Anahí era muy querida por sus hermanos, por que al terminar el día, subida a los árboles se ponía a cantar.
Pero, un día, llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con sus hermanos.
Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que una noche en que el sueño venció a los guardias, Anahí intentó escapar. Pero uno de ellos despertó, y ella, aterrorizada, le hundió un puñal en el pecho, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del guardia, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución de Anahí. Ella corrió todo lo que pudo, pero al rato, fue alcanzada por los conquistadores.
En venganza por la muerte del guardia, le impusieron como castigo la hoguera. La ataron a un palo e iniciaron el fuego. Sin murmurar palabra, Anahí sufría en silencio.
Cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol.
Al amanecer, los soldados se encontraron ante un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como un símbolo, el símbolo de la valentía y la fortaleza ante el sufrimiento.
Autor: adaptación de leyenda Guaraní - Voz: Tati Echagüe
Música: Raúl Barbosa, Chango Spasiuk y Anahí de Oswaldo Sosa Cordero