08-Audio: Est. Historias de Vida Mientras Leo
Chavela Vargas no se llamaba Chavela ni era mexicana. Pero su nombre estará siempre ligado a la historia musical de ese país que la acogió con los brazos abiertos a los 17 años, cuando la necesidad de buscar su propia libertad la empujó a dejar atrás su Costa Rica natal y una familia que nunca le demostró cariño.
El 17 de abril de 1919 venía al mundo María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano.
A partir de 1942 condensó ese nombre tan largo y poco favorecedor por el de Chavela. Desde los 8 años cantaba en casa y en la escuela. No jugaba con las muñecas como las otras niñas. Era triste y soñadora que provenía de una familia religiosa con demasiados prejuicios.
En los años cuarenta empezó tocando en el club más elegante de México. Se puso tacones, se soltó la melena y se maquilló...para acabar tropezándose en el escenario. “Vestida de mujer parecía un travesti”, recuerda.
Entonces se enfundó unos pantalones, algo que no era normal en aquellos tiempos, se cortó el pelo, se colocó un poncho y el público enmudeció.
09-Audio: No Volveré-Chavela Vargas Queda de fondo
Actuaba en clubs y cabarets, nunca en grandes teatros. A través de un amigo pintor conoció a Frida Kahlo y presintió que podía amar a esa especie de “golondrina” que no era de este mundo. La pintora se quedó fascinada ante su canto y entablaron una relación que no fue a más por las ansias de libertad de la cantante.
Cuenta la leyenda que tuvo infinidad de amantes, entre ellas muchas famosas y esposas de políticos e intelectuales que acudían a escucharla. Una de ellas fue la novia del influyente empresario Emilio Azcárraga, que vetó su carrera musical al sentirse ultrajado.
También sufrió mucho y la soledad se convirtió en su compañera más fiel. Lloró la pérdida de José Alfredo y su adicción al alcohol la apartó del público y dejaron de contratarla.
Sin dinero y sola cayó en el olvido; bebió sin parar y vivía de la caridad de sus amistades
Un empresario español la ficha para cantar en la sala Caracol de Madrid y en la capital española escribe la segunda parte de su carrera. Pedro Almodóvar ejerce de padrino y amigo. En España empezó una nueva y fructífera etapa y fue feliz. Por fin actuaba en teatros y pudo regresar a México por todo lo alto para que el público se estremeciera escuchándola en el Palacio de Bellas Artes. Luego vinieron los problemas de salud, la silla de ruedas y las ganas de morirse sobre las tablas. En la Residencia de Estudiantes de Madrid ofreció su última actuación. Aguantó al pie del cañón hasta los 93 años.
La dama del poncho rojo cantó para todas las mujeres del mundo con su voz rota y desgarrada. “Me llamo Chavela Vargas. No se les olvide”, repite a un público que no ve y que la observa al otro lado de la pantalla. Imposible olvidar su nombre, así como el espíritu libre y atormentado que derrochó esta leyenda que pedía luz de luna para su noche triste.
10-Audio: En el Último trago-Chavela Vargas 03.32