LOCUTOR —¡Ultima hora! ¡Noticia de última hora! ¡Incendiada la mayor biblioteca de América! ¡Ayer, en horas de la noche, fue devorada por las llamas la biblioteca de Yucatán considerada por los sabios e historiadores como la más completa colección de literatura y ciencia del continente americano! Libros de medicina, matemáticas, geografía, cálculos astronómicos, documentos pictográficos, manuscritos de un valor incalculable, todo ha quedado reducido a un montón de cenizas.
LOCUTORA —La noticia ha causado una verdadera consternación en todo el mundo. Consternación e indignación, al saberse, a las pocas horas del siniestro, que se trata de una acción provocada. Aunque esta emisora no cuenta con reporteros en Yucatán, acabamos de recibir desde el mismo lugar de los hechos un testimonio de extraordinario valor informativo. Porque un periodista está allí, en el momento y en el lugar precisos. Y pudo grabar estos reveladores fragmentos:
REPORTERO —... Aquí hay cientos, miles de indígenas. Se han reunido en la plaza de esta ciudad de Yucatán cuando se enteraron que el fraile estaba pisoteando los libros. Son los libros de sus antepasados, los códices, los manuscritos antiguos... Nos informaron que en estas últimas semanas este cura español se dedicó a registrar todos los templos de la zona, los santuarios mayas, donde desde hace generaciones se guardan las colecciones de libros, los ha confiscado todos y ahora los tiene amontonados aquí, en el centro de la plaza, tirados por el suelo... El cura con su sotana negra va de un lado a otro como enloquecido gritándoles a los indígenas...
LANDA —¡Basta ya! ¡Me dan náuseas estos libros de ustedes llenos de blasfemias, de irreverencias, de mentiras, de veneno...! ¡Los he estado buscando hasta el último rincón de la tierra! ¡Y ya los tengo aquí todos! ¡Porquerías! ¡Los que escribieron estas porquerías están ya en el fondo del infierno, ardiendo en el fuego para siempre! ¡Que se vayan estos libros con ellos! ¡Fuego! ¡Fuego!
REPORTERO —No podemos creer lo que vemos... Con una tea ardiendo el cura está quemando los libros. Esto puede terminar mal... Los indígenas intentan romper el cerco... pero hay guardias con lanzas y con espadas, hay perros... La gente no puede hacer nada... Las llamas avanzan, poco a poco van consumiéndose los pliegos de los códices, los dibujos de colores, las antiguas páginas de corteza... Algunos indígenas se han tapado la cara para no ver... Todo es ya una sola llamarada que sube al cielo...
LOCUTORA —Ayer, en el poblado de Maní, al norte de Yucatán, un sacerdote convirtió en cenizas 800 años de literatura maya. De la civilización más avanzada que hubo en América antes de llegar los españoles no queda ya ni una página. Ni una letra. Se ha perdido para siempre.
INTERLOCUTOR —Estos hechos sucedieron en la noche del 12 de julio de 1562, en Maní, Yucatán. Quien quemó los libros fue el sacerdote español Diego de Landa. Desde hace 500 años quieren quemar también nuestra memoria... Tal vez la historia esté al revés.