LOCUTOR —¡Extra-sucesos con la nota más remota! ¡Estremecedores informes tras descubrimiento de isla habitada exclusivamente por perros salvajes! ¡Jaurías de perros carniceros son hoy los únicos habitantes de la pequeña isla Tortuga, al norte de Haití! El sensacional hallazgo, hecho por una periodista que logró llegar en helicóptero a la islita del Caribe y comprobar con sus propios ojos lo que hasta ahora era sólo una leyenda, provocó de inmediato una investigación internacional. Escuchen ahora el primer apunte informativo de esta noticia.
REPORTERA —No hay un alma en la isla. Ni una casa. Ni un sembrado. En 300 kilómetros a la redonda, sólo hemos visto cientos, miles de perros que trotan en manadas a la caza de jabalíes y los devoran en segundos. A la noche, todo se llena con sus aullidos, a veces lastimeros, a veces amenazantes... Ustedes mismos pueden escucharlos... No fue fácil llegar hasta aquí. Para los escasos pobladores de las islas vecinas, este lugar está maldito y ninguno quiere acercarse. Sólo un anciano casi ciego nos acompañó en nuestro viaje y se decidió a hablar anoche con nosotros. Sus palabras hicieron más denso aún el misterio que desde hace años se cierne sobre la isla Tortuga.
REPORTERA —Abuelo, me han dicho que esta isla estuvo muy poblada. ¿Dónde está ahora la gente, a dónde se fue?
VIEJO —Nadie se fue. Murieron. Los mataron a todos.
REPORTERA —Pero, ¿quién los mató?
VIEJO —Los perros. Y los dueños de los perros. Habrá visto usted que ahora comen jabalíes. Antes, comían hombres, mujeres, y hasta niñitos de crianza. Para eso los prepararon sus dueños, para que les gustara la carne de gente.
REPORTERA —¿Y cómo sabe usted estas cosas, abuelo?
VIEJO —El padre de mi padre alcanzó a mirarlas con sus ojos.
REPORTERA —¿Cuántos años tiene usted ahora?
VIEJO —Yo soy del otro siglo.
REPORTERA —¿Qué pasó en la isla Tortuga hace cien, quizá ya 200 años? Esta pregunta y los aullidos de los perros no nos dejaron dormir en toda la noche.
LOCUTOR 1 —Pero la información obtenida por la audaz periodista no sólo abrió interrogantes, sino que puso en movimiento a una serie de expertos que ya han despejado algunas de ellas. Escuchen los primeros y macabros resultados de su investigación.
HISTORIADOR —Podemos afirmar ya con plena certeza que las tropas españolas que invadieron América, trajeron a estas tierras perros mastines entrenados especialmente para atacar, perseguir, descuartizar y devorar seres humanos. Y que estas bandas de perros actuaron en todas las islas del Caribe, en Centroamérica, en México, Colombia y en la zona andina. El número de indígenas que fue «aperreado», como se decía entonces, resulta incalculable. Nunca podremos tener esas cifras. Los que hoy se han adueñado de la isla Tortuga son los hijos de los hijos de aquellos perros asesinos.
INTERLOCUTOR —Auténtico. Es una noticia de finales del siglo 16. Mucho se ha hablado de los destrozos que hicieron los caballos de los conquistadores entre nuestros indígenas, que no conocían estos animales. Pero mucho más terribles que los caballos fueron los perros entrenados para matar. Algunos de ellos, hasta se hicieron famosos y sus nombres pasaron a los libros. En 1511, se hablaba del perro Becerrillo, el peor enemigo de los indios de Puerto Rico, que recibía doble paga que un soldado. Años después, Leoncico, su hijo, descuartizaba indios en Panamá, y cobraba parte de su sueldo en oro y parte en indios para devorar. Hace 500 años, los perros. Ahora, los amos. Tal vez la historia esté al revés.