FECHA: 25 de octubre de 2019
TEMA: Cómo el sueño nos llevó a la cúspide de la evolución
REDACTOR: Alain Amador
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN.
LOC: El neurocientífico británico MATTHEW WALKER, profesor en la Universidad de California en Berkeley, se considera un enamorado del sueño.
No solo del suyo. Dice que se concede a sí mismo la oportunidad no negociable de dormir ocho horas cada noche, sino de todo lo que dormir nos proporciona.
Desde hace dos décadas, ha dedicado toda su carrera de investigación a desentrañar por qué y para qué entramos en un estado que, como explica, tiene todo el aspecto de ser el más absurdo de los fenómenos biológicos y uno de los más desconcertantes comportamientos humanos.
Cuando dormimos, no podemos buscar alimento ni socializar ni reproducirnos y, peor aún, nos deja indefensos, vulnerables a la depredación. Y, sin embargo, es indispensable.
En su bestseller internacional «Por qué dormimos», WALKER, también director del Centro para la Ciencia del Sueño Humano, desentraña los misterios de la compleja maquinaria del sueño desde sus orígenes evolutivos.
Y, propone una teoría fascinante: pasar de dormir en los árboles a hacerlo sobre el suelo fue precisamente el factor que nos permitió desarrollar todas nuestras capacidades sociales, emocionales y creativas y llegar a la cúspide de la pirámide de la evolución.
Sin embargo, otros primates lo hacen en los árboles y raras veces bajan de ellos para echarse una cabezadita sobre la hierba, agrega el científico:
VOZ HOMBRE INGLÉS: “Los grandes simios construyen un nido completamente nuevo todas las noches. Afortunadamente, nosotros no tenemos que montar los muebles del dormitorio diariamente después de cenar, pero ¿no son nuestros parientes más precavidos? ¿Cuándo y por qué razón dejamos nosotros de dormir en las alturas?”
Como explica el autor, los árboles proporcionan un refugio seguro de los grandes depredadores terrestres, y de las pulgas y garrapatas que rondan por el suelo y chupan la sangre.
No sin cierto debate, los investigadores creen que Homo erectus fue el primer homínido en utilizar el fuego, un elemento que nos permitió bajar a tierra firme, relajarnos y mantenernos a salvo.
Las llamas disuadían a los grandes carnívoros, al tiempo que el humo era un eficaz sistema de fumigación que alejaba a los pequeños insectos.
A la conocida fase REM del sueño -que ayudó a desarrollar la conectividad cerebral-, se sumó la creatividad y sociabilidad, lo que nos hizo crecer evolutivamente, concluye el experto.
Novedades de la ciencia y la tecnología por medio de Alain Amador, Yosdani Muñoz y Yasney Crespo.
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