todo en calma, y silencioso;
todo estaba inmóvil, pacifico y vacío
en la inmensidad de los cielos.
No había aun un solo hombre, ni un animal, ni pájaros, ni peces,
ni cangrejos, ni madera, ni piedras, ni hoyos, ni barrancos,
ni hierbas, ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba aun la faz de la tierra.
Sólo estaba el mar tranquilo y el espacio de los cielos.
No había cosa que formara cuerpo, que se asiera a otra, que se balanceara o que se rozara, que hiciera oír un sonido en el cielo.
No había más que inmovilidad y silencio en las tinieblas, en la noche.
Sólo están sobre el agua, como una luz que va creciendo,
el Creador, el Formador, la serpiente cubierta de plumas,
los que engendran, los que dan el ser
están envueltos en verde y azul,
Y por eso se llaman
Gucumatz.
Texto: fragmento del libro sagrado de los mayas quiché, tomado del libro Nuestra América de José Martí.
Voz: Marcelo Levy
Música: Naná Vasconcelos