Saturados de cultura europea no nos damos tiempo para estudiar, descifrar y sentir nuestras culturas indígenas y criollas de América. Muy pocos, entre nosotros, se dejan seducir por los misterios andinos, aztecas, mayas o por los mundos amazónicos. Sólo arqueólogos o antropólogos, que muchas veces llegan sordos a levantar el velo de esas culturales.
Los orgullos culturales que nos contagió europa, todavía nos hacen caer en increíbles aberraciones. Aún no hicimos un balance honesto de cuánto se le debe a esa presencia metafísica y tutelar del indio americano, cualquiera sea su latitud y reinado.
Ellos tienen puesta su huella secular en el aire, en la luz, en el silencio y las aguas de estos territorios infinitos. Han teñido los cielos y los árboles; han perfumado la selva de su modo lunar y de su pasión por el sol. Han secreteado en los follajes sus ansias y sus miedos, sus ruegos y conjuros. Y toda América respira su alma saturada de voces mágicas y flora sigilosa.
El continente suena en sus calles y cumbres, en sus pueblos polvorientos, en sus montes y caseríos de adobe. Los torrentes de música aborigen están condenados al silencio mientras la savia de América anda desterrada peligrando morir de un golpe electrónico.
El “estar estando” de nuestra tierra se negocia por espejitos coloreados.
Todo el continente anda desconectado de su raíz. Si algún indio se complica en nuestro torbellino técnico y se contagia de nuestro lenguaje burocrático y logicista pierde belleza, gracia y encanto. Es decir, identidad.
Los indígenas de América encarnan para nosotros figuras míticas, intemporales, de un tiempo y un espacio inapresable y mágico. El silencio y el canto son sus grandes lenguajes. Los europeos fueron sordos y ciegos para entenderlos. Lo que hubieran podido aprender y construir con ellos, sólo habiéndolos dejado ser, entablando una relación simplemente humana, lo habríamos heredado nosotros.
Ficha técnica:
Texto: Leda Valladares, del libro Cantando las raíces
Voz: Ricardo Veiga
Música: Registros de cantoras y cantores de Leda Valladares y Silvia Barrios.