Se ha sembrado (maíz, fríjol, yuca, plátano), llega el Esmad y la maquinaria, llegan 40 tractores a tumbar, vuelve la gente y siembra, vuelven y tumban, hay desalojos violentos...son más de 450 desalojos que ha resistido la gente, heridos, pero la gente está allí con ánimos, la gente sigue en lucha.
Javier Oteca se vino del Naya y dijo ya no quiero ser arriero, yo quiero tener mi propio pedazo de tierra y como aquí están liberando, aquí me voy a quedar, hizo su rancho, metió su ganadito, organizó su parcela, estaba muy atento a ayudar, a colaborar, a ayudar el proceso.
El día de ayer (22 de marzo) los estaban esperando, los emboscaron, fueron tres compañeros, aprovecharon ese descuido, esa debilidad de fortaleza en persona y mataron al compañero, Javier Oteca y decimos directamente que la responsabilidad política, jurídica, es del gobierno, del ingenio Incauca, ellos son los responsables, ellos lo mataron, ellos pagan para matar la gente, ellos ponen gobierno, ellos estuvieron en contra del proceso de paz y hoy siguen denegando del derecho del acceso de la tierra a las comunidades indígenas, campesinas y afros en Colombia.
A todas las comunidades, a todos los sectores sociales, a toda la humanidad, tenemos que juntar nuestras fuerzas, nuestras dignidades, nuestro pensamiento, nuestras acciones en pro de defender y liberar la Madre Tierra. La tierra hoy está concentrada en pocas manos en Colombia. Y esa concentración no permite, la mayoría de hombres y mujeres accedan a ella, y siembren comida, que disfruten de ella, gocen con ella, crezcan con ella y mueran con ella, les han negado esa posibilidad. Llamamos a que nos organicemos y comencemos a defender los páramos, comencemos a rechazar esa gran minería, comencemos a defender los ríos, los nacimientos de agua que los quieren privatizar, comencemos a decirle al gobierno que la tierra no es solamente para monocultivo tiene que ser para la comida, para sembrar plátano, yuca, para tener ganado, para tener gallinas, para compartir con la gente.