¿Acaso no son de Galilea todos estos que están hablando? ¿Cómo es que les oímos hablar en nuestras propias lenguas?
Hechos 2,7
Permítanme compartir una experiencia. Hace unos años, ejerciendo mi ministerio,en diálogo con miembros de la comunidad, se vio la necesidad de celebrar de vez en cuando alabanzas y cultos participativos. Pensé: ¿cómo hago para encontrar temas y formas que me permitan responder a esa demanda? Es más sencillo quedarse con lo que uno conoce.
He aquí la experiencia. En varias ocasiones preparamos celebraciones cambiando el orden de las sillas: una vez para la confirmación, colocamos una mesa grande en medio de la iglesia y las sillas alrededor, para compartir un ágape con cánticos y lectura, para celebrar la Santa Cena. En otra ocasión, para un culto de Pentecostés, utilizamos una larga cuerda.Entre cantos, oraciones, la lectura del texto, esa cuerda fue desarrollando movimientos. También durante la reflexión la hicimos recorrer entre los asistentes formando figuras. Interpretando simbolismos. Al final del culto formamos un círculo, prendidos cada uno de esa cuerda durante la oración de intercesión, y para la bendición,espontáneamente elevamos nuestras manos formando así como un gran envase o embudo abierto dispuesto a recibir la bendición, el regalo de la presencia del Espíritu Santo.
Yo sentí la fuerza del Espíritu en mí, durante la preparación con algunas ideas y durante el culto, con lo que sucedía, porque no todo ni todas las palabras habían sido escritas antes. Fue una celebración muy bendecida, que se desarrolló con armonía y unidad. Muchos de los participantes compartieron también su experiencia vivida con un profundo sentimiento de Pentecostés. El Espíritu Santo nos había hablado “en otro idioma” y todos lo entendimos. De esa manera salimos fortalecidos y más preparados para la misión que le fue encomendada a esa parroquia, en ese lugar.
Ese domingo fue Pentecostés para todos.
¡Les deseo la bendición del Espíritu también a ustedes!
Everardo Stephan
Salmo 104,1.24.29-31.33-34; Hechos 2,1-11; Gálatas 5,16-25; Juan 15,26-27; 16,12-15; Agenda Evangélica: 1 Corintios 2,12–16