FECHA: 21 de diciembre de 2017
REDACTOR: Lucilo Tejera Díaz
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: Ignacio Agramonte: llamarada de la Patria.
"… en Bonilla se portó Ignacio muy valiente y bien; en un principio rechazó a más de media docena de soldados que intentaron llegar hasta él, mas habiendo sido herido levemente, su primo y concuño Eduardo (Agramonte Piña), muy al principio de la acción, dejó el campo para acompañarle y llevarle.”
Quizás sea esta la primera referencia en el orden militar en que se haya mencionado a Ignacio Agramonte y Loynaz durante la guerra por la independencia de Cuba contra el colonialismo español. La acción fue la primera librada por las huestes mambisas que unos días antes, el 4 de noviembre de 1868, se habían lanzado a la manigua redentora, secundando la clarinada de Carlos Manuel de Céspedes.
A partir de este enfrentamiento bélico, Agramonte inició un ascenso constante en el quehacer militar que lo llevó a ostentar el grado de Mayor General del Ejército Libertador y ser uno de los principales líderes políticos de la insurrección hasta su muerte en combate el 11 de mayo de 1873 en el potrero de Jimaguayú, al sur de Puerto Príncipe. Entonces Ignacio tenía solo 31 años.
El joven se hizo general e impuso una férrea disciplina militar en la tropa que comandaba en el Camagüey, disciplina que él acataba el primero, y con orden creó una fuerza temible para los colonialistas. Martí lo llamó Diamante con alma de beso; Fidel insuperable valladar,ante la discordia, la sedición y la desorientación; y sus soldados sencillamente como El Mayor.
Se distinguió, además, por su fidelidad personal y patriótica. Lo demostró en la fidelidad eterna que le juró a su amada Amalia Simoni, y a la jefatura de la Revolución, al presidente Céspedes.
La lucha por la independencia lo vio empinarse una y otra vez ante las adversidades propias de una contienda bélica con tropas no profesionales insuficientemente armadas frente a un ejército bien formado, experimentado y mejor avituallado.
Un ejemplo: en 1870 las acciones habían decaído por la operación hispana conocida por Creciente de Valmaseda, y la situación era muy difícil para los independentistas, asediados por la falta de recursos bélicos y la amenaza de los peninsulares. A pesar de tal estado de cosas, las perspectivas eran buenas para el campo libertador, y por ello Agramonte y sus subalternos eran perseguidos con saña por numerosas columnas enemigas, pero sin lograr cercarlos y derrotarlos.
Viendo la fuerza con que resurge la revolución en Camagüey, las autoridades colonialistas optan por disuadir a Agramonte de persistir en la guerra y mandan emisarios al campo rebelde. Allí surgió la conocida frase del jefe mambí cuando le preguntaron con qué contaba para continuar las hostilidades: “¡Con la vergüenza de los cubanos!”
Y siguió la guerra, que llegó semanas después a la memorable acción del rescate del brigadier insurrecto Juio Sanguily, prisionero de una tropa varias veces superior a la mambisa, a la que atacó con una carga dirigida y protagonizada por el propio Agramonte, el general de primera línea.
Fue un comentario de Lucilo Tejera Díaz …en la voz de..
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