FECHA: 15-12-16
REDACTOR-(A): Carlos Barrueco Ríos
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: ¡Algo cambió en Santiago!
Ahora que los restos mortales del Comandante en Jefe Fidel descansan en la heroica Santiago de Cuba renacen en mi memoria los acontecimientos ocurridos aquel primero de enero de MIL 959.
El día llegó más temprano que de costumbre, la noticia corría de boca en boca: ¡Se fue Batista! ¡Batista huyó! Para muchos, el TREINTA Y UNO de diciembre pasó sin penas ni glorias, no había por qué festejar, ni con qué hacerlo tampoco, pues el pueblo se sumía en la más horrible de las miserias.
Recuerdo que el primer día del año, al salir de la casa con mi padre un vecino le comunicó la noticia, exponiéndose a ser descubierto, lo había escuchado durante la madrugada por la Radio Rebelde, la emisora fundada por Ernesto Che Guevara, y que desde la Sierra Maestra informaba al pueblo cubano sobre los verdaderos acontecimientos y pormenores de la guerra.
Un rápido recorrido por la ciudad nos llevó hasta la bocacalle que comunica a la avenida Victoriano Garzón con la entrada de la otrora Posta tres del entonces Cuartel Moncada, por donde entraron los asaltantes aquel 26 de julio de MIL 953.
Allí estaban los guardias, pero algo raro sucedía. Tenía yo apenas ocho años y en mis pocos conocimientos de la verdadera magnitud de los hechos que acaecían en el país, algo desconcertante llamaba mi atención.
Un grupo de personas decían cosas frente a los militares, saltaban, festejaban, y gritaban: ¡Viva Fidel! ¡Abajo la dictadura! era un verdadero desafío. Los soldados, en una actitud desconocida, se mantenían impasibles a pesar de la fama que tenían de criminales, abusadores, intolerantes y asesinos...
Continuamos nuestro andar, y en la calle Carnicería, entre Enramadas y la no menos popular Aguilera, se encontraba una de las más conocidas estaciones de policía de Santiago de Cuba. Allí ocurría algo que nunca he olvidado.
Jóvenes con brazaletes del 26 de Julio y algunas armas largas desarmaban a los policías que se encontraban en las afueras de esa estación, adonde cada día eran conducidos, interrogados, vejados, maltratados, y hasta asesinados los revolucionarios que luchaban de forma clandestina en las calles santiagueras.
Era como si se estuviera llevando a cabo una transferencia de mando, sin violencia, sin luchas, sin más derramamiento de sangre.
Fue la primera parte de un comentario de Carlos Barrueco, en la voz de…
ACN RADIO