En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
Hechos 4,12
Domingo. Unos van a la iglesia, otros prefieren aprovechar el día para dormir y descansar, y están los que se suman a los que llenan los centros de compras para hacer “shopping”.
El versículo es el final de la defensa de Pedro que, junto a Juan, se encuentra ante el consejo que había ordenado su arresto. Los dos, con su prédica y acción solidaria, habían causado mucho “ruido” y desorden. Estaba en peligro, así lo interpretan las autoridades, el orden y la paz. En fin, los dos molestaban, como unos mosquitos a la hora de la siesta.
Sí, hoy es domingo. Debiera ser para todos, -los que van a la iglesia y los que aprovechan el día para otra cosa,- debiera ser una oportunidad para la reflexión: ¿qué es lo que le da sentido a mi vida?, ¿en quién o en qué he depositado mi confianza…?
En la historia de la humanidad sobran los “salvadores”, los que aparecen como de la nada con sus promesas y polémicas. ¿Por qué tienen tanto éxito?, ¿por qué ganan elecciones? Es porque hay muchos que prefieren creer en sus discursos mesiánicos. Son los “populistas” de todos los tiempos y de todos los extractos ideológicos. Se alimentan de las crisis económicas y sociales, de la pobreza y del descontento generalizado.
Jesús, con su “discurso”, en el “sermón de la montaña” solamente consiguió rechazo. Que su palabra transmita vida, dignidad y la paz verdadera, ¿a quién le interesa…? Tal vez a las autoridades que ven una amenaza al orden establecido por ellas mismas.
Señor, verdadero y único Salvador de la humanidad: ayúdanos a distinguir entre lo falso y pasajero, aquello que responde a intereses dudosos, y lo verdadero, lo auténtico, aquello que le da sustento a nuestra vida. Amén.
Reiner Kalmbach
Salmo 118,1.8-9.21-23.26.28-29; Hechos 4,1-12; 1 Juan 3,1-2; Juan 10,11-18; Agenda Evangélica: 2 Corintios 4,16–18