LOCUTOR —¡Extra, sucesos! ¡Parricidio conmueve al Paraguay! ¡Esposa mata por la espalda a su marido y luego escapa! Asunción. Paraguay. El distinguido hacendado español don Nuño de Cabrera murió anoche a manos de su propia esposa Juliana sin que se conozcan hasta el momento los móviles del crimen. A la espera de tener mayores datos, podemos preguntarnos: ¿qué pudo llevar a una mujer seguramente rodeada de comodidades a deshacerse violentamente de su marido, uno de los hombres más conocidos de la ciudad? ¿Qué pasión secreta movería a doña Juliana a cometer un crimen que la enfrentará sin duda a la justicia de los tribunales? Y, amigos radioescuchas, desde el mismo lugar de los hechos, desde la ciudad de Asunción en Paraguay, una oyente nos está llamando para ampliar esta información. Adelante, señora, la escuchamos, díganos todo lo que sabe...
PARAGUAYA —Lo que yo sé es que ustedes no saben nada de nada de lo que está pasando en el Paraguay, porque ni la Juliana tenía comodidades ni era la «esposa» de ese señor, ni era «doña», ni ese señor era distinguido, sino un bandido, ¡ni eso fue un crimen ni aquí hay justicia que valga...!
LOCUTOR —Tranquila, señora. Hable, pero tranquila...
PARAGUAYA —¿Quiere que hable? Pues óigame. Desde que estos «distinguidos españoles», como ese tal Nuño de Cabrera llegaron a Paraguay, este país es un infierno, un infierno. Ellos venían buscando oro y más oro. Y como aquí no hay oro, pues entonces, mujeres. A robarse mujeres de todos los poblados, y a violarlas, y a llevárselas para sus haciendas, y tener allí el montón de mujeres, los asquerosos, y después a comprarlas y a venderlas como si fueran ganando, o a apostárselas en las tabernas, porque los españoles llevan a las mujeres sin ropa a las tabernas y se las juegan a los dados. ¿Cuántas mujeres, cuántas «esposas» cree usted que tienen esos «distinguidos españoles»? 80, 100 mujeres cada uno. Las tienen trabajando durante todo el día en el algodón, en la caña... y a la noche, ya usted sabe... Aquí no hay ninguna «esposa», aquí todas sus «esclavas».
LOCUTOR —Entonces, esa Juliana que...
PARAGUAYA —Juliana se cansó de eso. Juliana era una más en el corral de esclavas del Nuño Cabrón ése. Pero se las hizo pagar bien caras. Señores periodistas, estas son las noticias que ustedes tendrían que dar.
LOCUTOR —Una última pregunta, señora. ¿Usted pertenece tal vez a... a alguna organización feminista?
PARAGUAYA —No, señor, yo no pertenezco a nada. Yo soy una indígena guaraní que vivía en un corral de esclavas de otro patrón español. Pero desde que Juliana hizo lo que hizo, ya las demás aprendimos.
INTERLOCUTOR —Esta noticia es vieja, es de 1556. En aquellos años de la conquista y la colonia, en el Paraguay y en todos nuestros países de América Latina nacieron muchos mestizos, hijos de españoles y mujeres indígenas. Hijos de la violación, hijos de la violencia.
Durante 500 años nos han hablado de una generosa mezcla de sangres y de razas... Tal vez la historia esté al revés.