios, y que, en su relación con él, lo que menos importa es el nombre que le
han enseñado a darle.
Libertad religiosa: una conquista de la Humanidad
Después de tanta sangre derramada en nombre de Dios y por las rivalidades
originadas entre los distintos nombres de Dios, la conciencia de la Humanidad
ha ido orientándose hacia la tolerancia, hacia el respeto, hacia la libertad
religiosa: libertad de conciencia y libertad de practicar o no una religión. Esta
libertad es una importante conquista de la modernidad.
El estudioso de las religiones del mundo, el teólogo católico Hans Küng,
recuerda que la gran obra de la Ilustración “Nathan el sabio” (1779), del gran
poeta alemán Gotthold Ephraim Lessing, mostró por primera vez que la
tolerancia entre las distintas confesiones cristianas y entre las distintas
religiones era condición indispensable para la paz entre las naciones. Sin
embargo, en esos mismos años, el Papa Pío VI rechazaba la libertad religiosa,
la libertad de conciencia y la libertad de prensa y los contenidos de la que llamó
abominable filosofía de los derechos del hombre.
De hecho, la iglesia católica fue la principal opositora a los principios de
libertad, igualdad y fraternidad enarbolados por la Revolución Francesa. Según
Küng, en el siglo XIX, marcado por el ideario de la Revolución Francesa, el
Estado Pontificio era el más retrógrado de toda Europa. El Papa rechazaba el
ferrocarril, el alumbrado de gas, los puentes colgantes... También se opuso el
Papado a las vacunas, prohibidas en el Vaticano en 1815, apoyándose en
estas palabras del Papa León XII: Quienquiera que recurre a la vacuna deja de
ser hijo de Dios... La viruela es un juicio de Dios y la vacuna es un desafío
lanzado al cielo. Con estas ideas, ¿cómo iba a aceptar la libertad religiosa?
Lo que las une es más que lo que las separa
En la Conferencia Mundial de las Religiones a favor de la Paz, celebrada en
1970 en Kyoto (Japón) se reunieron cristianos, judíos, budistas, confucionistas,
hindúes, islámicos, sintoístas, shiks, zoroastristas y representantes de otras
religiones minoritarias. Fue un primer encuentro para reflexionar y entender que
es mucho más lo que une a todas las religiones que lo que las separa. El
acuerdo entre todas se dio en torno a estos puntos: la convicción de la unidad
de la familia humana y de la dignidad de todos los seres humanos; la
convicción de que poder no equivale a derecho; la fe en que el amor, la
compasión y el altruismo son más fuertes que el odio, la enemistad y el
egoísmo; y el sentimiento de que es un deber estar de parte de los oprimidos y
en contra de los opresores.
Mujeres de Negro
Como reacción contra la guerra entre palestinos e israelíes, que también tiene
raíces religiosas, surgió en 1988 un pequeño grupo de mujeres judías y árabes,
vestidas de negro, que se reunieron en Jerusalén para protestar silenciosa y
pacíficamente contra la presencia militar israelí en Gaza y Cisjordania. Desde
entonces, el movimiento ha seguido creciendo y luchando por una paz justa
entre Israel y Palestina, extendiéndose también por decenas de países con
conflictos militares. La iniciativa pone de manifiesto el papel que corresponde
jugar a las mujeres en el cuestionamiento a las guerras. Su “filosofía” la
expresan las Mujeres de Negro en este manifiesto, que lanzaron al mundo:
Nosotras, mujeres palestinas e israelíes, sabemos que nuestros pueblos
pueden vivir en esta tierra. Que nuestros hijos merecen una vida con paz y
dignidad. No queremos que sean asesinados ni que se conviertan en asesinos.
Tenemos que hacer cesar la locura. Tenemos que hacer cesar el uso de la
fuerza brutal.
Dejen a las mujeres hablar. Dejen a las mujeres actuar. Déjennos a las
mujeres palestinas e israelíes guiar el camino. Las mujeres podemos encontrar
el fin de este círculo de violencia. Los hombres nos dicen: “No se asusten”. Nos
dicen: “Sean fuertes”. Nosotras estamos asustadas y queremos que ellos
también estén asustados. Nosotras no queremos ser "fuertes". No queremos
que ellos piensen que son bastante fuertes como para hacer desaparecer a la
otra nación. Creemos que todas y cada una de las personas tienen derecho a
vivir en paz y con dignidad.
Nosotras queremos compartir los recursos de esta tierra, su agua, su vino, y
sus lugares sagrados. Es posible compartir Jerusalén. El área completa puede
ser compartida entre las dos naciones independientes e igualitarias. Israel no
debe dominar la vida de palestinos y palestinas. Ninguna de las dos naciones,
ni Palestina ni Israel, debe creer que es posible conseguir la paz a través de la
violencia. Dejen a las mujeres encontrar el camino que los hombres no han
encontrado. Nosotras insistimos que todos los equipos de negociaciones
deben incluir por lo menos un 50 por ciento de mujeres, entre los dirigentes
palestinos y los israelíes, en los equipos de Naciones Unidas, entre los
representantes de los gobiernos involucrados en intentar resolver el conflicto.
Las mujeres van a hablar: Ellas no van a disparar.
Hay demasiados hombres con demasiado ego involucrados en el incendio de
este pedazo de tierra. Déjennos hablar. Nosotras podemos traer la paz. Los
hombres hablan de seguridad basada en la fuerza. Nosotras sabemos que esta
seguridad significa ser buenos vecinos y vecinas. No queremos que la próxima
generación vista uniforme para ir a la guerra. Queremos que ellos conozcan la
autodeterminación y la dignidad, sin necesidad de luchar por esto. Dejen a las
mujeres hablar. Dejen a las mujeres actuar.
El encuentro número 14 de las Mujeres de Negro se celebró en Valencia,
España, en agosto de 2007, con el lema “Expulsemos la guerra de la historia y
de nuestras vidas”. En él participaron 400 mujeres de 40 países de todos los
continentes: Afganistán, Colombia, Sahara, Chechenia, Congo, Zimbabwe,
Marruecos, Filipinas...
Dios: una palabra humana
Dice la teóloga feminista brasilera Ivone Gebara: Dios es una palabra humana,
un nombre humano. Deberíamos no emplearla más para hablar de un Ser que
es superior y que está más allá, fuera del mundo, sino para hablar de
relaciones. Es en las relaciones donde hacemos a Dios. Dios no es en sí
mismo, lo es en la ética, en la belleza, en el amor. Jesús también vivió a Dios
como relación. Porque lo divino no está ni afuera ni arriba de lo humano. Está
en las relaciones entre los humanos y en las relaciones entre los seres
vivientes.