LOCUTOR —¡Ultima hora! ¡Información de última hora! ¡Se prohíbe bailar en el Perú! Repetimos: nos llega un cable tan urgente como sorprendente con la noticia de que la Iglesia y el Gobierno peruanos, de común acuerdo, han decidido prohibir —óigase bien— ¡prohibir cualquier tipo de bailes o danzas en lugares públicos! ¡Ultima hora!
LOCUTORA —La noticia nos agarra tan desprevenidos que estamos...
LOCUTOR —Consígueme Lima, por favor...
LOCUTORA —Estamos intentando una conexión con Lima, capital de Perú. Tal vez todo sea una broma de mal gusto de algún radioaficionado... Aló, Lima, Lima... ¿me escuchas bien?
PERUANO —Perfectamente.
LOCUTORA —A ver, Lima, confírmanos si podemos dar crédito a los cables que nos han llegado sobre una supuesta ley antibaile.
PERUANO —Así es. Todavía sin acabar de creérselo, la población limeña amaneció hoy como de luto. De luto pero sin muerto. La ciudad está en silencio. El arzobispo de aquí ha conseguido que el gobierno prohiba todo tipo de bailes populares.
LOCUTORA —Pero, ¿cuál es el motivo? ¿Es que al arzobispo no le gusta bailar o qué...?
PERUANO —Ni bailar ni cantar.
LOCUTORA —¿Cómo dices?
PERUANO —Que también prohibió la música popular. Y a rajatabla. El que ande por la calle tatareando algún huayñito lo meten preso.
LOCUTORA —Pero será alguna canción en concreto, alguna más picante, tal vez ésta que está ahora tan de moda, la de...
PERUANO —No, todas. Todas. Para la Iglesia y el Gobierno de aquí todas las que canta el pueblo son vulgares y fomentan, como dicen ellos, «los vicios y la inmoralidad». Y aunque no lo creas, los guardias están allanando las casas, requisando los instrumentos de música y llevándolos a quemar.
LOCUTORA —¿A qué?
PERUANO —A quemar. Candela, fuego. Aquí en la esquina, cerca de donde te hablo, está ardiendo una fogata de tambores, de zampoñas, de flautas, de quenas... todo, todo ardiendo por aquello de matar al perro para acabar con la rabia.
LOCUTORA —¿Y la gente qué dice? ¿Se conforma?
PERUANO —No se conforma, pero qué remedio les queda si les han prohibido hasta la ropa?
LOCUTORA —¿Cómo que... de qué me estás hablando?
PERUANO —No sé si ya les llegó a ustedes la información de que el gobierno también exige a todas las mujeres indígenas de aquí que se vistan con vestidos iguales a los de las campesinas españolas. Y que se cambien de peinado: todas tienen que ir ahora con raya al medio según la costumbre española. ¿Quieres saber más? Se les ha prohibido a los indígenas hablar en su lengua, en el quechua, ¿me oyes? Sólo en castellano pueden hablar. Sólo en idioma español porque el gobierno español así lo manda en el Virreinato del Perú.
INTERLOCUTOR —Así fue. A comienzos del siglo 17, el arzobispo de Lima le prohibió bailar y cantar al pueblo indígena de Bolivia, de Ecuador, de Perú. A fines del siglo 18, el rey español Carlos III volvía con las mismas prohibiciones. No se podía hablar en quechua ni en aymara ni en ninguna lengua que no fuera la española.
Durante 500 años han querido quitarnos la risa y la palabra. Tal vez la historia esté al revés.