La verdadera identidad de sus hombres y mujeres, no puede ser abarcada ni por documentos, ni por huellas dactilares.
En todo caso, el verdadero pasaporte americano, ha de ser el que incluya la libertad de andar, de ser, y de buscar.
La misma que tenían los Tupi-Guaraní, que vivían soñando con el Yvymara-eí.
El Yvymara-eí, la prodigiosa Tierra sin Mal, un paraíso en el que la tierra produce los frutos por si misma y que puede alcanzarse en vida, sin tener que pasar por la prueba de la muerte.
Es por eso que los Tupi-Guaraní eran nómades, aunque a pesar de vivir en permanente éxodo, no dejaban de tener raíces con esa tierra que, al fin de cuentas, llegaría a formar parte de ese lugar tan soñado.
El sostén de ese sueño estaba en manos de los Karaí, o Payés, chamanes que además del poder de la propia invisibilidad o la resurrección de los muertos, guiaban a su pueblo en esa búsqueda: la de encontrar algún día y en vida, ese paraíso. El Yvymara-eí, la Tierra sin Mal.
Los Tupi-Guaraní buscan la Tierra sin Mal. América, también.
Texto: Ricardo Veiga
Voz: Ricardo Veiga
Música: Raúl Barbosa