LOCUTOR —¡Ultima hora! ¡Aparece decapitado Pizarro el Joven en Jaquijaguana! ¡Ultima hora! ¡Macabro hallazgo! ¡El tan buscado Pizarro el Joven, autor del degüello de Núñez Vela, aparece ahora, a su vez, degollado!
LOCUTORA —Se trata, presumiblemente, de un nuevo ajuste de cuentas entre las dos poderosas bandas, la de los Almagro y la de los Pizarro. Y aunque esta espiral de venganzas aún no ha terminado, tenemos aquí para ilustrar la noticia unas grabaciones espeluznantes enviadas en la noche de ayer por un colaborador anónimo. No damos opinión. Damos hechos.
LOCUTOR —Para comprender mejor la muerte de hoy, la de Pizarro el Joven, hay que remontarse al primer Pizarro, a Francisco, hijo bastardo de un tal Pizarro el Largo, que todavía es buscado en Italia.
LOCUTORA —La carrera delictiva del mencionado Francisco comenzó cuando con un hacha le cortó la cabeza a otro Núñez, al bien conocido en Panamá Núñez de Balboa. Después de esto, Francisco Pizarro se embarcó hacia el Perú en donde penetró por la frontera norte.
LOCUTOR —Son para escribir un libro las fechorías de Francisco Pizarro en estas tierras: robó, violó, delinquió y llegó a controlar extensas zonas del país. Escuchen ahora esta reveladora grabación:
DIEGO —Uno de los dos sobra. O Francisco o yo.
LOCUTORA —La voz amenazante que han escuchado es la de Diego de Almagro, o el tuerto Almagro, como le decían los suyos desde que un flechazo le reventó el ojo derecho. Diego de Almagro no se conformaba con su negocio en Chile. Ambicionaba el Perú de los Pizarro.
FRANCISCO —Hernando, ese tuerto conspira. Ocúpate de él.
LOCUTOR —Diálogo siniestro entre Francisco y su hermano Hernando, grabado cuando ambos, ocultos tras sombreros de fieltro negro, asistieron al entierro de Atahualpa, una de sus víctimas.
HERNANDO —Ya hueles a muerto, Diego.
LOCUTORA —Después de degollar a Diego de Almagro, como acaban de escuchar, Hernando, hermano de Francisco, escapó a su tierra y fue a dar con sus huesos a una mazmorra española. Los Almagro juraron venganza:
ALMAGRO —Dieguito, tu padre se retuerce en la tumba. Que no escape ningún Pizarro.
LOCUTOR —Dieguito, alias Diego el Mozo, vengó la sangre de su padre asesinado por Francisco.
DIEGO —¡El que la hace la paga, cabrón!
LOCUTORA —Disculpen las groserías que aparecen en la grabación, ajenas a nuestra voluntad, pero imprescindibles para darnos una idea exacta de la violencia con que operan las dos bandas.
LOCUTOR —Pero sigamos nuestra historia. La madeja se enredó más cuando Diego el Mozo se hizo con el control de Lima. Es entonces que aparece en la escena criminal Cristóbal Vaca de Castro quien, en una operación relámpago, liquidó a Diego el Mozo.
VACA DE CASTRO —¡Ojo por ojo y canalla por canalla! Uff... ¡Al fin libre de los Almagros!
LOCUTORA —Y es aquí que entra en acción Gonzalo Pizarro, o Pizarro el Joven, protagonista de la noticia con que abrimos este espacio y que esperaba, degollando al tal Núñez Vela, hacerse nuevamente con el control de la plaza de Lima. Eso esperaba. Pero hoy, lunes 9 de abril de 1548, Pizarro el Joven está subiendo al patíbulo para ser, a su vez, degollado.
LOCUTOR —Ironías de la vida gangsteril... Nos acaban de informar que este último de los Pizarro será enterrado en el Cuzco, junto a la tumba de los Almagro. Dios los cría y el diablo los junta. Los junta y se los lleva.
INTERLOCUTOR —Los hechos, los datos, los nombres y hasta los apodos son auténticos. Pero esta no es una historia de gansters en Chicago. Es la historia de algunos de los más «ilustres» conquistadores españoles que anduvieron por nuestras tierras en el siglo 16. Es curioso: hace 500 años fueron ellos quienes dijeron que en América había caníbales.
Tal vez la historia esté al revés.