A ustedes yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.
Marcos 1,8
El Evangelio de Marcos no nos habla del nacimiento de Jesús pero sí toma la historia de Juan el Bautista, quien cuenta del inmediato ministerio de Jesús. Juan predicaba el reino de Dios y bautizaba, y el propio Jesús va a ser bautizado por él.
No vemos aquí una rivalidad entre Juan y Jesús sino una conjunción de ministerios y el reconocimiento de que el ministerio de Jesús será el más grande, ya que Jesús bautizará con el Espíritu Santo.
¿Qué genera en nosotros hablar del Espíritu Santo en Adviento? Según el año eclesiástico nos ubicamos en el comienzo preparatorio del ministerio de Jesús. Es una buena oportunidad para detenernos a pensar en la acción del Espíritu de Dios en nuestras vidas, familias y comunidades de fe.
Juan el Bautista nos recuerda, con otras palabras, que el Espíritu Santo es el motor de nuestra vida cristiana. Sin Jesús no somos cristianos. Y sin su Espíritu oramos sin fe, llevamos a cabo actos litúrgicos sin fe, perdemos la alegría de vivir en Dios y nos basamos sólo en nuestras propias fuerzas. Sin el Espíritu de Dios la Iglesia pierde su vigor, su perspectiva y su sentido comunitario. Sin el Espíritu perdemos el alma de la vida en Cristo.
Porque su Espíritu nos une, porque él es vida, amor y libertad, hermano hoy te invito a cantar; me juego por un reino de amor, justicia y paz, hermana hoy te invito a cantar. (Encuentro Juvenil Metodista, Canto y Fe Nº 337).
Wilma E. Rommel – Álvaro Michelin Salomon
Salmo 85,1-2, 8-13; Isaías 40,1-11; 2 Pedro 3,8-15ª; Marcos 1,1-8; Agenda Evangélica: Isaías 63,15–16 (17–19); 64,1–3