LOCUTOR —¡Urgente! ¡Urgente! ¡Gobierno español implicado en narcotráfico! Un cable de última hora confirma la responsabilidad de la Corona Española en una extensa red de estupefacientes. La ruta de la droga es, según todos los indicios, Perú-Bolivia.
LOCUTORA —Y ya tenemos en línea a Perú, concretamente a la ciudad andina de Cuzco, donde se destapó el escándalo. A ver, Cuzco, amplíanos detalles sobre la conexión española.
CUSQUEÑO —Aquí muchos hablan ya del cártel español del Cuzco. Porque no son 10, ni 20, sino 400 —oye bien— 400 ciudadanos españoles que residen en esta ciudad los involucrados en la compra, venta y tráfico de la coca.
LOCUTORA —¿Y a dónde envían la droga? ¿Ya se sabe?
CUSQUEÑO —A Bolivia, naturalmente. El puente es Chuquisaca. Allí está el gran negocio.
LOCUTORA —Llama a Bolivia, de prisa... Gracias, Perú, y quédate en línea, por si acaso... ¿Ya tenemos Bolivia?... Un momento... Estamos tratando de conseguir Bolivia, pero... ¡Conexión ya con Chuquisaca!... ¿Me escuchas bien?
CHUQUISAQUEÑO —Señal perfecta. Cambio.
LOCUTORA —Dame información sobre esa red de la droga que acaban de descubrir y en la que España estaría complicada.
CHUQUISAQUEÑO —Bueno, aquí no se ha descubierto nada. No hay que ser detective para darse cuenta de los cargamentos de coca que pasan a diario por el camino que sube al altiplano. ¿Y quién no sabe aquí que es la colonia española quien controla todo este movimiento?
LOCUTORA —¿Un cálculo aproximado de la cantidad de droga que pasa por la ciudad?...
CHUQUISAQUEÑO —Aproximado, no. Te doy cifras exactas. El año pasado, por ejemplo, el alijo fue de cien mil cestos. Cien mil cestos equivalen a dos millones de libras de hojas de coca. ¡Calcula lo que esto representa!
LOCUTORA —¿Y a dónde va toda esa cantidad de coca?
CHUQUISAQUEÑO —¡A dónde más que a Potosí! ¡A las minas de plata!
LOCUTORA —Quédate en línea, Chuquisaca, por si necesitamos más detalles... Búscame Potosí... Amigos radioescuchas, estamos intentando entrar por una línea privada a la ciudad boliviana de Potosí... No siempre los teléfonos funcionan con la urgencia que requiere la información... Creo que ya establecimos contacto... A ver, Potosí, ¿han sido capturados ya los narcotraficantes?
POTOSINO —¡Qué capturados! ¡Pero si son las mismas autoridades coloniales españolas las que venden y reparten la coca! ¿Cómo crees que los españoles hacen trabajar a los indios mineros? Los capataces llevan a los indios a la mina de plata borrachos, drogados... Si no, ¿cómo aguantarían seis días seguidos sin salir de esos túneles arrancando el mineral? No les dan de comer, pero les hacen mascar coca.
LOCUTORA —Hemos leído en algunos cables que la Iglesia tiene algo que ver en todo esto... ¿Es cierto?
POTOSINO —Algo no. Mucho. ¿De dónde crees que sale la renta del Obispo y de los canónigos del Cuzco? ¡Del diezmo de la coca! Ellos se quedan con el 10 por ciento del negocio.
LOCUTORA —Sorprendentes revelaciones, amigos oyentes. Potosí, Chuquisaca, Cuzco... ¿estas informaciones están confirmadas?
CUSQUEÑO —Sí, están confirmadas.
CHUQUISAQUEÑO —Confirmadas.
POTOSINO —Confirmadas.
INTERLOCUTOR —Confirmado, sí. Todo eso está escrito. Todo eso pasaba en el siglo 16 y en el 17. La hoja de la coca se conocía y se usaba en el imperio de los incas. Pero fue España, la colonia española, la que fomentó el consumo a gran escala de esta droga para el trabajo de las minas.
Hace 500 años el fin de la plata justificaba el medio de la coca... Tal vez la historia esté al revés.