Consideramos que las graves exclusiones requieren soluciones profundas y no electoreras. El Estado debe ser transformado porque actualmente no es capaz de garantizar el interés público y el bien común como fines supremos para todas las vertientes nacionales que habitan en Guatemala. El régimen político del país se encuentra en una grave crisis que no se corrige con un simple cambio del gobierno de turno.
No aspiramos a “ocupar” el Estado de Guatemala. No queremos administrar el mismo poder autoritario y saqueador; queremos construir nuevas relaciones de poder basadas en la equidad y la libertad entre las personas y los pueblos. Las funciones que concebimos para el Estado son funciones de paz, de justicia, salud, educación y desarrollo plurinacionales, donde se respeten y se practiquen los derechos individuales y colectivos de mayas, mestizos, xincas y garífunas.
No queremos que el Estado siga negando a nuestros pueblos, queremos que el Estado garantice la unidad nacional impulsando una democracia plurinacional, desde la cual todas las comunidades de los pueblos indígenas tengan derecho a decidir sobre las prioridades de su desarrollo. No queremos que el Estado nos defina a partir de las carencias; queremos vivir bien, sin violencia, gozar de plenos derechos y oportunidades de participación en el desarrollo con equidad. Necesitamos un Estado de los pueblos, no queremos un Estado de la oligarquía.
Ha llegado la hora de levantar un proyecto nacional hecho desde los propios pueblos. Debemos tomar el rábano por las hojas. Mujeres y hombres Mayas debemos hermanarnos y llamar a la unidad con mestizos, xincas y garífunas, para remontar la sumisión y construir caminos de liberación.