FECHA: 1ro de diciembre de 2017
REDACTOR: Martha Gómez Ferrals
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: Expedición del yate Granma: causas y azares
El 25 de noviembre de 1956 la expedición del yate Granma salió del embarcadero del río Tuxpan, México, dirigida por el joven revolucionario cubano Fidel Castro, y formada por 82 inspirados patriotas dispuestos a morir por la liberación de su país, para hacer y cambiar la historia.
Quiso el azar que 60 años después, el 25 de noviembre de 2016, el ya por siempre Comandante en Jefe Fidel Castro, falleciera en La Habana. Muchos vieron en esa coincidencia ocurrida por las espirales del tiempo, hermosas señales de inspiración para que los cubanos continúen su camino de luchas y esperanza.
Los expedicionarios del Granma se organizaron y prepararon, alrededor de Fidel, desde tierra azteca, a donde los llevó el exilio obligado, tras su excarcelación en 1955. Las armas, para la instrucción militar, se consiguieron a través del mexicano Antonio del Conde “El Cuate”. Tras la aprobación de Fidel, el propio Antonio compró el navío construido en 1943, hecho de madera y motor de aceite.
La expedición iniciaba su viaje el 25 de noviembre de 1956, bajo lluvia y con las luces apagadas, por el curso del río, tras burlar la vigilancia de los marítimos mexicanos salieron mar afuera, donde enseguida se hizo sentir un fuerte oleaje y el batir de los vientos. Fue la primera prueba, sino de fuego, de voluntad, para los revolucionarios, pues solo contados tenían pericia marinera. Ernesto Guevara, quien iba como médico de la expedición, describió la situación que imperaba en el yate: “…el barco presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago…”
Ya distante la costa de la hermana nación encendieron las luces y cantaron con el Himno Nacional de Cuba, la Marcha del 26 de Julio y gritaron a voz viva consignas revolucionarias. Armados, ante cualquier peligro, prosiguieron su viaje por el Golfo de México entre el 25 y 27 de noviembre.
El navío penetró en el mar Caribe el 28 en la madrugada. Ya el 30 de noviembre era seguro que se mantenía el rumbo correcto hacia la isla. Por la radio del yate se enteraron de la noticia del levantamiento de Santiago de Cuba, en apoyo al desembarco, previsto para ese día.
En la madrugada del 1ro de diciembre, el expedicionario Roberto Roque, quien avistaba en cubierta, fue lanzado al mar por una fuerte sacudida de la embarcación. Fidel ordenó apagar los motores y priorizó el rescate del compañero, lo cual se logró tras una azarosa búsqueda, casi sin esperanzas.
Las luces del faro de Cabo Cruz aparecieron una hora después. Pero ciertas dudas con la carta náutica los hizo cambiar de decisión sobre el desembarco y lo planearon para otro punto de la costa de Niquero. A 2 kilómetros de la playa Las Coloradas, por donde iban a desembarcar, encalló el Granma, lo cual obligó a adelantar el desembarco, cerca de las 7 de la mañana del 2 de diciembre. Era urgente abandonar la nave pues las fuerzas de la tiranía estaban avisadas y cumplían un operativo en su persecución.
Los expedicionarios tardaron horas en salir de una ciénaga costera en la que cayeron. Tuvieron que abandonar en ese trayecto parte del equipamiento. La tupida maraña de mangles los ocultó de los vuelos rasantes de la aviación batistiana.
Así el Granma, su líder y los sobrevivientes de la expedición, sembraron la semilla de la nueva guerrera necesaria por la libertad en las montañas de la Sierra Maestra. La promesa de llegar había sido cumplida, contra viento y marea, literalmente, y contra la metralla enemiga también. El resto, también pertenece a la historia, pero debe ser contado en otro momento.
Fue un comentario de Martha Gómez Ferrals en la voz de..
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