hoy salí a caminar el pueblo
era domingo a la mañana
y me fui poblando del pueblo
en cada sangre
deslizándose hasta mis pies palabras;
era domingo entonces
en cada árbol
y en el sol enojado de las ventanas,
caminé el río,
la ladera más empinada de la barranca
y llegué al corazón del pueblo
descendiendo techos y deshojando casas;
me detuve un instante en un zaguán antiguo
a escuchar el susurro de un remanso
en el pubis plateado de la aldaba
y estremeciose el domingo fascinado
en la gracia de una pollera blanca,
era domingo en el cielo de la plaza
y en los pliegues verdecitos de las plantas;
hoy salí a caminar el pueblo
la mañana hacíase añicos en los vidrios de los autos,
y las estelas del río,
juveniles piernas
caminando la calle
se guardaban.
la paz, febrero de 1990