Lo que en Dios puede parecer una tontería, es mucho más sabio que toda sabiduría humana; y lo que en Dios puede parecer debilidad, es más fuerte que toda fuerza humana.
1 Corintios 1,25
La cruz era el tipo de pena capital a que se condenaba a esclavos rebeldes y a quienes amenazaran el orden divinamente sancionado del Imperio Romano. La crucifixión era un evento público en el que se humillaba y torturaba a las víctimas antes, durante y después de la muerte, y en el que se les advertía a todo el mundo que correría la misma suerte cualquier persona que osara subvertir el orden del imperio.
El mensaje de que el Jesús que murió en la cruz como un subversivo era Dios Todopoderoso hecho hombre, era una ofensa para unos y una tontería para otros. Para muchas personas era tan inaceptable como algunas de las cosas que se le había escuchado decir a Jesús: que los últimos serían los primeros, que ganaría la vida quien la perdía, que felices fueran quienes lloran y padecen persecución, que había que amar a los enemigos, que había más alegría en el cielo por un pecador que se convertía que por noventa y nueve justos que perseveraban, etc.
Es un mensaje que a mí me incomoda hoy, porque reconozco que me cuesta sublevarme contra las injusticias, y que a veces me encuentro desdeñando a las personas que Jesús privilegiaba, pero al mismo tiempo es un mensaje hacia el que me siento irresistiblemente atraído, porque me acepta y me da una nueva oportunidad a pesar de mi cobardía, mis miedos y mis prejuicios. A vos, ¿cómo te afecta?
Andrés Roberto Albertsen
Salmo 19,7-10; Éxodo 20,1-17; 1 Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25; Agenda Evangélica: 1 Pedro 1,(13–17) 18–21