Primero porque el auge nacionalista, proveniente de la pasada revolución mexicana, intentaba forjarse un yo mexicano. Hacerlo significaba negar al otro y los otros aunque provenientes de las mismas raíces también eran los chicanos. Segundo porque era el espejo del fracaso de los ideales progresistas de la revolución mexicana, que si bien había cambiado las cosas, no era rápidamente ni alcanzando a todos los sectores de la población, por lo que nuestros paisanos se veían obligados a emigrar hipnotizados como muchos por el American Dream.
El sueño se convirtió en una pesadilla, nuestros paisanos eran tratados como ciudadanos de segunda, aun cuando se jugaron la vida en las dos guerras mundiales, eran discriminados, no podían aspirar a mejores empleos y les pagaban menos por el simple hecho de ser mexicanos. El sistema gringo se encargo de minimizarlos y reprimirlos, obligándolos a perder su identidad, cómo, a través del idioma. Los niños mexicanos que iban a la escuela tenían que hablar inglés pero también debían olvidar el español que era considerado el idioma de los subdesarrollados. Los padres preferían dejar de lado sus raíces con tal de sobrevivir y no ser marginados.
En medio de esta lucha surgió el personaje del pachuco. Se dice que la palabra pachuco surgió del iniciador del movimiento, un inmigrante proveniente de Pachuca, en el Estado de Hidalgo. También se dice que el origen proviene de que los primeros pachucos estaban en el Paso Texas y que se les llamaba passucos. Chicano, proviene de la palabra Mexicano, con la pronunciación antigua de la x, Mexica, Me- chicano, chicano.
Los pachucos se vestían exageradamente, así se quejaban contra la sociedad que los relegaba y cuya modernidad les era inaccesible. Usaban un lenguaje mezclado, no era ni ingles ni español, castellanizaban vocablos ingleses, decían unas palabras por otras, intentando así afianzar su identidad haciendo grande y llamativo lo poco que quedaba del idioma español que iban olvidando.
Para los mexicanos de este lado significaba un insulto, los veían antipatriotas, indios agringados. Aunque la realidad era totalmente distinta, los de acá se sentían ofendidos, y ese resentimiento que se mitigaba cuando recibían las remezas acentuó una distancia no sólo física sino psicológica y emotiva con los chicanos.
Los chicanos comenzaron a organizarse, a unirse y conquistaron poco a poco un lugar en el vecino país, un lugar suyo, y muy importante, una identidad cuyos íconos también son los nuestros, Villa, Zapata, la virgen de Guadalupe, la batalla del 5 de mayo.
En 1944, el personaje de Tin Tan incomodó a algunos intelectuales como José Vasconcelos que publicó una crítica en el suplemento cultural del periódico Novedades, donde tildó el habla tintanesca como pochismo lingüístico y otros escritores como Salvador Novo defendieron al personaje. Cito Los vituperadores de Tintan yerran el tiro. El buen señor es un efecto no una causa, de una corrupción más grave que simplemente lingüística. Nos molesta porque mientras Cantinflas es la subconsciencia de México, Tintan es su incómoda conciencia (Salvador Novo, Novedades 20 de jun. de 1944).
Con Tin Tan no había melodramas chapuceros o mensajes moralinos y chantajistas. Mientras los intelectuales se debatían entre criticarlo y reconocer su talento, Tin Tan hacía de la suyas, rompía tabúes, ponía en jaque a los lingüistas, y nos hacía reír junto a personajes inolvidables: su carnal Marcelo, Vitola, Tun Tun, Wolf Ruvinsky, Yolanda Montes, Tongolele. Y se nos metía en la conciencia, nutriendo nuestra propia cultura, con una de las más importantes culturas en resistencia, el movimiento chicano.
Guión, grabación y producción: Fuen M. R.
Zacatecas, Zacatecas, México, Oct. 2008