FECHA: 26 de febrero de 2018
REDACTOR: Martha Gómez Ferrals
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: Carlos Manuel de Céspedes ante el abismo.
El 27 de febrero de 1874, en el recóndito rancherío de San Lorenzo, Sierra Maestra, libró su último y solitario combate el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes.
Aquel cuerpo que cayó al abismo, a cuyo borde llegó buscando una vía de escape a la encarnizada persecución de soldados españoles, fue el de un hombre que se defendió y luchó, revólver en mano, hasta el último minuto.
No se suicidó, a contrapelo de lo que pudiera sugerir el certero disparo al pecho, justo en el lado izquierdo, que lo derribó, y a pesar de que él juró algún día que nunca caería vivo en manos del enemigo. El informe pericial y forense realizado por las autoridades coloniales, luego de rescatar el cadáver de la sima, con el cráneo hundido y un ojo amoratado por la terrible caída y la descripción de los oficiales en torno al suceso, dan fe de que no se rindió.
Radicado en San Lorenzo desde el 23 de enero de ese mismo año, todavía se discuten hipótesis de cómo los españoles descubrieron su último refugio. Si fue un hecho casual o una delación.
El 27 de octubre 1873 un conciliábulo realizado por la Cámara de Representantes, que era algo así como el parlamento de la República en Armas, en Bijagual, en el oriental territorio de Jiguaní, cesó a Céspedes en su cargo de presidente de la República.
Las intrigas del divisionismo, el caudillismo, extremo regionalismo, envidias y enconos, en fin, de la traición, triunfaron sobre el decoro que muchos patriotas tenían, y disfrazadas de legalidad lo acusaron de nepotismo y métodos dictatoriales.
Con ello justificaron la deposición del hombre que diera el grito de Independencia o muerte y alzara a una nación en combate por la libertad, el 10 de octubre 1868.
Céspedes, y todo el que ha estudiado su ideario lo sabe, en condiciones de paz y ya con el colonialismo y la esclavitud erradicados por siempre, preconizaba el total predominio de una república libre y justa, con iguales derechos para todos.
Se sabe que tras la conjura de la Cámara en 1873, humillaron a Céspedes obligándolo a marchar en la retaguardia de la tropa, sin poder moverse, adonde quiera que esta fuera, durante un mes. Se le despojó inmediatamente de su escolta y de sus ayudantes y luego, tras concederle esperanzas de que tal vez pudiera reunirse con su familia en el exilio, se le denegó el permiso. Y él lo acató todo como el más fiel soldado, con una disciplina impuesta por su propia conciencia, más que por la ignominia que contra él se cometió.
Como un crimen político se calificó alguna vez la alta traición protagonizada por la Cámara en Bijagual. El Diario perdido que manos amigas hicieron llegar muchos años después al doctor Eusebio Leal y que este publicara en 1992, consigna la opinión del prócer sobre sus principales enemigos, escrita muy poco antes de su muerte. ¿Premonición? Tal vez, pero no lo parece. Más bien era conciencia del desenlace que en cualquier momento tendría la infamia contra él urdida.
Fue un comentario de Martha Gómez Ferrals en la voz de… y la realización de…
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