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97- ¿El nombre de Dios?
Descripción:

¡100 entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra! Los autores de OTRO DIOS ES POSIBLE son los hermanos López Vigil, conocidos ya en la región por su anterior producción radiofónica UN TAL JESÚS.

Libreto:
RAQUEL Atención, cabina, no me pases más llamadas... Ninguna llamada,

¿entiendes?

JESÚS ¿Qué está pasando, Raquel?

RAQUEL Siguen los problemas... Hay gente muy molesta con estas últimas

entrevistas y han acudido a Telecomunicaciones para que le

retiren la frecuencia a Emisoras Latinas... Pero no se preocupe

nuestra audiencia. Si nos cortan, seguiremos transmitiendo por

Internet.

JESÚS ¿Y qué les molesta tanto a esas personas?

RAQUEL Todo. Ahora resulta que usted no fundó la iglesia, ni fundó

ninguna religión ni tampoco es el Cristo, ni... No entienden nada.

JESÚS La búsqueda de Dios ha sido larga y aún no termina. Ya irán

entendiendo.

RAQUEL Ahora sólo falta que usted nos cambie también al Dios en que

hemos creído, al que hemos rezado...

JESÚS ¿Y cómo se llama ese Dios, Raquel?

RAQUEL Bueno, usted sabe que los judíos lo llaman Yahvéh, pero para

algunos cristianos es Jehová. Y en el Islam, los musulmanes lo

conocen como Alá. ¿Cuál es el verdadero nombre de Dios?

JESÚS Yahvéh, Jehová, Alá... Todos son nombres hermosos.

RAQUEL Y por todos se hicieron guerras. Unos invocando a un Dios, otros

a otro... Se mataron en cruzadas, conquistas, guerras de

religión...

JESÚS Siempre Caín derramando la sangre de su hermano...

RAQUEL Y siempre por el nombre de Dios... O por los apellidos. Cuando

estudiamos historia en la escuela ahí aparecen cristianos

romanos contra cristianos cátaros, ortodoxos contra romanos,

romanos contra luteranos, ya ni me acuerdo...

JESÚS Tomaron el nombre de Dios en vano. ¿No te parece que no hay

peor ofensa a Dios que hacer guerras en su nombre, matar en su

nombre?

RAQUEL Sí, resulta un escándalo. Y no hay que irse a los libros de

historia. Hoy mismo, mientras transmitimos esta entrevista, los

judíos insisten en que ésta es su tierra prometida por Dios y

quieren expulsar de aquí a los palestinos, el Occidente cristiano

hace la guerra a los musulmanes y los musulmanes hablan de

“guerra santa” contra los países cristianos... ¿qué le parece?

JESÚS Me parece una arrogancia creer que alguien tiene al Dios

verdadero y debe imponérselo a los demás.

RAQUEL En todo caso, Dios apoyará a alguna religión en especial, ¿no?

¿Podríamos decir que Dios es católico?

JESÚS ¿Dios?

RAQUEL Bueno, al menos, cristiano...

JESÚS ¿Dios?... Tú eres cristiana, Raquel, y muchos de tus oyentes lo

son, pero Dios...

RAQUEL ¿Dios qué?

JESÚS Dios no es cristiano ni judío ni... ni de ninguna religión. Dios es

demasiado grande para dejarse encerrar en una religión.

RAQUEL Entonces, ¿nada de proselitismo, nada de misioneros para salvar

almas y convertir infieles? ¿Nada de predicadores?

JESUS Son esos predicadores los que tienen que convertirse, sí, pero a

la humildad de saber que no saben nada de Dios. No habrá paz

en este mundo hasta que entiendan que en todas las religiones

hay verdad, pero que en ninguna cabe toda la Verdad de Dios ni

su Belleza ni su Amor.

RAQUEL En definitiva, ¿Dios no tiene nombre?

JESÚS Tiene todos los nombres. Mira, yo tuve varios hermanos. Mi

madre nos puso nombre a cada uno. Y nosotros le pusimos

nombres a ella. Yo la llamé siempre Mamá, pero a mi hermana

mayor le dio por llamarla Palomita. Simón le decía su nombre

arameo, Maryam, y el más pequeño la llamó Mimia toda la vida...

Ella se reía y atendía a todos. Así es Dios: una madre que

escucha todos los nombres con que la llamamos.

RAQUEL Bonita su historia, pero no creo que convenza a papas, talibanes,

inquisidores, a los que siguen matando por la religión. Y cuando

no matan, excomulgan y condenan en nombre de Dios.

JESÚS Pues tendrán que entender que el Dios de los Ejércitos es un

ídolo. Que Dios se llama Paz. Shalom, en la lengua de mi pueblo.

Salam, en la de nuestros hermanos árabes. ¡Paz contigo, Raquel!

RAQUEL Con el saludo de paz de Jesucristo, digo, de Jesús, sin lo de

Cristo...y desde un lugar secreto en Galilea, Raquel Pérez,

Emisoras Latinas.

CONTROL CARACTERÍSTICA MUSICAL

LOCUTOR Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su

segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José

Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

MÁS DATOS SOBRE ESTE POLÉMICO TEMA...

Un nombre impronunciable

Para los judíos, para el judaísmo, la religión donde Jesús se crió, el nombre de

Dios es impronunciable. Ese nombre es el tetragrama (cuatro letras) YHVH.

Los judíos no pronuncian ese nombre. Compuesto por cuatro consonantes

resulta inefable. Para pronunciarlo habría que insertar las vocales y eso, para

los judíos, cerraría ese nombre y le daría al ser humano poder sobre lo divino,

limitaría a Dios. No se pronuncia ese nombre, sólo se contempla, dicen los

judíos piadosos. En el tetragrama se revela también la cultura judía, apegada al

texto, a la lectura, a las Escrituras. El alfabeto escrito hebreo sólo tiene

consonantes. Al leer, el lector debe insertar las vocales y la lectura se convierte

así en una creación, en una interpretación.

Las religiones monoteístas

En la historia de las religiones, el “inventor” del monoteísmo (Dios es uno) fue

Moisés. Pero durante siglos, el monoteísmo de los hebreos que siguieron el

“invento” de Moisés no consistió en afirmar que no había otros dioses, sino en

afirmar, e imponer, la supremacía de su Dios, del Dios de Israel, de Yahvéh,

sobre los dioses de los pueblos vecinos.

Los pilares sobre los que se construyeron las religiones patriarcales de la

antigüedad fueron dos: el politeísmo (muchos dioses, cada uno encargado de

una parte de la realidad: las aguas, la tierra, la inteligencia, el amor...) y el

antropomorfismo (dioses con características humanas). Moisés promulgó la

preeminencia absoluta del Dios Yahvéh sobre todos los demás. Y estableció la

prohibición de hacer imágenes de Dios. Esto resultó una novedad muy

importante frente al politeísmo y al antropomorfismo. La otra novedad religiosa

que aportó Moisés fue centrar en la moral, entendida como obediencia a la Ley,

más que en el culto y en los ritos, el camino para agradar a Dios.

Son religiones monoteístas el judaísmo, el cristianismo -a pesar de la confusa

formulación del dogma de la Santísima Trinidad- el islam y en la India, el

sijismo, religión fundada por el místico Gurú Nanak y desarrollada a inicios del

siglo XVI en el contexto del conflicto entre el hinduismo y el Islam. Los sijs (23

millones de personas, 19 viviendo en la India y por el número de sus fieles la

quinta religión mundial) creen en un único dios y, al igual que las otras tres

religiones monoteístas, basan su fe en un libro sagrado, el Gurú Granth Sabih.

Monoteísmo y violencia

Los monoteísmos defienden una verdad absoluta revelada por el propio Dios a

través de personas y escritos sagrados. Los politeísmos no son tan

pretenciosos: sus dioses se comportan como los humanos y, como los

humanos, pueden ser tolerantes o no, incluyentes o excluyentes. Esto explica

que griegos y romanos estuvieran dispuestos a incluir al dios de los judíos en

su panteón y que nunca los judíos aceptaran en su Templo a los dioses

“paganos” de los “gentiles”.

Es por eso que en las religiones que se creen la “única”, la “verdadera”, anidan

los gérmenes de la intolerancia y de la violencia. La historia demuestra que hay

especialmente violencia en las religiones orientadas hacia afuera, en las que

son proselitistas, misioneras, combativas, las que buscan extenderse,

imponerse, convencer y también vencer. Así son, y así han actuado, el

judaísmo, el cristianismo y el Islam. También los sijs han protagonizado guerras

contra hindúes y musulmanes.

Ha habido violencia y “guerras santas” en el judaísmo: Yahvéh es un dios tribal,

guerrero y celoso, es el “Dios de los ejércitos”. Ha habido violencia, abundante

y cruel, en el cristianismo: con las Cruzadas y la Conquista de América

especialmente. La ha habido durante siglos entre distintos grupos dentro del

cristianismo: guerras del Papado de Roma contra toda especie de “herejes”,

guerras de protestantes contra católicos y de católicos contra protestantes, de

calvinistas contra católicos, de luteranos contra anabaptistas, de católicos

contra hugonotes... Incontables guerras por los “apellidos” cristianos.

La “guerra santa”

Ha habido violencia y aún la hay en el Islam, entre otras cosas porque su

Profeta, Mahoma (Muhammad), además de haberse acreditado ante sus

seguidores como el que recibió la revelación divina en el Corán, fue un

guerrero coronado por éxitos militares.

Después de las conquistas militares de Mahoma, la fe musulmana se difundió

principalmente por canales pacíficos: el comercio y la prédica de misioneros. Y

a partir del siglo VIII, las conquistas militares del Islam, como las de la

Península Ibérica, desembocaron en una dominación política bajo la cual

convivieron pacíficamente los tres monoteísmos: Islam, cristianismo y

judaísmo. Sin embargo, el Islam está marcado por el conflicto.

Según Dominique Urvoy, profesor de Islamología en la Universidad de

Toulouse-Le Mirail, Francia, desde su aparición, el Islam estuvo marcado por la

división. De acuerdo con Urvoy, el Islam se ha construido sobre una triple

oposición. La oposición del profeta Mahoma a los otros profetas

contemporáneos. Después, la oposición entre los que creen y los que no. Y,

finalmente, la oposición entre los herederos del Profeta y los “usurpadores”,

que culminó en la división entre chiítas y sunitas. Esta oposición ha traído

también innumerables guerras entre facciones musulmanas.

Hasta hoy se sigue citando el Corán como un texto que exhorta a los

musulmanes al “yihad”, un concepto que no es correcto traducir por “guerra

santa”, sino que significa exactamente “esfuerzo por el camino hacia Dios”. Y

eso significa esfuerzo moral contra las propias imperfecciones hecho en

nombre de Dios. En opinión de verdaderos musulmanes, sólo en un caso

extremo ese esfuerzo obliga a la guerra, a luchar militarmente contra los

enemigos de la fe.

Hasta ayer, hasta hoy...

La violencia por motivos religiosos no es algo del pasado, de los libros de

historia. No es algo únicamente del Islam. En tiempos recientes, ha habido

masacres y guerras entre cristianos maronitas y musulmanes, entre

musulmanes sunitas y chiítas, entre sirios, palestinos, drusos e israelitas.

También entre iraníes e iraquíes, entre indios y paquistaníes, entre hindúes y

sikhs, entre budistas singaleses e hindúes tamiles. Las hubo entre monjes

budistas y gobernantes católicos de Vietnam y entre católicos y protestantes en

Irlanda del Norte. Aunque siempre hay intereses económicos o políticos

entremezclados en todos estos conflictos, estas violencias tienen y tuvieron

raíces religiosas y esto significa que hubo en ellas la lógica de que alguno de

los grupos posee al Dios verdadero, la convicción de que si Dios está “con

nosotros”, con nuestra religión, con nuestra nación, todo está permitido contra

“los otros”.

La Biblia no promueve el diálogo entre las religiones

Con franqueza y humildad, el teólogo protestante y profesor de Biblia

estadounidense-nicaraguense Jorge Pixley escribe: Es necesario confesarlo: la

Biblia en su mensaje central no promueve el diálogo ni la teología inter-

religiosa. Está dominada por la victoria del partido “Sólo Yavé” en la Reforma

de Josías. Esta Reforma, aunque no pudo imponerse en Judá, logró inspirar

los libros que llegaron a formar nuestra Biblia. El “no tendrás otros dioses ante

mí” se interpreta como un rechazo de la verdad de las otras religiones y los

otros dioses. En palabras de Jeremías 10, esos dioses son nada, “hével”,

vanidad. El único Dios verdadero es el nuestro. Sin embargo, sobreviven en la

Biblia evidencias de una práctica generalizada mucho más tolerante. Los

israelitas hasta Josías acostumbraban frecuentar santuarios de Yavé y también

de Baal u otros dioses. Si Yavé redimía de los enemigos, Baal y/o Aserá

aseguraban la fertilidad...

La “doctrina bíblica” no está consciente de los importantes elementos que debe

a largos diálogos con otras tradiciones religiosas no israelitas de tiempos

anteriores. Y Jesús parece haber estado dispuesto a considerar una postura

más abierta que la que solían tener los judíos de su época. Sea como fuere, no

podemos en el siglo 21, en un momento en que las religiones se encuentran en

cualquier vecindario del mundo, sino aprender a abrir ese diálogo necesario

con las otras religiones que no son la nuestra.

Una historia criminal

El historiador, teólogo y filósofo alemán Karlheinz Deschner, considerado “el

mayor de los críticos de la Iglesia en el siglo XX”, publicó en nueve tomos y a

partir de 1970 “Historia criminal del Cristianismo”, investigaciones en las que

documenta, con gran erudición e información, cómo la historia de las creencias

y dogmas cristianos ha estado marcada por la violencia y el abuso de poder.

Esta obra enciclopédica está publicada en español por la editorial Martínez

Roca. Otras de sus excelentes obras, siempre sobre el mismo tema, también

se encuentran en español. Según Deschner, el que no escriba la historia

universal como historia criminal, se hace cómplice de ella.

¿Por qué, por qué?

¿De qué modo la Iglesia ha dominado nuestra vida, tanto pública como

privada? ¿Cómo pudieron convertirse los pacifistas de las catacumbas en

entusiastas sacerdotes de los campos de batalla? ¿Por qué se fue afianzando

la intolerancia hasta el extremo de negar todo atisbo de progreso científico y

cultural en el mundo? ¿Cómo sucumbió la filosofía a la dictadura de la

teología? ¿Cómo empezó a convertirse la fe en el mayor negocio de todos los

tiempos? ¿Qué justificaciones pueden tener las innumerables guerras “en

nombre de Cristo” emprendidas por el Estado cristiano?

Son las preguntas que se hace y que intenta contestar el historiador alemán

Horst Hermann en su libro “2000 años de tortura en nombre de Dios” (Flor de

Viento, 1996).

“El factor Dios”

Después del ataque a las Torres Gemelas de New York el 11 de septiembre de

2001, la reflexión sobre la “guerra santa”, sobre la violencia ejercida entre los

humanos en nombre de Dios, fue tema de debate universal.

Entre quienes reflexionaron en esa ocasión, destacamos el texto “El factor

Dios”, del Premio Nóbel de Literatura, el portugués José Saramago. Estos son

fragmentos de lo que entonces escribió: Ya se ha dicho que las religiones,

todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los

hombres y que, por el contrario, han sido y siguen siendo causa de

sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y

espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la

miserable historia humana...

Al menos en señal de respeto por la vida, deberíamos tener el valor de

proclamar en todas las circunstancias esta verdad evidente y demostrable.

Pero la mayoría de los creyentes de cualquier religión no sólo fingen ignorarlo,

sino que se yerguen iracundos e intolerantes contra aquellos para quienes Dios

no es más que un nombre, nada más que un nombre, el nombre que, por

miedo a morir, le pusimos un día y que vendría a dificultar nuestro paso a una

humanización real. A cambio, nos prometía paraísos y nos amenazaba con

infiernos, tan falsos los unos como los otros, insultos descarados a una

inteligencia y a un sentido común que tanto trabajo nos costó conseguir...

Dice Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese, y yo respondo

que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido

y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y

cruel...Durante siglos, la Inquisición fue, también, como hoy los talibanes, una

organización terrorista dedicada a interpretar perversamente textos sagrados

que deberían merecer el respeto de quienes en ellos decían creer, un

monstruoso connubio pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de

conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el

derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la

palabra herejía significa. Y, con todo, Dios es inocente...

Al lector creyente (de cualquier creencia) que haya conseguido soportar la

repugnancia que probablemente le inspiren estas palabras, no le pido que se

pase al ateísmo de quien las ha escrito. Simplemente le ruego que comprenda,

con el sentimiento, si no puede ser con la razón, que, si hay Dios, hay un solo

Dios, y que, en su relación con él, lo que menos importa es el nombre que le

han enseñado a darle.

Libertad religiosa: una conquista de la Humanidad

Después de tanta sangre derramada en nombre de Dios y por las rivalidades

originadas entre los distintos nombres de Dios, la conciencia de la Humanidad

ha ido orientándose hacia la tolerancia, hacia el respeto, hacia la libertad

religiosa: libertad de conciencia y libertad de practicar o no una religión. Esta

libertad es una importante conquista de la modernidad.

El estudioso de las religiones del mundo, el teólogo católico Hans Küng,

recuerda que la gran obra de la Ilustración “Nathan el sabio” (1779), del gran

poeta alemán Gotthold Ephraim Lessing, mostró por primera vez que la

tolerancia entre las distintas confesiones cristianas y entre las distintas

religiones era condición indispensable para la paz entre las naciones. Sin

embargo, en esos mismos años, el Papa Pío VI rechazaba la libertad religiosa,

la libertad de conciencia y la libertad de prensa y los contenidos de la que llamó

abominable filosofía de los derechos del hombre.

De hecho, la iglesia católica fue la principal opositora a los principios de

libertad, igualdad y fraternidad enarbolados por la Revolución Francesa. Según

Küng, en el siglo XIX, marcado por el ideario de la Revolución Francesa, el

Estado Pontificio era el más retrógrado de toda Europa. El Papa rechazaba el

ferrocarril, el alumbrado de gas, los puentes colgantes... También se opuso el

Papado a las vacunas, prohibidas en el Vaticano en 1815, apoyándose en

estas palabras del Papa León XII: Quienquiera que recurre a la vacuna deja de

ser hijo de Dios... La viruela es un juicio de Dios y la vacuna es un desafío

lanzado al cielo. Con estas ideas, ¿cómo iba a aceptar la libertad religiosa?

Lo que las une es más que lo que las separa

En la Conferencia Mundial de las Religiones a favor de la Paz, celebrada en

1970 en Kyoto (Japón) se reunieron cristianos, judíos, budistas, confucionistas,

hindúes, islámicos, sintoístas, shiks, zoroastristas y representantes de otras

religiones minoritarias. Fue un primer encuentro para reflexionar y entender que

es mucho más lo que une a todas las religiones que lo que las separa. El

acuerdo entre todas se dio en torno a estos puntos: la convicción de la unidad

de la familia humana y de la dignidad de todos los seres humanos; la

convicción de que poder no equivale a derecho; la fe en que el amor, la

compasión y el altruismo son más fuertes que el odio, la enemistad y el

egoísmo; y el sentimiento de que es un deber estar de parte de los oprimidos y

en contra de los opresores.

Mujeres de Negro

Como reacción contra la guerra entre palestinos e israelíes, que también tiene

raíces religiosas, surgió en 1988 un pequeño grupo de mujeres judías y árabes,

vestidas de negro, que se reunieron en Jerusalén para protestar silenciosa y

pacíficamente contra la presencia militar israelí en Gaza y Cisjordania. Desde

entonces, el movimiento ha seguido creciendo y luchando por una paz justa

entre Israel y Palestina, extendiéndose también por decenas de países con

conflictos militares. La iniciativa pone de manifiesto el papel que corresponde

jugar a las mujeres en el cuestionamiento a las guerras. Su “filosofía” la

expresan las Mujeres de Negro en este manifiesto, que lanzaron al mundo:

Nosotras, mujeres palestinas e israelíes, sabemos que nuestros pueblos

pueden vivir en esta tierra. Que nuestros hijos merecen una vida con paz y

dignidad. No queremos que sean asesinados ni que se conviertan en asesinos.

Tenemos que hacer cesar la locura. Tenemos que hacer cesar el uso de la

fuerza brutal.

Dejen a las mujeres hablar. Dejen a las mujeres actuar. Déjennos a las

mujeres palestinas e israelíes guiar el camino. Las mujeres podemos encontrar

el fin de este círculo de violencia. Los hombres nos dicen: “No se asusten”. Nos

dicen: “Sean fuertes”. Nosotras estamos asustadas y queremos que ellos

también estén asustados. Nosotras no queremos ser "fuertes". No queremos

que ellos piensen que son bastante fuertes como para hacer desaparecer a la

otra nación. Creemos que todas y cada una de las personas tienen derecho a

vivir en paz y con dignidad.

Nosotras queremos compartir los recursos de esta tierra, su agua, su vino, y

sus lugares sagrados. Es posible compartir Jerusalén. El área completa puede

ser compartida entre las dos naciones independientes e igualitarias. Israel no

debe dominar la vida de palestinos y palestinas. Ninguna de las dos naciones,

ni Palestina ni Israel, debe creer que es posible conseguir la paz a través de la

violencia. Dejen a las mujeres encontrar el camino que los hombres no han

encontrado. Nosotras insistimos que todos los equipos de negociaciones

deben incluir por lo menos un 50 por ciento de mujeres, entre los dirigentes

palestinos y los israelíes, en los equipos de Naciones Unidas, entre los

representantes de los gobiernos involucrados en intentar resolver el conflicto.

Las mujeres van a hablar: Ellas no van a disparar.

Hay demasiados hombres con demasiado ego involucrados en el incendio de

este pedazo de tierra. Déjennos hablar. Nosotras podemos traer la paz. Los

hombres hablan de seguridad basada en la fuerza. Nosotras sabemos que esta

seguridad significa ser buenos vecinos y vecinas. No queremos que la próxima

generación vista uniforme para ir a la guerra. Queremos que ellos conozcan la

autodeterminación y la dignidad, sin necesidad de luchar por esto. Dejen a las

mujeres hablar. Dejen a las mujeres actuar.

El encuentro número 14 de las Mujeres de Negro se celebró en Valencia,

España, en agosto de 2007, con el lema “Expulsemos la guerra de la historia y

de nuestras vidas”. En él participaron 400 mujeres de 40 países de todos los

continentes: Afganistán, Colombia, Sahara, Chechenia, Congo, Zimbabwe,

Marruecos, Filipinas...

Dios: una palabra humana

Dice la teóloga feminista brasilera Ivone Gebara: Dios es una palabra humana,

un nombre humano. Deberíamos no emplearla más para hablar de un Ser que

es superior y que está más allá, fuera del mundo, sino para hablar de

relaciones. Es en las relaciones donde hacemos a Dios. Dios no es en sí

mismo, lo es en la ética, en la belleza, en el amor. Jesús también vivió a Dios

como relación. Porque lo divino no está ni afuera ni arriba de lo humano. Está

en las relaciones entre los humanos y en las relaciones entre los seres

vivientes.


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