LOCUTOR —¡Atención! ¡Suceso de última hora! ¡Vandalismo en el Cuzco! ¡Ultima hora! Un grupo de forajidos asalta y roba el Templo más valioso de la histórica ciudad del Cusco. Y nuestra corresponsal en el Perú con más detalles sobre este criminal atentado que llena de indignación no sólo a los peruanos, sino a todas las personas civilizadas. ¡Adelante, Cuzco!
REPORTERA —Cuzco está de luto. La Ciudad Sagrada de los Incas ha perdido ayer su joya más preciada, el Coricancha, el Templo del Sol, obra maestra de arquitectura y santuario a donde han peregrinado, año tras año, miles de devotos para celebrar su fe y sus cosechas. Hoy, este Templo, sin duda el más bello de toda la ciudad y el de mayor importancia en toda América del Sur, ha sido literalmente arrasado por una banda de malhechores. ¿Cómo ocurrieron los hechos? Según nos informan los vecinos, ayer al mediodía llegaron a esta ciudad del Cuzco un grupo de desconocidos fuertemente armados. De inmediato, se abalanzaron sobre este Templo del Sol ante cuyas ruinas estamos trasmitiendo ahora. Sin el menor respeto, los ladrones forzaron la puerta mayor del Coricancha y entraron en él pisoteando los escudos y rompiendo a martillazos los tesoros antiguos. Los árboles y las flores de oro puro, las imágenes de plata y turquesa, las vestiduras santas, todo fue destrozado en cuestión de minutos por los intrusos. A golpes de hacha, arrancaron también las placas de oro que recubrían las paredes. No satisfechos, se lanzaron al pillaje de las reliquias más sagradas de este pueblo: las tumbas de sus antepasados. En la penumbra del santuario, las momias de los reyes fueron profanadas, los collares y las diademas saqueados, y todas las maravillas guardadas cuidadosamente durante generaciones acabaron en un improvisado horno de fundición para ser convertidas en barras de oro y plata.
Los responsables de estos sacrílegos hechos iban capitaneados por un individuo de mediana estatura, color cetrino, algo más de 50 años, que responde al nombre de Francisco Pizarro, un analfabeto criador de cerdos en España, bien conocido por sus desmanes desde que llegó a estas tierras del Perú.
Nadie verá más el Templo del Sol. Ya no existe. Un viejo sacerdote inca, con la voz todavía entrecortada por las lágrimas, nos decía:
VIEJO INCA —Quedamos huérfanos. Nos robaron el sol. Ya nunca va a amanecer.
INTERLOCUTOR —El 15 de noviembre de 1533, el conquistador español Francisco Pizarro entró en el Cuzco con su tropa. Después de destruir el Templo del Sol y de arrasar también los otros palacios, se repartieron lo robado: cada jinete recibió 6 mil pesos de oro puro; los soldados de a pie, 3 mil. Los que hoy visitan el Cuzco, sólo alcanzan a ver las bases de los edificios, las piedras desnudas de la que fue la Ciudad Sagrada del gran imperio inca. Hace 500 años... ni a los dioses respetaron. Tal vez la historia esté al revés.